Parada en León

Desde la plaza de Regla domina la altiva catedral de León toda la ciudad, pedestal de piedra de Boñar, gótica con orígenes románicos, alcanza con facilidad los cielos de la capital romana de la Legio Séptima, amurallada y defensiva, bella leonesa (pulchra leonina), tiene el reconocimiento de ser el primer edificio de España declarado monumento en el año 1844, paso obligado de peregrinos en su Camino hasta Santiago.


Para conocer a fondo uno de los templos góticos más importantes de España nos espera un guía en la Plaza de Regla, es palentino y su trabajo lo realiza por gran parte de Europa. Se implica en la divulgación del monumento para hacernos disfrutar de la catedral, apreciar y entender los efectos de la luz en las múltiples vidrieras y rosetones, que reciben los rayos del sol divino y producen magia en el recinto, consigue que percibamos la belleza de esta luminosa exposición de cristaleras llenas de colores.


Por el guía supimos que las vidrieras se habían limpiado después de muchos años de depositarse en ellas el hollín de las chimeneas procedente de las calefacciones de la ciudad, alimentadas por carbón, que tanta riqueza dio a la provincia. Limpiar una vidriera de 12 m. de altura no es un trabajo sencillo y menos su desmontaje, dada su complicada estructura como si fuera un puzle de numerosos cristales unidos por plomos. Nada menos que 130 ventanales y 3 rosetones grandes, además de los de tamaño más reducido instalados en otra escala, suman un total de 737 vidrieras. La mayor parte de las vidrieras conservadas datan de los siglos XIV, XV y XVI, así como de la profunda restauración del XIX. Hay vidrieras góticas, renacentistas y neogóticas.

También pudimos ver el andamiaje utilizado para el desmontaje y montaje de las vidrieras, nos indicó el guía que las más grandes requieren para su restauración y limpieza una dedicación de casi un año en un taller que se encuentra cerca de la catedral. Se aprecia la gran diferencia de las vidrieras que se limpiaron y las que todavía no lo están. La instalación de las vidrieras de la Catedral de León es un trabajo de siglos a cargo de muchos maestros vidrieros. Las primeras vidrieras son del siglo XIII y en ellas intervinieron vidrieros franceses, son las que están a lo largo de las capillas de la girola, pero también en este siglo intervinieron maestros vidrieros de Burgos. Se detuvo nuestro guía en las Vidrieras de la Capilla de la Virgen Blanca, la capilla más antigua de la catedral, cuyas vidrieras son de estilo renacentista.


El recorrido por la girola, sus capillas y el templo permite admirar la magnífica luminosidad y colorido de las vidrieras. Otro de los elementos destacables del interior de la Catedral de León, es el Altar Mayor y su Retablo neogótico de Juan Bautista Lázaro, que sustituyó al barroco del siglo XVIII, diseñado por Narciso Tomé y ejecutado por su sobrino Simón Gavilán Tomé, reutiliza cinco tablas del primitivo retablo de Nicolás Francés de mediados del siglo XV, y que en la actualidad se puede ver fragmentado en la iglesia de San Francisco.

En el altar se encuentra el arca de san Froilán. El retablo que acompaña a la fotografía es el retablo de San Babilés, que procede de Quintanilla del Olmo (Zamora), un retablo de pintura hispano flamenca, cuyo banco me recuerda a las tablas de Pedro Berruguete de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava.

Llama la atención El Coro de la Catedral, que dispone de una de las sillerías (siglo XV) en madera de nogal más antiguas de España. Una pena no poder ver el Trascoro porque lo están restaurando, una obra muy notoria del Renacimiento español considerada una joya arquitectónica, con relieves de alabastro de Esteban Jordán. Cuando termine la restauración volverá a brillar como una de las estructuras más destacadas del templo.


Sorprendente también es el Claustro, una magnífica obra gótica que se construyó entre los siglos XIII y XVI, considerado como uno de los claustros góticos más bellos de España. Al lado del claustro se encuentra el Museo Catedralicio, uno de los museos más importantes del patrimonio religioso de España, con una extensa colección de obras de arte y excepcionales piezas, entre las que destaca la imponente Escalera Capitular, el Armario Mudéjar o el Antifonario Mozárabe. Alberga obras de Juan de Juni, Enrique de Arfe o Nicolás Francés, el autor de cinco tablas del Retablo Mayor de la Catedral.

Claustro de la Catedral de León

Tras la extraordinaria visita al templo catedralicio nos espera un recorrido por las calles de León, con especial atención a los monumentos y palacios que salen a nuestro encuentro, mientras los cofrades se preparan para el desfile en la Procesión del Domingo de Ramos. Por la calle del Cid el guía nos lleva por el barrio romántico, con bares de tapeo y restaurantes, y un coqueto parque.

Casa Botines

Descendemos en busca de lugares imprescindibles en la visita a León, como la Casa Botines, edificio de estilo modernista proyectado entre 1891 y 1892 por el gran arquitecto catalán Antonio Gaudí. Gaudí vino a la capital leonesa de la mano de su amigo el empresario y comerciante catalán Juan Homs y Botines, asentado en la capital leonesa, cuando el arquitecto se encontraba construyendo el Palacio Episcopal de Astorga. Originalmente, la Casa Botines fue un Escultura en bronce de Gaudí tomando apuntes importante almacén de telas y residencia particular de su dueño. El palacio es de finales del XIX, declarado Monumento Histórico Nacional en 1969, se ha limpiado recientemente y acoge el Museo Gaudí Casa Botines, que permite conocer su historia y la de su arquitecto, además de una importante colección de obras de arte y pinturas entre las que sobresalen Ramón Casas i Carbó, Raimundo de Madrazo, Joaquín Sorolla, José Navarro Llorens, Ignacio Pinazo, Nicanor Piñole y Joaquín Mir Trixet, además de la Colección FUNDOS (Fundación Obra Social de Castilla y León).

Palacio de los Guzmanes

Junto a la Casa Botines se encuentra el palacio más destacado de la ciudad, el Palacio de los Guzmanes, renacentista del siglo XVI, diseñado por Rodrigo Gil de Hontañón, declarado Monumento histórico (BIC) en 1963, y sede de la Diputación de León. 

En la plaza de San Marcelo se encuentra el Palacio de la Poridad (1585), edificio del Antiguo Ayuntamiento de León hasta el año 2022, el Palacio de Torreblanca que data del año 1672, el Palacio de Hernando Villafañe, del siglo XVII. En la plaza de San Marcelo nos encontramos con un buen ambiente de público, expectante ante el comienzo de la procesión del Domingo de Ramos.

Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación de León

En la plaza de Santo Domingo se encuentra la iglesia de San Marcelo (1588-1626), de estilo herreriano con torre de gran altura, cuenta en su interior con tres imágenes de Gregorio Fernández. La segunda visita, tras la catedral, fue al Edificio Pallarés, sede principal del Museo de León desde 2007. El edificio se construyó en el año 1922 y durante 60 años fue almacén de ferretería. Recomendable visitar este museo por la completa exposición arqueológica, de artesanía, de otras culturas, bellas artes, epigrafía y numismática, un encuentro con la historia de la provincia de León desde el Paleolítico hasta el siglo XX. Me llamó la atención las valiosas inscripciones en piedra: estelas y lápidas, así como un gran mosaico romano, además de útiles en hierro, bronces, y valiosas colecciones de monedas. De la época medieval destaca la Cruz votiva mozárabe en latón, de alrededor de 940, que pertenece a la iglesia de Santiago de Peñalba.

Pero no solo se puede admirar esta mítica cruz, es impresionante el Calvario románico de Corullón y espectacular el Cristo de Carrizo de la Ribera, en marfil (siglo XI), una obra maestra cuya fama ha trascendido al ser considerada una de las piezas más sobresalientes de la Edad Media hispana.


Edificio Pallarés. Museo de León



A destacar la obra pictórica de pintores leoneses del siglo XIX, pertenecientes a la colección María Concepción Gago. Obra maestra del Museo es también la cabeza de San Francisco de Asís, de Luis Salvador Carmona, en madera tallada y policromada, de mediados del siglo XVIII. De gran interés es el relieve sobre tablero de nogal sin policromar “Quema de libros”, creado por Juan de Juni hacia 1540.

Cristo de Carrizo de la Ribera Cruz votiva mozárabe

Convento de San Marcos

El convento de San Marcos es junto a la catedral, la Basílica de San Isidoro  y la Casa Botines una de las grandes joyas de la  arquitectura de León, y uno de los monumentos más importantes del Renacimiento español. Impresiona todo el edificio y en especial su fachada, considerada una joya del plateresco, así como su claustro y el recinto convertido en Parador Nacional. Pude entrar a su magnífica iglesia cuando había comenzado la misa del Domingo de Ramos. San Marcos es también anexo monumental al Museo de León. Tras la visita al convento nos acercamos y cruzamos el mítico Puente de San Marcos, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, paso obligado de peregrinos y viajeros, y residentes al otro lado del río.

Volvimos a cruzar el puente en busca de otra de las joyas de León, la Basílica de San Isidoro, uno de los conjuntos más completos del románico y más importantes de Europa, al decir de los críticos, y al decir de mi amigo el maestro y escritor, palentino de nacimiento y leonés de adopción, Julián González Prieto, (autor del “Vexu Kamin”, y “San Isidoro”): 

La Basílica de San Isidoro

Posee muchas joyas entre ellas el Panteón de los Reyes, considerada la Capilla Sixtina del Románico en España, el Cáliz de Doña Urraca, considerado el Santo Grial, y un maravilloso claustro plateresco. Es, además, cuna del Parlamentarismo, y fue protagonista del reverso de los antiguos billetes de 1.000 pesetas del año 1965.

No fue posible visitar la Plaza Mayor, que se encuentra vallada por reformas y allí se encuentra el Consistorio, de estilo barroco y en su entorno se localiza el barrio húmedo, en el que es obligado tomar unos vinos y sus correspondientes tapas. También visitamos El Recinto amurallado, declarado Monumento Histórico en 1931, de origen romano, delimita el Casco Antiguo de León y es una de las murallas más antiguas que se conservan en España. Uno de los elementos más destacados de la muralla de León es el Arco de la Cárcel, también llamado Puerta Castillo, única entrada de la muralla que se conserva, y que tuvimos la oportunidad de cruzar al ir al autocar.

Quedó pendiente la visita al MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León), que en 2007 recibió el premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea. Se han cumplido 20 años desde su inauguración y desde entonces y hasta el 31 de diciembre de 2024 lo han visitado más de 1,6 millones de personas. Un referente nacional e internacional de primer nivel.

Gastronomía leonesa

León capital y su provincia es rica en productos gastronómicos de alta calidad, en especial sus embutidos, cecinas, jamones y lomos, o “una tripa”, como dice mi amigo Francisco Fernández, leonés de Armellada. Sin olvidarnos del botillo del Bierzo, el cocido maragato, la sopa de trucha, el lechazo, el cabrito, las alubias de la Bañeza, los pimientos del Bierzo, el bacalao en Valderas y los puerros de Sahagún, por no hablar del chocolate y mantecadas de Astorga, los Nicanores de Boñar, o las Rosquillas de San Froilán. Tiene mucha fama en León la tapa de las diferentes zonas, siendo la más famosa la del Barrio Húmedo, de alta calidad para tomar un buen vino leonés del Bierzo o Pietro Picudo, rodeado de un buen ambiente a la hora del tapeo.

Casa Ezequiel en Villamanín

¿Y para comer dónde vamos? se puede comer, y muy bien, en cualquiera de los restaurantes de León, o ir a tomar un buen cocido maragato a Astorga, o a Castrillo de Los Polvazares, botillo al Bierzo, o al Palacio de Canedo de Prada a Tope, a Valderas a comer bacalao, o a cualquiera de los pueblos leoneses. Nosotros nos fuimos a Villamanín, a unos 40 km. de León, y a 20 km. del Puerto de Pajares. ¿Y dónde se come bien en Villamanín?, pues ¿dónde va a ser? en “Casa Ezequiel”, el rey de los embutidos. Sorprende que en dos turnos este restaurante pueda dar de comer a tantos comensales y sin apenas tiempo de espera. En mi vida vi tan larga cola para entrar a un restaurante, pero la espera no pasó de los 15 minutos, gracias al control de una empleada. Nosotros éramos 120 y a la hora acordada, 15,30 subimos al comedor de la segunda planta en la que estábamos no menos de 300 comensales, atendidos, y muy bien, por un buen número camareros y camareras. Otros tantos comensales había en la primera planta, más la de otros comedores más pequeños y la terraza. Una vez sentados ya estaban los entrantes en la mesa: un buen plato de exquisitos embutidos, para cuatro, con la vitola Ezequiel: chorizo, salchichón, cecina, jamón y lomo. Cuando lo acabamos llegó el primer plato: garbanzos pedrosillanos con bacalao en perola sopera para cuatro. Tras los garbanzos llegaron dos fuentes grandes, una con filetes de lomo con pimientos, y otra con cabrito asado, con una buena ensalada mixta, muy bien condimentada. No había manera de acabarlo todo, y mira que la mayoría teníamos buena tijera. Todo en su punto y muy bueno, se podía repetir. Para nuestra sorpresa todavía nos ofrecieron otro plato más, con otra vianda distinta, pero ya no podíamos embuchar más comida. De postre un buen trozo de tarta casera con helado, café y chupitos. Nos levantamos de la mesa sobre las 17,30 y compramos en la tienda del restaurante productos de la marca Ezequiel para traer a casa.

Enfrente del restaurante está su famosa fábrica de embutidos.

En mi vida he visto nada igual, creo que “Casa Ezequiel” atrae por su calidad y buen servicio a lugareños y comensales asturianos, cántabros, leoneses, castellanos y los de Palencia, que salimos todos muy contentos del restaurante, sus viandas y atención, a pesar de estar llenos sus comedores y terraza. Menos mal que la tarde del Domingo de Ramos estaba fresca, paseíllo y siesta placentera en el autobús de vuelta.