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Mejor-No-Comprender
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Puede perderme
La pregunta acerca del deseo del Otro se declina de muchos modos, camuflada en la verdad incontestable de la angustia, y también en forma de otra pregunta, qué soy para el Otro, de verdad ¿puede perderme?
Esta estrategia suele corresponder al adolescente en fuga, quien con su maniobra concita el interés de todos por unas horas, muy especialmente de quienes menos interés parece despertar. A la hora de la verdad, los padres más ocupados del poder y la gloria que de su hija adolescente suelen dejarlo todo y ocuparse de mostrar que no pueden perderla.
También es estrategia del sujeto suicida, que puede ejecutar de ese modo el único acto logrado que es un suicidio, y satisfacer así la fantasía del pueden perderme. Incluso de espolvorear en su entorno la sombra de la culpabilidad, pero se equivoca, puesto que nunca nadie podrá robarle ese su acto, del que es único responsable. Salvo, eso sí, cuando se trata de sujetos vulnerables conminados por un sujeto criminal.
La posición del sujeto obsesivo, conocedor de los entresijos del funcionamiento total de una empresa, puede juguetear con abandonarla, yéndose a otra, y certificar así su absoluto ser imprescindible, su particular no pueden perderme.
De todos las posibilidades, ninguna como la táctica histérica (masculina o femenina, hetero u homo) en el amor, que se goza de abandonar al enamorado, en ocasiones justo en el momento en que menos puede convertirlo en objeto desechable. Saborear el vacío que deja atrás es un goce infinito. Además, puede con esa estrategía, ser una y otra vez la persona desconocida del siguiente. Lo verdadero es que no hay nadie que no pueda perderse. Dado que tempus fugit y el olvido que seremos, todos podemos ser perdidos.Tengo recientes unos versos del poema ‘La vendimia’, dentro de Cingla, último poemario de Constantino Molina:
Yo vine, por amor, a la vendimia
Vine para aprender a amar el aire,
el dolor y la alegría.
La vendimia finaliza así:
Que vine por amor a la alegría.
Actualización Agosto2025 | 878👀
Mejor No Comprender
Deseo
Si sólo el amor permite al goce condescender al deseo es porque se acepta esperar
Goce
Usamos en castellano la noción de goce igualándola a la de placer
Tristeza
De todas las malas artes que solemos desplegar con los niños, pocas como las de sustraerles el encuentro con la tristeza para llevarlos de viaje una y otra vez exclusivamente a los barrios de la alegría, tanto que produce vergüenza esta exaltación al disfrute permanente, a la fiesta perpetua, a la ausencia de la verdad completa de la vida, sin calcular el daño que, a la larga, así infligimos.
“¿Por qué todo ser excepcional es melancólico?”, en el Problema XXX ya Aristóteles formuló la pregunta por la tristitia y su observación de que era habitual para las personas eminentes, los grandes hombres. Pero deberíamos reclamar ese derecho a la tristitia para todos, respetar su llegada, no siempre oportuna, aceptar sus meandros, sus exaltaciones. Sin exagerar, claro, para evitar que los tristes profesionales terminen por idolatrar ese estilo de acometer la existencia.
Las personas tristes a su pesar lo tienen crudo cuando quieren explicarse. Pues no siempre se ve claro el motivo, e incluso, la causa aparece como inexistente, no se encuentra con facilidad la razón de atravesar un período de tristeza en su vida, especialmente si la fortuna sonríe en todos los campos, como si la tristeza razonable sólo pudiera hacer acto de presencia cuando la vida golpea.
Tal y como mostrara Freud con el ejemplo de aquellos que “fracasan al triunfar”, la tristeza aparece en ocasiones tras demasiados logros, al finalizar un proyecto, o simplemente al llegar a la meta, haciendo buena así la tesis de Kavafis de que el camino es lo más importante del viaje a Ítaca, y nada de prisas: “Llegar allí es tu destino. Pero no tengas la menor prisa en tu viaje”. De otro modo se termina, tristemente, amando la tristeza. Lo que al niño le enseña el encuentro con la tristeza es humildad, y fortaleza psicológica para el futuro.
Las personas tristes a su pesar lo tienen crudo cuando quieren explicarse. Pues no siempre se ve claro el motivo, e incluso, la causa aparece como inexistente, no se encuentra con facilidad la razón de atravesar un período de tristeza en su vida, especialmente si la fortuna sonríe en todos los campos, como si la tristeza razonable sólo pudiera hacer acto de presencia cuando la vida golpea.
Tal y como mostrara Freud con el ejemplo de aquellos que “fracasan al triunfar”, la tristeza aparece en ocasiones tras demasiados logros, al finalizar un proyecto, o simplemente al llegar a la meta, haciendo buena así la tesis de Kavafis de que el camino es lo más importante del viaje a Ítaca, y nada de prisas: “Llegar allí es tu destino. Pero no tengas la menor prisa en tu viaje”. De otro modo se termina, tristemente, amando la tristeza. Lo que al niño le enseña el encuentro con la tristeza es humildad, y fortaleza psicológica para el futuro.
Actualización Agosto2025 | 622👀
Mejor no Comprender
Derecho al secreto
Me alegra mucho oír de alguien, tenga la edad que tenga pero especialmente si es joven, que ha comenzado a escribir un Diario. Siempre denota una cercanía a la subjetividad, y una mirada a la luz interior, presagio del mejor viaje exterior.
«Falsedad del diario íntimo. No dice toda la verdad. Es confidente del sufrimiento y no de la felicidad», dice Amiel, profesor ginebrino (1821-1881), hombre que pasó inadvertido, pero hoy considerado el inaugurador del género. «¡Ah!, cuántos sueños; es lo mejor que hay», así comienza el Diario de André Gide, y es cierto, cuando un joven empieza a escribir un diario lo hace sin saber nada de la vida, pero al decir del Premio Nobel “brinca de impaciencia de arrojarse a ella”, como a él mismo le sucede, incluso cuando años más tarde escribe Et nunc manet in te, más un breve suplemento a Si la semilla no muere titulado Diario íntimo.
Está también El Diario (1837-1861) de Henry Thoreau, comenzado a escribir a los veinte años, un auténtico soplo de aire fresco. Thoreau marchó a vivir en soledad a un bosque junto al lago Walden en Massachusetts, y de ese encuentro con el latir profundo del bosque, de la naturaleza, surge este Diario. De todas las cosas inexplicables y extrañas, dirá, llevar un diario es la más extraña, para sorprenderse de que «si hago un esfuerzo enorme por sacar a la luz mis bienes más íntimos, el mostrador aparece abarrotado con materiales pobres y caseros».
Capaz o no del bien decir, capaz o no de transmitir los sueños, la impaciencia de arrojarse a la vida, la belleza, lo cierto es que un Diario muestra ese perenne deseo humano de hacer social lo íntimo. De fracasar cada vez mejor en el intento de nombrar la verdad.
Actualización Jul2025 | +367👀
Vecinos ilustrados
Falta de tiempo
Decía Leonard Bernstein que para conseguir grandes logros sólo hacen falta dos cosas: un plan y falta de tiempo. La verdad es que bajo la urgencia es cuando definitivamente resolvemos, y cuanto menos nos quejamos del poco tiempo de que disponemos y más aprovechamos cada segundo, más eficacia encontramos en nuestras acciones, o al menos así vemos comportarse a las personas más eficaces.
Pero también es el caso del artista, que si bien se toma su tiempo para idear su obra, normalmente está abrumado. Es el caso de una artista vasca a la que admiro, Idoia, siempre en su Taller construyendo sus títeres, verdaderas y fidedignas recreaciones de personajes, que pueden participar próximamente en una actividad del Museo del Prado. El títere del pintor Velázquez o el de sus Meninas son logradas construcciones que permiten soñar, o si se quiere reflejar nuestras flaquezas.
En un estimulante libro de Alain de Botton (El arte como terapia) se despliega esa idea del arte en tanto herramienta que contrarresta nuestras debilidades psicológicas. Es una interesante vía para captar por ejemplo por qué nos cuesta tanto recordar, lo que nos lleva a la escritura y al arte. O el amor por lo bello, por el optimismo. O cómo podemos sufrir de manera más provechosa merced al arte. O cómo el arte nos reequilibra cuando venimos de tormentas o de agitaciones cotidianas. O cómo podemos merced a la obra del artista penetrar en nuestra vida interior y atisbar alguna sombra de lo que vamos siendo, de la naturaleza de lo que nos hace gozar, nos apasiona o nos perturba, nos habla desde afuera de nosotros mismos. O cómo nos defendemos o rechazamos el arte que nos produce temores o inquietudes desagradables, cómo sin saberlo repudiamos algo de nosotros al verlo plasmado en la obra de arte. Finalmente el arte nos aporta una nueva mirada, una nueva manera de apreciar lo que se nos escapa, lo imperceptible, que está ahí. Nuestras flaquezas las vemos en la obra del artista, y si conseguimos como él grandes logros es porque siempre hay un plan, oculto incluso, pero sobre todo porque como al artista siempre nos falta tiempo.
Actualización Jul2025 | 237👀
Mejor no comprender
Un niño enamorado
En la presentación de la novela de Peridis, "La maldición de la reina Leonor", me olvidé de resaltar que si bien se trataba de una novela de amor, expresaba muy bien los enamoramientos infantiles. Muy pocos adultos quieren no olvidar esos desaguisados, esas heridas que son los momentos de su infancia en que se enamoraron. Les parece absurdo, infantil dicen, a olvidar, y sin importancia. Pero Peridis capta el alumbrar de la vida en esos sustos del amor, (García Márquez), en esos desengaños y quebraderos de cabeza.
De igual modo, cuando el desamor aparece, el decaimiento y la desazón pretende encararse con el ansiolítico o depresivo de moda, cuando simplemente se trata de un estado que grita en silencio que el amor ya ni está ni se le espera.
Quizá por eso conviene no olvidar que nuestro desasimiento y nuestra fragilidad nos hace amar. He descubierto en una líneas de un libro de poesía muy bello, "Alumbramiento", de Elisa Martín Ortega (Cálamo, 2016), una hermosa manera de plasmar el amor como trampa y desengaño:
Oigo tu llanto.
Oigo una voz que me llama y suplica
mi presencia: «mamá…».
Te oigo en las madrugadas, y quizá
no seas tú.
Me levanto y me entrego
a mi pequeña trampa:
estás dormido y siento tu silencio,
mi desengaño.
Trampas y desengaños maravillosos sin los cuales no hubiéramos podido alumbrarnos, o cuanto menos reconocernos en la mirada febril de un niño que anda perdidamente enamorado.
Actualización Jul2025 | +221👀
Mejor no comprender
Vilanova de Arousa y Valle Inclán
El viajero recorre las calles de Vilanova de Arousa y no deja de toparse con el gran Valle-Inclán
Cuando no son sus personajes de teatro inmortalizados en esculturas dispersas por las aceras y plazas, es su casa Museo, y las rutas valleinclanescas. O su enorme estatua, su Museo Cuadrante en plena Rúa Luces de Bohemia. Que una ciudad esté tomada por un escritor es de otra época. Si se va a París o a Madrid o a Praga, se verán lápidas conmemorativas de tal o cual escritor, incluso en la Closerie des Lilas parisina hay letreros señalando la mesa que frecuentaban, siendo especialmente buscada la de Hemingway, pero en una localidad tan pequeña, diez mil habitantes en plena Rías Baixas, en la de Arousa, el viajero no deja de sorprenderse al toparse en pleno julio, -un domingo 22 repleto de sobresaltos financieros tras el último viernes negro-, con las efigies sacadas de los libros, impertérritos al paso del tiempo, mientras el personal huye a las playas para aprovechar el ferrojulio, que en Galicia es mucho. En Luces de Bohemia, don Ramón María ya lo dejó escrito, las imágenes más bellas son absurdas en un espejo cóncavo. Lo cual, nos recuerda el corto camino que hay de la belleza al horror. Digo esto pensando en Caetano Veloso y su "de cerca nadie es normal", y en la situación económica española de la que nadie aquí deja de hablar este domingo de julio. El esperpento nacional español bebe de las fuentes de Valle-Inclán, del abuso del contraste, de la distorsión, de la degradación de los personajes, de la mezcla de pesadilla y mundo real, del semblante de burla, de la deformación sistemática de la realidad. El viajero ha recorrido las calles de esta villa marinera acompañado de la paz que respira este enclave, pasa delante de la excelente librería de Eulogio y pasea un tramo de la carretera que lleva a Las Sinas, y sus tranquilas playas, alejado de esa deformación de nuestra salud monetaria, que se cuela por las televisiones, de la deuda de un país que demasiadas veces ya en su historia ha apostado por el esperpento. El verano avanza entre imágenes bellas y espejos cóncavos. Pero el viaje sigue. Y el esperpento de una nación que se desangra en verano.
Actualización Jul2025 | 217👀
Mejor No Comprender
París Palais Royal
El viajero encuentra cada verano la coartada perfecta para salir a renovar el apetito de soledad y también, por qué no, a ejercer de solitario social. Este verano vuelvo a El infinito viajar, del gran Magris, de nuevo, y obtengo allí autorización para escribir de lo que veo en los viajes, y del punto en que el viajero que escribe es capturado. Claudio Magris compuso una obra maestra con el relato de sus viajes. Y los grandes escritores, si algo tienen, es su capacidad para arrastrar a otros a seguir su pista de rastreo. Trataré de seguir este verano su ejemplo y escribir cada semana una columna relativa a un punto del viaje.
Fernando Martín Aduriz
Así que aquí estoy, hoy, jueves 5 de julio y a las cinco de la tarde, en los soportales del Palais Royal parisino. El viajero, un palentino que ha paseado la Calle Mayor tantos días, tantos años, en tantos momentos, nunca se siente extraño bajo los soportales del Palais Royal ni de paseo veloz, como es mi caso, ni contemplando escaparates. No se ve 'Diario Palentino', pero una pequeña imprenta o algo así lo evoca, tampoco 'Lobato', pero sí una similar tienda elegante de ropa. Un café trae a la memoria el señorial 'Alaska', también entrado en años y a la vez vitalista.
Total, que el viajero busca lo nuevo, y se topa con su memoria. Viajamos para escapar y resulta que de lo que no podemos huir es de nuestro imaginario, con su catálogo de recuerdos, y de olvidos. Se diría que lugares como el Palais Royal nos evocan un conocido deseo, el deseo de ser deseado, como si pretendieran vivir de su suficiencia, acrisolada con los años. Antigualla, que a la vez, como la cinematográfica Calle Mayor, dan cuenta de una actualidad, de una modernidad que no conoce el paso del tiempo y permanecen de moda, y así, hace unos años comenzaron a pulular los 'bobos', los burgueses bohemios, la penúltima fauna urbana con su estética de estar de vuelta de la necesidad de ser mirados.
Vila-Matas acertó al escribir su París no se acaba nunca, pues aquí en Paláis Royal se podría emular a Robert Walser en su obra El paseo, y pasear sin rumbo, como el viajero sueña para este verano. El mejor viaje, sin programa. Como la vida.
Actualización Jul2025 | 372👀
Mejor No comprender
Calmar la ansiedad
El intento es siempre singular, pero hay usos colectivos. Se trata de burlar la espera tanto como apaciguar ese tormento interior que a tantas personas impide hacer vida normal (si es que existe tal cosa).
En una apresurada lista encontramos como modos de calmar esa ansiedad, la bebida, el deporte, la droga, el extenuante trabajo, los múltiples juegos, los agotadores viajes, los ataques a nuestro propio cuerpo, en fin, un montón de maniobras todas ellas temporales, y muchas de ellas aún más dañinas que la propia ansiedad.
Como muchas de estas aventuras para enfrentar lo que nos angustia tienen una larga trayectoria histórica desde la noche de los tiempos, deberíamos suponer que eso que nos angustia, y sus repercusiones ansiosas en nuestro cuerpo, va con la vida, y con las tres heridas de Miguel Hernández. Que afrontamos cada uno como podemos con las armas más a mano.
Una de esas armas es la inhibición. Es decir todo tipo de evitación de las situaciones angustiosas. Es la derrota del “yo” ante la acometida de algo que no tiene representación, algo informe, oscuro.
Y así, muchos deciden usar de la inhibición y no pueden montar en avión, conducir solos su coche, salir de su país. También la inhibición se traduce en no poder escribir, no poder hablar en público, no poder tener relaciones sexuales, no poder alejarse mucho de su ciudad natal o de su familia o de su pareja, y en los momentos más duros, no salir a la calle.
Son tantas las inhibiciones para calmar la ansiedad que muchas las incorporamos como naturales, cuando han sido construcciones sociales, laberintos defensivos que han construido las sociedades para evitar la llegada de lo que angustia, de lo extraño-familiar, del otro intrusivo.
A una de esas inhibiciones la llamamos frontera. Son rayas entre los pueblos. Rayas pintadas en un mapa. A veces un río. Hemos levantado muros porque el otro nos inquieta, nos angustia. Pero el enemigo siempre va dentro.
Actualización Jul2025 | 393👀
Como muchas de estas aventuras para enfrentar lo que nos angustia tienen una larga trayectoria histórica desde la noche de los tiempos, deberíamos suponer que eso que nos angustia, y sus repercusiones ansiosas en nuestro cuerpo, va con la vida, y con las tres heridas de Miguel Hernández. Que afrontamos cada uno como podemos con las armas más a mano.
Una de esas armas es la inhibición. Es decir todo tipo de evitación de las situaciones angustiosas. Es la derrota del “yo” ante la acometida de algo que no tiene representación, algo informe, oscuro.
Y así, muchos deciden usar de la inhibición y no pueden montar en avión, conducir solos su coche, salir de su país. También la inhibición se traduce en no poder escribir, no poder hablar en público, no poder tener relaciones sexuales, no poder alejarse mucho de su ciudad natal o de su familia o de su pareja, y en los momentos más duros, no salir a la calle.
Son tantas las inhibiciones para calmar la ansiedad que muchas las incorporamos como naturales, cuando han sido construcciones sociales, laberintos defensivos que han construido las sociedades para evitar la llegada de lo que angustia, de lo extraño-familiar, del otro intrusivo.
A una de esas inhibiciones la llamamos frontera. Son rayas entre los pueblos. Rayas pintadas en un mapa. A veces un río. Hemos levantado muros porque el otro nos inquieta, nos angustia. Pero el enemigo siempre va dentro.
Actualización Jul2025 | 393👀
Vecinos ilustrados
Elogio de lo poco
Elogio de lo poco, alabanza de lo débil, escribe Christian Bobin en Elogio de la nada. Esa frase justifica un libro, y nos conduce una vez más a preferir la sencillez del minimalismo frente al fervor de lo grandilocuente.
Es el encanto de sobrellevar una vida con las cuatro cosas que acompañan, el valor que proclama Henry Thoreau cuando escribe en su Diario que si no estás ahí en el instante preciso, el verano puede pasarte por delante sin que lo veas. Como si su ejemplo de vivir en un bosque nos advirtiera de que basta con mirar. Lo poco preciso para vivir, admirar lo que tenemos al lado, como si la sorpresa de la belleza que nos rodea fuera todo, y no algo imperceptible. La continua carrera por almacenar objetos, el deterioro que supone tener que mostrarlos a la espera del asombro o la admiración, cuando lo que viene es el factor envidia, es el elogio del triunfo, basado justamente en eso, un éxito basado en el acopio de cosas susceptibles de envidia. Un extraordinario desatino. Enfrente el nómada, (con sólo lo justo), el mochilero, (con las penas en el morral), el castellano austero, (pegado a su tierra), en fin, el montañero que posee el sueño de una fugaz mirada desde la cumbre. El verano, el infinito viajar, el descanso (de uno mismo) nos dan una nueva oportunidad de contemplar cómo lo poco nos reconcilia con esa simple manera de pasar el tiempo mirando, leyendo, contemplando, observando. Además lo poco nos acerca a la satisfacción mientras que lemas absurdos como elige todo, nos aleja del saber perder. Christian Bobin colocó en este su Elogio de la nada un exordio punzante: “Ilumina lo que amas, sin tocar su sombra”. Lo poco, la alabanza de lo débil, finalmente viene de la mano de ese aserto de Lacan que proclama que amar es dar lo que no se tiene.
Actualización Jul2025 | +230👀
Mejor No Comprender
Nuestras Ítacas
«No tengas la menor prisa en tu viaje» es un verso de Constantino Kavafis que se nos quedó grabado desde tiempos inmemoriales. Recordemos su conocido poema “Ítaca”:
«Mantén siempre Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te vaya a ofrecer riquezas.
Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte
Aunque la encuentres pobre,
Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas».
Es cierto que es mejor siempre el camino que la meta, pero me gustaría centrarme hoy en los viajeros con quienes emprendemos el viaje. Resulta que muchas veces nos defraudan, tanto como quizá nosotros los defraudamos, y decidimos no volver a embarcarnos con ellos en más viajes. No con todos se puede viajar, claro, lo que se descubre una vez ya en marcha, y no hay viaje que no obtenga como saldo una decepción con algún compañero de viaje. Pero, eso ¿quiere decir que no vamos a emprender más viajes?Es la respuesta de algunos, no merece la pena caminar junto a otros, pues tarde o temprano se desatarán las rivalidades, los celos, las pasiones del ser (amor, odio, ignorancia), y entonces, conclusión: mejor viajar solos. Otra conclusión, basta de viajes. Ambas son salidas falsas. La vida solo tiene una dirección, y no sirve de nada ni el arrepentimiento, ni la conversión en seres huidizos o escarmentados. La defensa del lazo social, de la búsqueda de nuevas ocasiones de viaje, de iniciativas, de emprender nuevas rutas, de dejarnos de nuevo seducir por nuevos objetivos es lo suyo. Es lo sano. No tengas la menor prisa en tu viaje es eso. Es mejor que dure muchos años. Y que nunca cejemos de mejorar a otros y de dejarnos mejorar por otros, sobre todo cuando nos dan la gran lección de la vida, el significado de nuestros singulares Ítacas.
Actualización Jul2025 | 303👀
Vecinos ilustrados
Neuras
Ha quedado en el argot popular el término neuras como fiel reflejo de un retrato psicológico. De la historia de la psicopatología, donde el término neurosis tenía su raigambre, hasta nuestros días donde para describir algunas de las cosas que nos suceden las nombramos como tal.
Y así, ser muy neuras va quedando como fiel expresión de un perfil, el de quien toma muchas precauciones, se muestra incapaz de ceder el control, tiene sus rabietas periódicas, sus enfurruñamientos, y ha de seguir un laberinto muy preciso para encontrar una salida a su propio desvarío. Con todo, lo peor es cuando invaden el pensamiento, y esa rumiación permanente impide la acción, el dormir, el lazo social normal, y nuestro neuras vive en su amor por su cogito, dando y dando vueltas sin más propósito que el de gozar de pensar y repensar sin solución.
Incluido el loco ( algunos para evitar la gran caída se sostienen a duras penas en una cohorte defensiva repleta de repeticiones, manías, costumbres exóticas, extravagancias varias), nadie está libre de vivir un racimo de pequeñas neuras. Incluso pavonearse de no tener ninguna, y vacilar de ser normal, es quizá la neura más sofisticada, muy cara para los delirantes del todo va bien, y el yo soy muy normal.
Con todo y con eso, aún lo peor de lo peor es cuando varios neuras se juntan. Entonces “les da la venada”. Y la arman.
Actualización Jul2025 | 270👀
Mejor no comprender
Bondad y amargura
El encuentro con gente bondadosa siempre me ha resultado un alivio, un respiro, un oasis en medio de los disgustos de la vida productos de las maledicencias, los circuitos de la envidia, las animadversiones.
Y he tratado de indagar en las auténticas razones de esa su bondad, del por qué de esa resistencia tenaz en medio de la invitación constante a pasar al lado oscuro y penetrar en el recinto de esa lucha feroz contra alguien, por puro prestigio. Entonces es cuando he ido descubriendo que la bondad nunca se da en estado puro, sino que va aderezada siempre con algún ingrediente, con algún compañero de viaje que incluso el propio sujeto bondadoso desconoce. En no pocas ocasiones esa bondad viene acompañada de un dosis elegante de tristeza y rendición ante lo imposible del trato con lo peor de lo humano.
En esto leo a Trapiello: bondad y amargura es una combinación mortal. Lo escribe en uno de sus diarios, El gato encerrado. Lo dice referido a Gerald Brenan, que acababa de morir, y que solía evocar cómo su vida se parecía a la de otro escritor, sólo que el otro, decía, había triunfado. Trapiello remacha, si un escritor es una buena persona debe cuidarse de la amargura.
Quizá lo podamos extrapolar y colegir que es mal acompañante del bondadoso la acedía, pues al recluirle en esa rumiación a fuego lento que rememora la lista de traiciones de los traidores, de insultos de los insultadores, de miserias de los miserables, en fin, de faenas mil de quien goza de herir al de al lado, ya no hay bondad a desplegar. Claro que entonces hay que concluir que la bondad ha de ser ciega y olvidadiza, porque si es leída y viajada, sabrá de la maliciosa afición humana, y recordará cómo se aprovechó del incauto bondadoso que ocupara sus tiempos en hacer feliz a los cercanos.
Ciega y desmemoriada, la bondad de las gentes es un alivio, un respiro.
Actualización, Jul2025 | 635👀
En esto leo a Trapiello: bondad y amargura es una combinación mortal. Lo escribe en uno de sus diarios, El gato encerrado. Lo dice referido a Gerald Brenan, que acababa de morir, y que solía evocar cómo su vida se parecía a la de otro escritor, sólo que el otro, decía, había triunfado. Trapiello remacha, si un escritor es una buena persona debe cuidarse de la amargura.
Quizá lo podamos extrapolar y colegir que es mal acompañante del bondadoso la acedía, pues al recluirle en esa rumiación a fuego lento que rememora la lista de traiciones de los traidores, de insultos de los insultadores, de miserias de los miserables, en fin, de faenas mil de quien goza de herir al de al lado, ya no hay bondad a desplegar. Claro que entonces hay que concluir que la bondad ha de ser ciega y olvidadiza, porque si es leída y viajada, sabrá de la maliciosa afición humana, y recordará cómo se aprovechó del incauto bondadoso que ocupara sus tiempos en hacer feliz a los cercanos.
Ciega y desmemoriada, la bondad de las gentes es un alivio, un respiro.
Actualización, Jul2025 | 635👀
Vecinos ilustrados
Embate silente de la edad
Si en el decir de Gamoneda, la experiencia poética es un no saber sabiendo, el descubrimiento de la poesía de Constantino Molina, joven poeta ya muy laureado, y en torno al cual se ha levantado una gran expectación por su Premio Adonáis y su Premio Nacional de Poesía Joven, es certificar el saber de que nuestros poetas son necesarios para hacer más llevaderas nuestras horas, más bella nuestra mirada del mundo, más comprometido nuestro lazo social. También para cerciorarnos de que el bosque es menos inhóspito si poetas jóvenes encienden una fugaz luz.
El embate silente de la edad es un verso de su poesía “Don de la inocencia”. Creo que ahí concentra todo un saber sobre ese pasar las horas. Imperceptiblemente transcurren nuestras tardes, ocultas entre el trajín que nos envuelve, y en silencio, es cierto, descubrimos que el espejo es intratable, como animal de montaña (García Montero 'dixit'). Por eso nos agarramos al frescor de lo joven, de los jóvenes, y les necesitamos con la hondura de su inocencia, con la ingenuidad de sus preguntas, con una mirada menos oscura. Con esa osadía que reconforta. Se diría que nos agarramos a ellos, como si precisáramos de tener siempre al lado a Lorca. De hecho cuando regreso de nuevo a Fuente Vaqueros trato de hacerme con un nuevo objeto, a veces a Lorca mirando al objetivo, y pienso, lo que permanece es nuestra necesidad de ser mirados con mirada limpia, y desde luego, inocente. Es tan grato el embargo/ de contemplar el brillo de inocencia/ latiendo en tu mirada./ Esa mirada clara/ que ya conoce/ el embate silente de la edad, ("Las Ramas del azar", 2015). Creo que necesitamos el brillo de las miradas inocentes, esas que portan los niños cuando van descubriendo el mundo, o la mirada sorprendida de los amigos fieles, que no se asustan de nuestras rarezas dado que las atribuyen a las batallas perdidas. El poeta finaliza su poesía “Metafísica del orden”, con un "quizás usted lo sepa", dirigiéndose a alguien que le pregunta de dónde viene, qué intenciones guarda, hacia dónde se dirige. Nosotros podemos saber este viernes algo más del poeta joven, Constantino Molina, en el Encuentro poético organizado por el Ateneo de Palencia en la Caneja, al menos un no saber sabiendo, mientras escuchamos nuestro singular embate silente de la edad.Actualización Jul2025 | +354👀
Vecinos ilustrados
Los hombres viven con los ojos cerrados
Martín Garzo narra ese aserto del personaje de Abraham, padre de Isaac, "los hombres viven con los ojos cerrados", en su última novela "No hay amor en la muerte". Escuchando a Serafín Zubiri el otro día parece que entendí su invitación por imitarle a él, ciego, que proponía "mirar hacia adentro". Son dos miradas distintas del mundo, la que señala lo interesante de abrir los ojos, y la que propone "cierra los ojos y mira".
Shakespeare escribió por ejemplo sobre la anamorfosis en términos de confusión cuando la pintura es "mirada de cerca" (frente a lo "visto oblicuamente"), y otros muchos sabios nos advierten del peligro de poner mal el foco. Dicho de otro modo de creer que se puede anular nuestra subjetividad, y entonces equivocadamente poner el énfasis en el objeto mirado, en el asunto estudiado, olvidando que es mejor mirar cómo lo miramos. Y ahí podemos seguir a Joyce, y 'cerrar los ojos para ver', como asevera en su "Ulises". Creo que lo que Serafín Zubiri trata de transmitir es que siendo ciego, ha obtenido de su interior las mejores pistas acerca de lo que realmente desea. Es aquello de 'buscar en la geografía interior'. En realidad cuanto más conozcamos ese paisaje mejor podremos conducirnos, o dicho de otro modo, cuanto menos nos ignoremos, más podemos mirar el mundo sin una lente deformada, sin un espejo falso, deteriorado por el uso de lentes subjetivas tendenciosas, que ven lo que quieren ver, que dirigen su mirada siempre a lo mismo, que "escotomizan".
Se puede decir que evitar "mirar hacia adentro" no es lo más inteligente, al menos si no se quiere morir demasiado idiotas. Pero "vivir con los ojos cerrados" tampoco es demasiado inteligente, y no es cuestión de ojos, como hace ver Serafín Zubiri, pues el mundo puede ser mirado con otros muchos sentidos, con otros muchos modos que evitan cerrarnos. Garzo en su novela hace decir al personaje Isaac, «todos se comportaban con más libertad creyéndome ciego». Si es así, si nos comportamos con más libertad cuando estamos ante un ciego, desconocemos que un ciego no nos ve pero sí que nos mira, y desconocemos que efectivamente vivimos demasiado con los ojos cerrados muchos tramos de nuestra vida. Esperemos que, cuanto menos, abiertos hacia adentro.
Pequeño tirano doméstico
El relato de tantas mujeres y hombres acerca de su sufrir cuando tuvieron que soportar determinados personajes en su medio familiar, se resume en la expresión que encuentro en Lacan (caso Aimée): pequeño tirano doméstico.
Encantadores en el medio social, el pequeño tirano doméstico encuentra un lugar para someter a los otros a sus caprichos de neurótico, cuando no a sus delirios de psicótico estabilizado, o lo que es aún peor, a sus pasiones y perversidades psicopáticas. No estaríamos frente al gran tirano que somete a empleados y subordinados, sino hablaríamos de alguien que puede incluso no ser nadie fuera de su pequeño recinto, de la pequeña república independiente de su casa, atemorizador en cuanto pisa la raya de la entrada a su reino. Un ex ministro, responsable político de una ley, precisamente de violencia de género, que ha obtenido hasta la fecha un majestuoso 79% de denuncias falsas, (para darnos una idea de la belleza de algunas ficciones jurídicas, a lo Bentham) ha sido apartado por los suyos de sus responsabilidades políticas hasta en tanto no se aclare si ha sido o no un pequeño tirano doméstico, que ha podido usar o no de la violencia física y psicológica contra su ex pareja. Bueno, o ella miente cuando, según la prensa, el ex ministro le espetó un buen día “me merezco una mujer con unos pechos más grandes”, o él ciertamente es un soberbio altanero tal y como sotto vocce cuentan sus compañeros de escaño. Pero el pequeño tirano doméstico pasa desapercibido, juega con el secreto familiar, con la ley del silencio que impone esa vieja idea de que ‘los trapos sucios se lavan en casa’, que tanto daño y sufrimiento ha hecho. Basta escuchar el relato de gentes que han vivido situaciones de auténtico terror, de esclavitudes y servidumbres voluntarias, sin atreverse a voltear la situación. El pequeño tirano de andar por casa no es nadie fuera de las cuatro paredes donde domina. Que los pueblos hayan consentido tiranías se explica desde la psicología de las masas, pero que en una familia se permita reinar a un tirano, se explica desde la historia subjetiva de cada uno y de sus elecciones. El tirano doméstico sobrevive porque se le consiente, no es nadie si se le hace frente, no es nadie si se toma la Bastilla, si hay rebelión. Ojo con los pequeños tiranos domésticos cuando son mujeres. Y ojo con los pequeños tiranos domésticos cuando son niños.
Actualización Jul2025 | 718👀
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Mejor no comprender
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