Si fuera río, sería Pisuerga tocando la montaña, inquieto navegante hacia la capital de los pintores, esperando paciente a la luz crepuscular de "Requejada", de paso hacia Salinas, después de haberle echado un pulso al tren, el de "La Robla".
Si fuera roca, sería Peña Tremaya, porque desde su cima se contempla a lo ancho y a lo largo "La Pernía". Porque siempre, en los años que tengo, y en los años de mis padres, y en los de mis abuelos; en los años aquellos de doña Elvira, cuando cantó la muda, digo que, en todos estos años, la he visto siempre enhiesta, como reafirmando si intervención en nuestra historia.
Pero si no pudiera ser ni río ni roca, seguro que sería témpano de silencio, flotando sobre cualquiera de estos montes, entrando con el frío de la feria de agosto en los hogares, mostrando el llanto del labrador, el triste pensamiento del minero, la importancia tan grande de la mujer en todos y cada uno de los menesteres de esta tierra, emulando a Blanca de Castilla, hija de los reyes de España, reina y regente de Francia.
(...) Es paradójico la ignorancia en la que vivimos quienes padecemos la poesía y la seducción de este pequeño paraíso.
No lo hemos sabido valorar. Lo estamos perdiendo a pasos de gigante.
Se vuelve contra nosotros lo que siempre estuvo a nuestro alcance.

@Del libro de Froilán de Lózar: "Viaje a través de la montaña", Julio 1989
Reportaje gráfico: José Luis Estalayo

En el confín siempre las atalayas. Ya fueras camino de la Abadía de Lebanza, ya subieras al "Cueto" de Herreruela, ya te "montaras" a horcajadas sobre las altas cimas de Brañosera, siempre el mismo espectáculo a la vista: El Peña Labra -dicen-, la mesa de los cántabros, -digo-, el corredor de los palentinos; como un penacho sin final para los habitantes de Polaciones, igual que un faro para Liébana, pero, insisto, un celoso guardián para Palencia. ¿De quién es la montaña? Del mundo, a lo sumo, de los de Piedrasluengas, un pueblo que duerme por debajo del collado que da vista a los Picos de Europa.
(...) Por encima de Los Redondos, a un lado de esta colosal obra, se divisa "Tres Mares", más alto que "La Horca", de Lores y más que el Peñalabra y el Carazo, éste último allá por donde alumbra ya Fuentes Carrionas, otro universo frente al nuestro, lleno por igual de asombrosos rincones, donde se alzan como ceremoniosos visitantes Espigüete y Curavacas.
Tierra de todos. Tierra de nadie. Contorneada a gusto de cada visitante.
@Del libro de Froilán de Lózar: "Viaje a través de la montaña", Julio 1989
Reportaje gráfico: José Luis Estalayo

A las cinco de la tarde, en el ruedo, mitad sol, mitad sombra. Está usted a dos pasos de la muerte, va a su encuentro, pide suerte; ha dejado sentado que es un héroe, que busca la guerra de la fiesta más allá de las barreras, bien lejos de los graderíos donde la gente pide sangre. ¿Y qué sangre? ¿La del torito fiero, o la del hombre osado?. Otra cosa que no indagó Santiago.
Amón busca de contínuo una referencia al héroe. No en vano, el poeta andaluz al que hoy se refiere escribe por y para el héroe. ¿Un ejemplo? El torero.
Queda claro que, Amón define aquí en la montaña a través de la fiesta de los toros, la bravura del paisaje, los gestos heróicos de los habitantes. ¿No hay también valentía en estos hombres de montaña?
Aquí se vive a espaldas de la tierra, con agua pero sin ella; con la nieve que cubre todos los horizontes... ¿no son éstos los síntomas para gente valiente? ¿Y quién los canta?
@Del libro de Froilán de Lózar: "Viaje a través de la montaña", Julio 1989
Reportaje gráfico: José Luis Estalayo. Imágenes de Areños, El Campo y Piedrasluengas

VUELTA A LOS ORÍGENES

La tierra y el cronista saben ya lo que pasa y se resignan tanto como la gente que aquí mora. Y reconfortan las palabras ya impresas. Mensajes reencarnados en las piedras.
El cronista no miente. Lo dice como lo siente su corazón. Él ha oído los gritos de auxilio que se desintegran en la boca de los campesinos arrugados. Parece que en Castilla preferimos resignarnos y llorar nuestro mal, cuando por tantas razones podríamos ser los primeros, los auténticos. Pero no desanimemos porque de igual forma que la tierra necesita del cuidado de unas manos, los cantores tenemos el estímulo metido a hierro y fuego. En lo más profundo y auténtico de nuestros paisanos hay una voz de reconocimiento.
Como dijo el poeta, nosotros cantamos para luego; permanecemos en la distancia; somos recriminados/admirados en la lejanía; quedamos en las efemérides de la pequeña historia para desmentir o reafirmar los acontecimientos que fueron en algún momento y en algún lugar.
@Del libro de Froilán de Lózar: "Viaje a través de la montaña", Julio 1989
Reportaje gráfico: José Luis Estalayo

VIAJE A TRAVÉS DE LA MONTAÑA