El amor es un don
El aforismo de Lacan, «sólo el amor permite al goce condescender al deseo», es un enunciado que orienta muy bien en el campo de las dificultades psicológicas que presenta el desamor, el amor tóxico, el amor no correspondido, el amor nunca encontrado, el amor fugaz.
Es verdad que el amor es un don, y que por tanto se busca hallar el signo de amor en los gestos del otro, en sus palabras y silencios, en sus detalles, incluso en su no respuesta. De ahí la importancia que damos los psicoanalistas a los primeros amores infantiles, al primer amor adolescente, a las primeras decepciones amorosas, cercanas a los primeros adultos con que el niño se topa en el mundo.
La demanda es demanda de amor. Todo lo que pedimos, todo, hasta el más insignificante de los pedidos que formulamos a diario, esconde y se envuelve en ese pedido oculto, ser amados. Incluso cuando aparentemente no pedimos, incluso cuando damos.
Que el amor es dar lo que no se tiene, en contraposición a la fiesta, que es dar lo que se tiene, nos lleva más rápido al entendimiento del amor heroico, del amor imposible. También del amor incondicional, ese amor sin pliego de condiciones previas, pero peligroso.
El joven psicólogo debe saber que evitar al lado femenino las insistentemente agobiantes demandas de amor dirigidas hacia el lado masculino es ayudar a sufrir menos en la vida. Tanto como hacer ver que el lado masculino ‘ama in trasferta’, y que no da para más. Y conviene rastrear esos circuitos también en los amores homosexuales, tan fusionales, tal y como ellos y ellas los relatan.
Finalmente, es cierto, la venda que ponemos al amor se la retiramos a la amistad, que es más lúcida.
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