
Pero el otro día encontré a mi vecino radiante, como Arquímedes cuando salió desnudo del baño gritando ¡Eureka!¡Eureka!, vino gritando a mi con la Correspondencia de España en la mano, diciendo: nos hemos salvado, mis hijos serán maestros de escuela. Y en efecto, estos señores maestros, a los que hoy día la democracia llama profesores, están exceptuados del servicio militar.
¿En qué consistirá que en las más democráticas instituciones asoma siempre la oreja alguna miaja de aristocracia? Aparte de la aristocracia del ejército, que son los jefes y oficiales, los cuales salen de una academia hechos tales, tan limpios y fragantes, que no han tenido que llevar un fusil, ni barrer y fregar, lo cual me parece bastante aristocracia; aparte de esto es también una miajilla de aristocracia la de los maestros de escuela, que quedan excluidos de estos penosos servicios.
Mi vecino decía: No creo difícil hacer a mis hijos maestros de escuela. Yo he conocido varios machacantes, es decir, mancebos de botica, que no eran unas lumbreras, y que además de machacar y despachar las recetas, seguían sus estudios, que no son largos, desde la botica, y hoy son unos maestros y profesores hechos y derechos con su escuela correspondiente. Creo que mis hijos podrán aspirar a ese honor. No me gustan mucho los maestros, pero entre estos y soldados la elección no es dudosa.
Y además, algo tendrán los maestros, aunque yo no lo vea, cuando los elevan sobre los demás hombres, tanto, cuanto, inter celera vivurna cupresi.
Digo algún que otro latín, porque la mayor parte de los demócratas no entienden esta lengua; y lo hago en desquite, pues yo tampoco entiendo la mayor parte de sus teorías igualitarias.
ADELFA
HOJA ERRANTE Y ANTILIBERAL
Soria, 19 de mayo de 1899
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