En una esquina, entre la calle Mayor Antigua y Marqués de Albaida, como si de un banco se tratara, y de un banco se trataba, banco de alimentos engrasados, se encontraba el Bar Trompicón, más conocido para unos como ´El Marrano´, y para otros como ´El Guarro´, posiblemente el bar más popular y con más solera de Palencia capital.

Para solera, su plancha, en la que se juntaban las delicias del marrano: torreznos, chorizos, morcillas y pinchos morunos, con las del vacuno: los pepitos de ternera, y los ecológicos champiñones. La tortilla de champi era de lo mejor del bar por sus mezclas de sabores a torrezno, chorizo y morcilla, pero muy rico. El Trompicón se impregnaba de olor a plancha, que no a fritanga, en el que la grasa deambulaba por igual en la barra, en los servilleteros, en las mesas, sillas y en la puerta del establecimiento.
Buenos recuerdos tengo del Trompicón. Recuerdo los buenos almuerzos en este bar, al que acudíamos al menos una vez al mes, siempre tomábamos un doble de torrezno de primero, y de segundo un bocata gigantesco de tortilla de champiñón, o un fabuloso pepito. Recuerdo a su primer dueño, José Luis, un hombre simpático y con don de gentes, alma del bar, como lo era Luis, encargado de la plancha que movía con maestría y atendía la barra. Recuerdo un día que la plancha se incendió y bien pensé que llamarían a los bomberos, pero con el tiempo comprobé que era un encendido de l a llama en su contacto con la grasa, que Luis solucionaba con rapidez y tranquilidad. Mucho ambiente en este bar, mayormente de “currantes”, pero también acudían gente de la banca y funcionarios de la Junta, Diputación y Ayuntamiento, y de Obras Públicas al estar cerca el Parque de Maquinaria. No he olvidado el último día de currelo de José Luis, su propietario, porque había traspasado el bar, ese día nos invitó a un carajillo que no olvidaré jamás, bueno no, lo siguiente, como se suele decir, tan bueno que repetí, a pesar de que yo no soy de carajillos. José Luis conocía bien a su clientela, tenía atenciones, buen humor e hizo dinero con el bar.
 |
Mítico cartel de precios del Trompicón |
Lo malo del Trompicón era que cuando volvíamos a la oficina olíamos a plancha y las compañeras enseguida lo notaban, al menos las mías, ¡Alfonso, hueles a torrezno! me decían, ya sabían dónde había almorzado. Recuerdo también que en verano cerraban por vacaciones más de dos meses, de julio a vísperas de San Antolín. No había ningún bar en Palencia que cogiese dos meses de vacaciones. Una semana antes de san Antolín abría el bar y durante los
Sanantolines era el número uno en almuerzos, meriendas y cenas, no había ninguna caseta, ni bares que tuvieran tanto jaleo, a veces había que hacer cola para poder comer un torrezno.
Los productos eran de alta calidad, servidos por Carnicería Antonio Emperador, de la plaza de Abastos. El bar Trompicón tenía tanta demanda y consumía tanto material, que no se atrasaban los productos. Gastaba más huevos que los que podía vender cualquier tienda, y más pan que muchas panaderías, José Luis me habló de 300 barras en un día de los de mucho jaleo.
En Palencia, El Trompicón tenía mucha fama, pero nadie le llamaba por este nombre, sino por ´El Marrano´ o ´El Guarro´, y fue cogiendo tanta popularidad que traspasó los límites provinciales, regionales y ascendió a categoría nacional, por el boca a boca, y las redes sociales. Al visitar Palencia era recomendable almorzar, merendar o cenar en el Marrano.
Se ha sentido tanto en Palencia su cierre que hasta han circulado esquelas por las redes dando el pésame, y como su anuncio ha coincidido con la muerte del Papa, solo ha faltado decretar también tres días de luto por la defunción del Trompicón.
El Trompicón, nacido en 1960, ha dado de comer a generaciones de palentinos, comenzando por los chavales de los dos institutos que no quedaban muy lejos y si querían comer un buen torrezno ya sabían dónde ir. También se juntaban cuadrillas de amigos para almorzar en este ilustre local que tenía grasienta la fachada, de la grasa que salía de un tubo que tenía el extractor de humos con salida directa a la calle, colgaban hilos de grasa de las mangueras del cable de la línea de electricidad general unida a la fachada, y en el mes de mayo se pegaban las pelusas de los chopos, por la cercanía del río Carrión, y a mí me parecían estalagmitas de grasa.
Cuando José Luis hizo el traspaso de su famoso Trompicón a quien regentaba el bar de la Plaza de Abastos, se habló de una buena cantidad, dado que este bar era una mina diaria, daba igual que fuera lunes, martes, o miércoles, cerraba los jueves y los viernes, sábados y domingos iba también mucha gente. Muchos palentinos que vivían fuera y regresaban a Palencia a pasar unos días de vacaciones, o un fin de semana, o por San Antolín, nunca se olvidaban de venir al ´Marrano´, un torrezno siempre era el entrante preferido, luego el chorizo, también tenían callos, riñones, jijas… El martes era el día del chicharro, que como decía mi madre “el chicharro solo tiene feo el nombre”. El pincho moruno era otra de las estrellas de la plancha, además de huevos fritos, lomo, chorizo y morcilla.
Una vez que José Luis traspasó El Trompicón, siguió en el bar la misma plantilla, pero se notaba que el torrezno ya estaba hecho y lo recalentaban en la plancha para ganar tiempo, se echaba de menos el exquisito torrezno de la época de José Luis, y de Luis al mando de la plancha, a pesar de que “el bigotillo” con muñequera era un personaje muy apropiado para atender la plancha y la barra con asombrosa rapidez y siempre con buen talante. Torreznos placenteros e inolvidables alegraban, y de qué manera, el estómago, y después un chorizo o un bocadillo de tortilla de champiñón. Durante años mirabas el cartel granate colgado en la pared de los productos y raciones, y poco subían los precios, te fijabas en las especialidades, pero siempre terminabas por elegir siempre lo mismo: el torrezno doble y el bocata de tortilla con champi, o un pepito de ternera. Un amigo mío era tan fan del torrezno que siempre se pedía un triple. Un conglomerado de currantes se juntaba en El Trompicón, los de las obras cercanas, algún fontanero, hasta el butanero paraba a tomarse un torrezno, profesionales variados, autónomos, obreros y empleados, y por San Antolín hasta con traje entraban allí. El Trompicón, no era tasca aconsejable para un escrupuloso, pero al resto nos importaba más la esencia de la plancha y sus buenos productos cárnicos, huevos y champiñón, que la guarrería que abundaba. Era un bar de mucho ambiente, de encuentro de amigos y conocidos, que mientras almorzaban dialogaban con el bocadillo en la mano, hacían risas con la boca llena, saboreando las delicias recién salidas de la plancha, no querían esperar a que el rico producto se quedase frío.
La desaparición del Trompicón es una tragedia para la capital palentina, creo que alguien se debiera preocupar de coger el traspaso, o el Ayuntamiento subvencionar el negocio, no estaría mal su reapertura como símbolo y culto del buen yantar en Palencia, una capital que va perdiendo su esencia. No es posible encontrar otro bar en España que con tanta guarrería tuviera tanta clientela, satisfecha de la grasa de la plancha, de la barra y del lugar, al que, en cuanto podían, volvían. Qué gran pérdida para Palencia de un negocio que era “oro en bruto”.
Y para finalizar este escrito, lo hago con un poema, de lo que para mí y muchos palentinos y clientes representó este bar.
CERRÓ EL MARRANO
Me entero que mataron al ´Marrano´,
y me dije, ¿Cómo así,
si todavía no es San Martín?
¡No, hombre no! me dijeron,
es que ´El Guarro´ cerró.
Vaya por Dios,
y ¿Dónde me como yo,
un torrezno doble,
un chorizo, un pepito,
o la tortilla de champi?
¿Dónde voy a ir,
sí cerró El Trompicón?
Todos vamos a sentir no poder volver,
carniceros, hueveros, panaderos,
distribuidores de café y bebidas,
Palencia entera echa de menos este bar,
de buen yantar, a pesar de su guarrería.
Cuaresma y penitencia eterna nos llegó,
pues no había nada mejor,
que tomarse un torrezno,
con sabor a chorizo y a morcilla,
o una tortilla con sabor a torrezno,
o una ración de champi,
que se cría en la cueva,
pero que, en el Trompicón,
sabía a tocino.
¡Pobre de mí,
cuánto voy a sentir
no volver a poder ir,
al ´Marrano´
ni por San Antolín!
________________
Notas
Significado de Trompicón:
1. Tropezón o paso tambaleante de una persona.
2. Porrazo, golpe fuerte.
Hace muchos años en la misma calle del Bar Trompicón (Marqués de Albaida) existía el Bar Trompadero. Del Trompicón al Trompadero, o del Trompadero al Trompicón.
Actualización: May2025 | +500👀
Palencia en mis recuerdos