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Parlamento de los tres reinos
Cataluña da el primer ejemplo de su respeto a la ley. Uno de los aspirantes al trono es un intrépido y vigoroso catalán, de la ilustre estirpe de los condes de Barcelona, que se presenta audaz, poderoso y robustecido con el favor popular.
La sensatez del pueblo aragonés
"Jamás pueblo alguno, dijimos en nuestro Discurso preliminar, mostró una moderación, una sensatez y una cordura comparables a la de aquel reino (Aragón) cuando vacó sin sucesión cierta la corona... El compromiso de Caspe es una de las páginas más honrosas de aquel magnánimo pueblo."
Los catalanes ofrecen la corona
Los catalanes ofrecen la corona del principado al rey de Francia y al de Castilla
Los catalanes buscan un príncipe en Portugal
Duros y tenaces los naturales de aquel reino, amantes de la libertad y de la independencia, pero no pudiendo ni proclamarla ni defenderla ni sostenerla por sí solos contra tan inmediatos y poderosos enemigos, antes que someterse al rey de Aragón, optaron por recurrir a otra bandera e invocar otro príncipe que reemplazara al de Castilla, y buscando a quien ofrecer el señorío del Principado, se acordaron del infante don Pedro, condestable de Portugal, que era nieto del conde de Urgel, y descendiente de la antigua dinastía de los condes de Barcelona.
Le pareció buena ocasión a aquel aventurero príncipe, desheredado en aquel reino, para buscar ventura en país extraño, y respondiendo sin vacilar a la primera invitación y llamamiento, se embarcó desde Ceuta donde se hallaba con unos pocos caballeros que se determinaron a seguirle, pero sin armada, sin gente, sin dinero y sin consultar al rey de Portugal al rey de Portugal, su primo, y arribando a Barcelona (21 enero, 1464), y recibido el juramento de sus nuevos súbditos, tomó arrogantemente el título de rey de Aragón y de Sicilia, que el castellano había tenido al menos la modestia de no aceptar.
Comenzó el portugués a desempañar su oficio de rey con más desembarazo y resolución de la que muchos hubieran querido. Abolió el consejo del Principado, instituido desde la primera rebelión, castigó algunos desórdenes y delitos graves, puso coto a los excesivos tributos y exacciones con que los de la diputación tenían agobiado y oprimido al pueblo, y tomó sobre sí el gobierno de la ciudad. Pero entretanto el rey don Juan de Aragón y de Navarra, reconquistando palmo a palmo el terreno perdido, con su actividad natural, veterano como era en las guerras y en los combates, había ido haciéndose dueño de las plazas más importantes del Mediodía de Cataluña, no sin que le costara grandes sacrificios de tiempo, de gente y de dinero; todo esto después de atender a las fronteras de Castilla y a las de Navarra y después de haber hecho a su hijo don Fernando lugarteniente general del reino antes de los catorce años, solo para que pudieran autorizar lo que se ordena en las cortes de Zaragoza que tenía convocadas.
En la rendición de Lérida, que le había costado los trabajos y dispendios de un sitio, usó el rey con mucha clemencia de la victoria, confirmó los privilegios de la ciudad, y trató con mucha consideración a los habitantes a quienes el hambre tenía extenuados. En lo general usaba de la generosidad con los que se le sometían. Habiéndose reducido a su obediencia Juan de Beaumont, prior de Navarra, en Villafranca del Penedés con sus compañías de gente de armas, recibió a merced al prior y a todos sus parientes y servidores navarros, catalanes, aragoneses y castellanos que habían seguido al príncipe de Viana y hecho armas contra el rey y la reina. Algo más severo con don Jaime de Aragón, que se había rebelado contra el rey en su baronía de Areños, vencido que le hubo don Juan y apoderándose de su baronía, mandó encerrarle en el castillo de Játiva y allí estuvo hasta que murió. Un tratado de concordia que se asentó con el rey don Juan, el conde y la condesa de Foix, y los jefes y caudillos de los biamonteses, en que se acordó restituir a éstos sus castillos, villas y patrimonios, juntamente con un indulto general para todos los que habían seguido la parte del príncipe don Carlos y de doña Blanca, dejo al monarca aragonés libre y desembarazado por la parte de Navarra, y en aptitud de atender con más desahogo a la guerra de Cataluña.
Actualización Agosto2025 | +333 👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Cataluña contra el rey don Juan
Entretanto en Barcelona se habían ido encendiendo los ánimos y exacerbándose cada día los dos partidos, el enemigo de la reina y del rey, y el que aquella con su maña y su astucia había sabido granjearse, aunque siempre menos numeroso que el de los contrarios.
Agramonteses y Biamonteses
El origen de estas dos célebres parcialidades fue la guerra que desde 1438 se hicieron entre sí los señores de Agramont y de Lusa en la baja Navarra, denominándose Agramonteses los que seguían al primero, y Lusetanos los que seguían al segundo, y también Beaumonteses, o Biamonteses, del nombre de su caudillo Luis de Beaumont.
Navarra se hallaba dividida en dos poderosos e implacables bandos, llamados de agramonteses y biamonteses, de los nombres de sus antiguos jefes, que continuaban haciéndose cruda guerra aun después de extinguida la causa de su orígen (1). La invasión de la reina en los derechos del príncipe, y la arrogancia y la altanería con que le trataba y obraba, indignaron a una gran parte de los pueblos contra el rey don Juan, y era tal la enemistad con que se miraban los dos bandos de agramonteses y biamonteses, que bastó para que en esta causa tomaran partido el uno contra el otro, declarándose los primeros en favor de la reina, pronunciándose los segundos por el príncipe Carlos.
Representó éste, primeramente a su padre, con sumisión y respeto, suplicándole no consintiese una transgresión tan manifiesta de las leyes fundamentales del reino y de los derechos hereditarios; mas como viese el desprecio que su padre hacía de sus respetuosas representaciones, se decidió a sostener su derecho abiertamente con las armas, apoyando en el partido de los biamonteses y protegido por los castellanos, que aprovecharon con avidez esta ocasión para atizar el fuego de la discordia en Navarra, y hacer pagar a aquel revoltoso rey su afán de entrometerse en los negocios interiores de Castilla. La reina se encerró en Estella, pocos meses después de haber dado a luz en la pequeña villa de Sos, en Aragón, un hijo que se llamó Fernando (10 marzo de 1452), que por las cinrcunstancias de su nacimiento, como hijo menor y de segundo matrimonio, nadie podía sospechar entonces que había de suceder a su padre, y que había de ser con el tiempo el gran rey don Fernando el Católico.
Actualización Agosto2025 | +444 👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Alfonso de Aragón, a la conquista de Marsella
La embistió pues, y atacó resueltamente. Defendía la entrada del puerto una gruesa y fuerte cadena; por consejo del intrépido Juan de Corbera se determinó romperla en medio de las tinieblas de la noche. Al empuje de las galeras no pudieron resistir los gruesos y duros eslabones, y rota la cadena y penetrando la armada por el puerto adelante, saltaron los aragoneses al muelle.
Alfonso de Aragón, dueño de Nápoles
Crítica era la situación de Alfonso de Aragón; reducido estaba a dos castillos de Nápoles sin bastimentos el que pocos días antes disponía de todo el reino siciliano. Por fortuna suya arribó oportunísima y felizmente al puerto de Nápoles una flota catalana de treinta fustas, que era la que se decía iba a buscar la reina Juana para traerla a Cataluña.
Un trágico suceso
Ardía la discordia y peleaban los bandos en todas partes. Se agitaban en Cataluña el conde de Pallars y el obispo de Urgel, en Aragón los Urreas, los Lunas y los Heredias; en Valencia los Centellas y los Vilaragut. En Valencia andaban tan discordes los nobles y los brazos eclesiástico y militar, que los unos se reunieron dentro, los otros fuera de la ciudad, sin que lograran concordarlos los laudeables esfuerzos de los comisionados del parlamento catalán. El de Calatayud se disolvía sin haber podido conformarse, ni en el puesto en que había de tenerse el general de los tres reinos, ni en la persona de Cataluña que debía presidirle, y sólo se determinó que cada reino celebrase su parlamento en los lugares más vecinos.
EDAD MEDIA
Un suceso trágico vino a poner el reino en nueva y más grave turbación apenas disuelta la asamblea de Calatayud. El arzobispo de Zaragoza fue alevosamente asesinado por don Antonio de Luna. Al llegar el prelado a la Almunia, recibió aviso de don Antonio, de que deseaba conferenciar con él y le esperaba camino de Zaragoza. El arzobispo acudió al lugar de la cita, desarmado y en compañía sólo de algunos caballeros familiares suyos. El de Luna llevó consigo veinte hombres armados, pero había dejado emboscadas en una montaña vecina hasta doscientas lanzas. Se encontraron los dos personajes, se saludaron cortés y aun cariñosamente, y se retiraron un trecho a hablar solos. En la conversación preguntó el de Luna al arzobispo si sería rey de Aragón el conde de Urgel: "No lo será, -respondió el prelado-, mientras yo viva".
"Pues lo será, vivo o muerto el arzobispo, -replicó altivamente don Antonio de Luna". Y abofeteó al prelado en el rostro. Enseguida le dio un golpe en la cabeza con su espada, y cargando sobre él la gente del de Luna, le derribaron de la mula, la acabaron de matar y le cortaron la mano derecha. Gran escándalo y alteración movió en el reino acción tan criminal y alevosa.
Se alzaron en armas para vengarle, su sobrino Juan Fernández de Heredia, el caballero don Pedro Jiménez de Urrea, Juan de Bardají, el gobernador del reino Gil Ruiz de Lihori, y otros muchos amigos o parientes del prelado. El conde de Urgel envió sus gentes en socorro de don Antonio de Luna, que por otra parte intentaba justificarse ante el parlamento de Cataluña. Pero el conde y sus parciales, los Lunas, se hicieron con esto odiosos, mientras los vengadores del arzobispo se adhirieron con tal motivo cada vez más firmemente al partido del infante don Fernando. Pidieron a éste auxilio de tropas castellanas, y con ellas y las que ellos ya tenían, hicieron una guerra viva a don Antonio de Luna y a los de su parcialidad: tomaron varios lugares de sus dominios y les obligaron a refugiarse en la montaña.
Actualización Agosto2025 | 607👀
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
El conde de Urgel
El más fuerte y el más temido era el conde de Urgel, no tanto por la mayor legitimidad de sus derechos, cuanto por su ingenio activo, impetuoso y osado, por los numerosos partidarios que le proporcionaban sus relaciones de parentesco y amistad con las principales familias de Cataluña, por el favor de que gozaban los Lunas de Aragón, y por la popularidad que tenía entre los valencianos.
Le favorecía además la circunstancia de que a la sazón de morir el rey, sus competidores, o contaban todavía con escasas fuerzas, o se hallaban distantes del reino. El duque Luis de Calabria era un niño, y sólo contaba con el apoyo de Francia: el duque de Gandía, don Alfonso, anciano y enfermo, y el hijo bastardo de don Martín de Sicilia, don Fadrique, aunque recién legitimado por el papa Benito, tenían pocos partidarios en el reino. Quedaba pues, por principal competidor al de Urgel el infante don Fernando de Castilla, por quien había mostrado decidida inclinación el rey don Martín, y en cuyo favor estaba el Justicia de Aragón, el arzobispo de Zaragoza, el gobernador Lihori, y el mismo Benito XIII, formando un numeroso partido, además de asistirle, como se vio después, el mejor derecho.
El de Urgel, ávido por otra parte de ceñir una corona, se presentó con resolución y osadía a sostener su pretensión con lar armas. Grandes perturbaciones y trastornos amenazaban y hubiesen sobrevenido a la monarquía aragonesa, si no hubiera habido tanta sensatez y cordura por parte del pueblo y de sus representantes. Pero el parlamento de Cataluña, único que entonces estaba reunido, deponiendo con noble patriotismo toda afección personal, y atendiendo sólo a lo que demandaba la justicia y el bien y la paz del reino, requirió al turbulento conde que se abstuviese de ejercer el oficio de lugarteniente y licenciase la gente armada, pues no podía consentir ni aquella actitud, ni el uso de aquella autoridad, siendo el reino el que había de fallar en justicia entre todos los pretendientes: intimación que desconcertó al conde, por los mismo que venía del Principado, donde él contaba con mayor apoyo.
Pero tampoco Cataluña quería decidir por sí sola un negocio que interesaba igualmente a los tres reinos de la corona aragonesa. Por lo mismo, y procediendo con mesura y con la mayor lealtad, envió a algunos de sus miembros a Aragón y Valencia para excitar a estos pueblos a que reuniesen sus particulares parlamentos, y después en uno general de los tres reinos se viese la manera mejor de poner fin al interregno, dando la triple corona de aquella monarquía a quien de justicia y por más legítimo y fundado derecho se debiese.
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El conde de Urgel, al decir del historiógrafo de don Fernando, Lorenzo Valla, en su furia contra el papa y contra el arzobispo, amenazó al primero con hacerle rasurar la cabeza, y al segundo con ponerle en ella un casco de fierro candente en lugar de mitra.
Justicia mayor del reino
Habiendo procedido el rey a ordenar y proveer los oficios de su casa, tomaron de ello ocasión los altivos catalanes para querer resucitar uno de los abolidos privilegios de Alfonso III, y congregándose el parlamento en Molins de Rey, despacharon comisionados a Valencia, donde el monarca se hallaba, para que juntos con los de Valencia y Zaragoza le expusieran la doble pretensión de que no confiriese oficios ni empleos sin consentimiento y aprobación de las cortes, y de que despidiesen a los castellanos que tenían en su casa.
Un tanto desasosegadas otra vez las posesiones de Cerdeña, de Córcega y de Sicilia, el apaciguarlas del todo y completar la obra de su padre era empresa digna del ánimo levantado de Alfonso V, y podía ser ocasión y principio de otras mayores. Así, mientras sus hermanos los infantes don Juan, don Enrique y don Pedro inquietaban la Castilla y movían los disturbios y alteraciones que dejamos referidos, don Alfonso con más nobles aspiraciones preparaba su expedición, armaba y abastecía sus naves, juntaba sus gentes, y dejando encomendado el gobierno del reino a su esposa la discreta y prudente doña María, con su consejo de prelados, caballeros y letrados de juicio y autoridad, se proponía alejar del país, llevándolos consigo para emplearlos y distraerlos en las cosas de la guerra, aquellos magnates más dados a bullicios y novedades y a acaudillar banderías. Dio motivo a que se demorase algún tiempo su embarcación un incidente grave, propio de la singular constitución aragonesa, y fue el siguiente.
Era Justicia mayor del reino, y lo había sido mucho tiempo, Juan Jiménez Cerdán, varón muy notable y de grandes prendas, muy relacionado y muy influyente en el reino. Este supremo magistrado, siguiendo la costumbre de otros, había hecho cierto pacto con el rey de renunciar su dignidad siempre que a ello le requiriese. Deseaba don Alfonso dejar a su partida provisto aquel cargo en Berenguer de Bardají, el hombre más eminente de su tiempo, y en quien más confianza tenía. En su virtud requirió a Jiménez Cerdán que renunciase a su oficio, mas como éste rehusase cumplir lo pactado, el rey determinó proceder contra él hasta declararle público perjuro, pregonándole privado de su empleo y mandando que nadie obedeciese sus provisiones (marzo, 1420). El destituido Justicia hizo su reclamación de agravio, y le fue otorgada su firma de derecho para ser oído y amparado en su posesión. A pesar de este recurso, la reina, como lugarteniente general del reino, confirmó la destitución, la mandó publicar a pregón y notificar a todos los tribunales. Tan violenta y desusada medida, empleada con un funcionario que las leyes y las costumbres aragonesas consideraba como la primer defensa y amparo de sus privilegios y libertades, produjo general escándalo grave y disgusto y turbación en el reino, y hubiera dado ocasión a más serias demostraciones sin la abnegación loable de Cerdán, que al fin hizo su renuncia en manos de la reina, quedando reconocido como Justicia Berenguer de Bardají.
Actualización: Agosto2025 | 521👀
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Proclamación del rey niño en Toledo
La circunstancia de haber heredado el trono de Castilla un príncipe que aun no contaba dos años de edad, en ocasión que amenazaba y aun había comenzado a romperse una guerra formidable con los moros de Granada, hacía que muchos temieran y auguraran grandes turbaciones y calamidades en el reino, señaladamente los que sabían y recordaban los males que en muchas ocasiones había traído a Castilla las largas menoridades de sus reyes.
1406-1419
Por lo mismo también temían unos y deseaban otros que el infante don Fernando, hermano del recién finado monarca, se alzase con la gobernación y regimiento del reino, y aun con la corona que heredaba su tierno sobrino, única manera que algunos veían de poder conjurar las tempestades y borrascas que amenazaban levantarse. Pero el noble infante, sin oír otros consejos que su conciencia, ni otra voz que la de su lealtad, fue el primero que ante los prelados, ricos-hombres, caballeros y procuradores de las ciudades, reunidos para las cortes de Toledo, declaró que recibía y excitó a todos a que recibiesen por rey de Castilla y a que obedeciesen como a su señor natural al príncipe don Juan su sobrino. En su virtud el pendón real de Castilla, puesto por el infante en manos del condestable Ruy López Dávalos, fue paseado por las calles y plazas de Toledo, proclamando todos: "Castilla, Castilla por el rey don Juan". Poco después ondeaba el estandarte real en la torre del Homenaje, y don Fernando anunciaba a los procuradores del reino en la iglesia mayor de Santa María que con arreglo al testamento del rey del Enrique quedaban él y la reina doña Catalina encargados de la tutela del rey y de la gobernación del reino durante la menor edad del príncipe don Juan. Seguidamente partió el infante para Segovia (1º de enero de 1407), donde se hallaba la reina viuda con su hijo, afligida por la muerte de su esposo, y temerosa de que el infante, con arreglo a la disposición testamentaria de don Enrique, quisiera privarle de la crianza y educación del príncipe, que aquel dejaba encomendada a Juan de Velasco y a Diego López de Zuñiga.
Actualización Agosto2025 | 343👀
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Gremios y cofradías
Si la industria y las artes no habían hecho unos grandes adelantos, que tampoco eran de esperar en un pueblo cuyos lazos estaban de continuo ocupados con las armas, con todo, desde Alfonso VI hasta San Fernando, desde la toma de Toledo hasta la de Sevilla, no sólo se dedicaban ya muchos ciudadanos al ejercicio de las artes y oficios mecánicos, sino que a la mitad del siglo XIII hallamos ya a los menestrales formando congregaciones reglamentadas con el título de gremios o cofradías. "Aunque no se han encontrado todavía, dice el ilustrador Capmany, memoria alguna que nos ilumine y guíe para buscar la época fija de la institución de los gremios y artesanos en Barcelona, pero según todas las conjeturas que nos suministran los más antiguos monumentos, es muy verosímil que la erección o formación política de los de menestrales, se efectuó en tiempos de don Jaime I, en cuyo glorioso reinado se fomentaron, al paso que el comercio y la navegación se animaban con las expediciones ultramarinas de las armas aragonesas".
EDAD MEDIA
En Castilla se hace mención en la misma época a la cofradía de tejedores formada en Soria con acuerdo del consejo de la ciudad. Pero nada da mejor idea de la existencia y organización gremial de los artesanos en el reinado de San Fernando que la descripción que nos hace su crónica de la forma que dio a su campamento en el sitio de Sevilla. "Tenía (dice) el rey don Fernando su real asentado sobre Sevilla, que parecía una populosa ciudad, muy bien ordenado y puesto en todo concierto: había en él calles y plazas. Había calles de cada oficio por sí: calle de traperos, calle de cambiadores, calle de especieros, calle de boticarios y de freneros: plaza de los carniceros, plaza del pescado, y así de todos los oficios cuantos en el mundo pueden ser: de cada uno de ellos había su calle de por sí..."
Era no obstante la industria, como no podía menos de ser, todavía grosera, y limitábanse las artes y oficios, fuera del de la construcción de armas, en que se había adelantado mucho, a los objetos y artefactos de primera necesidad, que no permitía otra cosa la intranquilidad en que hasta entonces se había vivido.
Actualización Agosto2025 | 367👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la
historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Sobre el célebre ministro Alburquerque
Una observación tenemos que hacer acerca del célebre ministro don Juan Alfonso de Alburquerque. Muchas veces hemos oído, y muchas hemos visto estampado que el válido portugués era el instigador de las malas pasiones de don Pedro, el despertador de sus instintos impetuosos, y el consejero de sus crueldades. Los que tal afirman no pueden haber leído bien la historia del reinado de don Pedro de Castilla.
CASTILLA-SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIV
No somos, ni podemos ser panegiristas de aquel privado. Sediento de dominación y de influjo, como lo son en general los que una vez alcanzan la privanza de los reyes, no perdonaba medio el del Alburquerque para conservar su valimiento o recobrarle: como todos los favoritos, suscitaba envidias, rivalidades, odios, y era vengativo con los magnates que aspiraban a precipitarle de la cumbre de su privanza. Tan lejos estamos de defender a Alburquerque, que le hacemos un cargo imperdonable de haber empleado un medio altamente inmoral para conservarse en la gracia de su regio pupilo, el de explotar sus voluptuosas pasiones y de especular con la honra de una dama honesta y de grande entendimiento, suponiendo que se dejaría avasallar de su hermosura, como así se realizó, y que él medraría a la sombra de una amorosa relación proporcionada por él, en lo cual le salieron fallidos sus cálculos. Notamos al propio tiempo que durante la dominación del valido el país fue dotado de buenas y saludables leyes; en su administración hubo orden y regularidad, y no se vieron ni dilapidaciones, ni distribuciones de mercedes notoriamente injustas. Nuestra observación no se encamina a notar esta mezcla de bueno y de malo en el ministro favorito, sino a mostrar que en ningún periodo cuenta la historia menos actos de lascivia y de crueldad del rey don Pedro que mientras duró la privanza de Alburquerque. Cayó precisamente el validocuando comenzaban los desvaríos del monarca: soltó éste el freno a sus antojos, según que se due emancipando de antiguas influencias y obrando por sí mismo: el primer escándalo conyugal señaló la caída definitiva de Alburquerque: ya éste no era privado, sino enemigo, cuando el rey faltó a la manceba y a la esposa, y burló con achaque de matrimonio a la de Castro en Cuéllar: cuando las matanzas de Toledo y de Toro, el de Alburquerque ya no existía: hacía el comedio del reinado, cuando se desataron en todo su furor las iras, y las violencias, y las tropelías del monarca, ni memoria quedaba apenas del antiguo valido, y borrada casi del todo estaría en los último años cuando se consumaban los atentados más horribles. Excusado es, pues, invocar influencias para atenuar los crímenes y cohonestar los desmanes de este soberano. Por inclinación propia y por propio instinto fue lo que fue don Pedro de Castilla.
Actualización Agosto2025 | 289👀
Historia General de España
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Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Batalla de Aljubarrota
Froissart en su Crónica, cap. III, cuenta minuciosamente esta batalla, y refiere pormenores curiosos y lances dramáticos, que el cronista castellano, desgraciado actor en ella, omitió como huyendo de un triste recuerdo. Froissart dice que supo todas aquellas circunstancias de boca de un caballero del consejo del rey de Portugal a quien vio en Flandes, y empleó seis días en escribir lo que aquel le dictaba. Por consecuencia es muy verosímil que su relación en algunos puntos no tenga tanto de verídica como de novelesca.
EDAD MEDIA
Lo que sabemos de cierto es que luego que el rey llegó a Sevilla, escribió cartas a las principales ciudades de sus reinos, participándoles en términos muy tristes el infortunio de Aljubarrota, al propio tiempo que las convocaba para las cortes de Valladolid. He aquí los principales párrafos de estas sentidas cartas:
"Don Juan, etc... Sabed que lunes catorce días de este mes de agosto ovimos batalla con aquel traydor que solía ser Maestre de Avis, e con todos los del regno de Portugal que de su parte tenia, e con todos los otros extranjeros, así ingleses como gascones, que con él estaban: e la batalla fue de esta manera.
Ellos se pusieron aquel dia desde por la mañana en una plaza fuerte entre dos arroyos de fondo cada uno diez o doce brazas; e cuando nuestra gente ahí llegó, e vieron que no les podían acometer por allí, ovimos todos de rodear para venir a ellos por otra parte que nos paresció ser más llano; e quando llegamos a aquel logar era ya hora de vísperas, e nuestra gente estaba muy cansada. Entonces los mas de los caballeros que con nosotros estaban, que se avían visto en otras batallas, acordaban que non diese esta en aquel día, lo uno porque nuestra gente iba fatigada, e lo otro para mirar la gente portuguesa como estaba..."
Actualización Agosto2025 | 872👀
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Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Juicio crítico del reinado de Pedro de Castilla
Se angustia el alma y se estremece la mano, y tiembla la pluma al tratar de trazar el cuadro y hacer el análisis razonado y crítico del reinado de Pedro de Castilla; y esto no solamente por la cadena casi no interrumpida de trágicas escenas y horribles suplicios, y sangrientas ejecuciones a que se dejó arrastrar este violento monarca, con razón y justicia una veces, por venganza otras, otras por intempestuosidad de carácter, y las más por una especie de ferocidad orgánica.
CASTILLA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIV
No solamente por las revueltas, las perturbaciones y las calamidades que afligieron la monarquía castellana en este periodo, sino porque entre todos los autores y personajes de este complicado drama de cerca de veinte años, de la misma manera que en el reinado de doña Urraca, al cual no sin meditación le comparamos, no vemos sino ambiciones, venganzas, rebeldías, traiciones, veleidades, flaquezas, miserias y crímenes. Al fin en aquel reposaba cada vez que se dirigía la vista a la bandera inocente y sin mancha del niño Alfonso que después fue emperador: en éste no se divisa una sola bandera legítima y pura, y para hallar descanso y alivio al espíritu atormentado con las impresiones de tanta catástrofe lamentable, hay que buscarle en la estéril virtud de la desgraciada doña Blanca, en el corazón compasivo de doña María de Padilla, reducida a la odiosa condición de manceba mereciendo ser reina, a tal cual destello de humanidad del mismo rey don Pedro, que se vislumbra como un rayo de débil luz por entre negras sombras, y a la generosidad caballeresca de un príncipe extranjero que acaba por arrepentirse de haber tendido una mano protectora a quien no era digno de ella. En este como en aquel reinado se ve palpable y sensiblemente la mano de la Providencia haciendo expiar a cada uno sus excesos y sus crímenes.
"Fue desgracia de Castilla, decíamos hablando de don Sancho el Bravo, desde que tuvo un rey grande y santo que la hizo nación respetable, y un monarca sabio y organizador que le dio una legislación uniforme y regular, los soberanos se van haciendo cada vez más despreciadores de las leyes naturales y escritas, se progresa de padres a hijos en abuso de poder y en crueldad, hasta llegar a uno que por exceder a todos los otros en sangrientas y arbitrarias ejecuciones adquiere el sobrenombre de Cruel, con que le señaló y con que creemos seguirá conociéndole la posteridad."
Sin embargo, en el principio de su reinado no aparece todavía ni sanguinario ni vicioso. Al contrario, se le ve perdonar más de una vez a sus hermanos bastardos y a otros magnates rebeldes. Si el puñal de un verdugo se clava en las entrañas de doña Leonor de Guzmán, no es donde Pedro el que ha armado el brazo del asesino de la dama de su padre; ha sido su madre, la reina doña María la que ha ordenado al terrible ejecutor la muerte de su antigua rival, precisamente, cuando había dejado de serlo. En conseguirlo o no reprobarlo el hijo, creemos que hubo culpa, pero aun no descubrimos ferocidad. El fallecimiento casi simultáneo de los Laras y de don Fernando de Villena aparece harto sospechoso, pero nos complacemos en que no haya pruebas sobre qué fundar capítulo de acusación contra el rey. Garcilaso y don Alfonso Coronel habían sido rebeldes y merecían castigo. Cierto que el del primero fue ejecutado con circunstancias que hacen estremecer de horror, y revelan una saña feroz y repugnante, incompatible con todo sentimiento humano. Concedamos, no obstante, a los defensores de don Pedro que este acto de dura fiereza no emanara del rey, sino de su privado el ministro Alburquerque. Concedámoselos, por más difícil que resulte absolver la autoridad real del pecado de consentimiento, ya que la supongamos libre del de mandato.
Actualización Agosto2025 | 277👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Distracciones del rey: lujo y zozobra
Señalado don Juan I de Aragón por el lujo el boato y la esplendidez de su casa y corte. Siendo sus dos pasiones favoritas la caza y la música, se preciaba en cuanto a la primera de poseer los utensilios de cetrería y montería de más gusto y precio y más raros y singulares que se conocían, los más diestros halcones y las traíllas de los más adiestrados perros, en que gastaba sumas inmensas, y en que hacía vanidad de no igualarle príncipe alguno.
EDAD MEDIA
En cuanto a la música en cuya afición sólo la reina doña Violante, su esposa, rivalizaba con él, el rey hacía venir de todas partes y a cualquier costa los más hábiles instrumentistas y los cantantes más célebres, la reina entretenía en su casa gran número de damas las más gentiles de su reino, en términos que ninguna corte de príncipe cristiano podía ostentar cortejo tan brillante y lucido; y como si sus negocios de Estado fuesen el placer y el recreo, pasaban alegremente la vida en músicas y danzas y saraos. Al decir del cronista Carbonell tenía concierto tres veces cada día, y todos los días antes de acostarse, excepto los viernes, hacían danzar en palacio las doncellas y mancebos de la corte.
Compañera inseparable la poesía de la música, se llenó la corte de poetas y trovadores: se erigieron escuelas y academias en que se cultivaba y enseñaba la gaya ciencia, y a las justas y otros ejercicios belicosos reemplazaron los pacíficos debates de los juegos florales y de las cortes de amor, debate en que se guardaba en verdad la decencia más rigurosa, para lo cual había hecho el rey una severa ordenanza, y se castigaba la menor infracción con multa de mil sueldos. Se gastaban en estos espectáculos y festines cuantiosas sumas, y de éste género de vida se dio al rey los dos sobrenombres de "El Cazador" y "El Indolente". Parecía que este príncipe, después de sus penosas dolencias, se proponía darse prisa a gozar de los placeres de una vida que temía que se le escapase. En corte tan afeminada era también una dama la que ejercía el más ascendiente imperio sobre la reina y el rey, y era como la verdadera reina de Aragón: se llamaba doña Carroza de Vilaragut.
No podían los fieros y graves aragoneses ver con paciencia ni consentir que así se alterasen las costumbres severas de sus mayores, ni que la modesta corte de sus reyes se convirtiese en corte de fausto y de afeminación, ni que se consumieran en esto las rentas del Estado y los sacrificios del pueblo, ni que predominara el influjo y privanza de una mujer, ni que por entretenerse en deleites y regalos se desatendieran los negocios y el gobierno del reino. Así en las primeras cortes que el rey tuvo en Monzón (1388), varios ricos hombres aragoneses, sostenidos por prelados y por nobles catalanes, presentaron sus quejas contra los desórdenes de la corte, y pidieron enérgicamente y en voz alta la reforma de la casa real. Como el rey se mostrara en principio un tanto indeciso, significáronle su disposición a recurrir en caso necesario a las armas. No era don Juan hombre que dejara llegar las cosas a tal extremo, y así hubo de ceder no sólo a desterrar de palacio a la dama favorita, sino a reformar su casa y a ordenar pragmáticos poniendo tasa y límites a los gastos y a moderar los desórdenes, con lo cual pudo conjugar la tempestad que amenazaba.
Actualización Agosto2025 | 513👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Juan I de Castilla
Mientras que Juan I de Castilla se ocupaba en resolver para su reino la gran controversia religiosa, una tormenta se había estado formando contra él del lado de Portugal, que fue lo que motivó su traslación a Salamanca. El versátil don Fernando de Portugal, a pesar del reciente tratado hecho con Castilla, se había ligado con los príncipes de Inglaterra y aún con uno de los hermanos bastardos del de Castilla llamado don Alfonso.
EDAD MEDIA-1381
Y mientras el portugués se preparaba secretamente para la guerra, el conde de Cambrigdge, después duque de York, hermano del de Lancáster que pretendía el trono castellano por su mujer doña Constanza, disponía una expedición a Portugal con mil hombres de armas y mil flecheros. Tampoco se descuidó el rey de Castilla. Primeramente trabajó para traer a merced a su hermano Alfonso, penetró seguidamente en Portugal y se apoderó de la ciudad de Almeida, mientras su almirante Sánchez de Tovar, a quien había enviado con una flota de 17 galeras a las aguas de Lisboa, deshacía una armada de veinte naves portuguesas que mandaba el almirante Juan Alfonso Tello, hermano de la reina de Portugal, haciendo prisionero a éste y matando a todas sus compañías y caballeros (julio, 1381). Con este triunfo quedaba el castellano dominando el mar. Enfermó el rey don Juan gravemente en Almeida, mas luego que restableció su salud envió un reto al príncipe inglés que supo haber llegado a Lisboa, convidándole a venir con él a la batalla. No contestó el de Cambrigde, y dejando el castellano guarnecidos los lugares de la frontera portuguesa, vino a Castilla a levantar compañías y preparar formalmente la guerra. Aquí paso el resto del año entre Palencia, Ávila, Tordesillas y Salamanca.
Actualización Agosto2025 | 366👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
Cortes de Burgos: ley de vagos
En el mismo día en que murió don Enrique II en Santo Domingo de la Calzada fue proclamado rey de Castilla y de León su hijo don Juan, primer monarca de este nombre en Castilla. Se coronó en el monasterio de la Huelgas de Burgos, armó aquel día cien caballeros, hubo grandes fiestas, y dio a Burgos en memoria de su coronación la villa de Pancorbo. También se coronó la reina doña Leonor, su esposa, que a poco tiempo dio a luz un príncipe, que se llamó don Enrique, destino a reinar algún día.
1379-1390 EDAD MEDIA
Joven de poco más de veintiún años don Juan I cuando empuñó el cetro de Castilla, comenzó a atander a los negocios graves del reino con la sensatez de un hombre maduro. Su afición a dotar el reino de leyes saludables hechas en cortes, la mostró desde las primeras que celebró en Burgos a muy poco de su coronación (1379). Figura entre las leyes suntuarias de España la que hizo don Juan I en estas cortes, prescribiendo la calidad de las telas, adornos y vestidos que habían de usar los caballeros, escuderos y ciudadanos, así en sus trajes como en sus armas y en los arreos de sus caballos. Confirmó a los pueblos sus privilegios, franquicias y libertades: concedió un indulto general por toda clase de delitos, excepto los de alevosía, traición y muerte segura; mandó que los obispados, dignidades y beneficios eclesiásticos se diesen precisamente a naturales de los reinos, y no a extranjeros, "pues que en los nuestros regnos ay asaz buenas personas e pertenecientes para ello"; ordenó a los alcaldes de todos los pueblos que no consintieran la vagancia ni la mendicidad, sino que obligaran a todo el mundo a tener ocupación u oficios con que mantenerse, y que a toda persona sana que encontrasen mendigando le dieran cincuenta azotes y le echaran del lugar; corrigió muchos abusos que cometían los jueces, alguaciles y arrendadores de rentas, e hizo otras leyes no menos útiles.
Actualización Agosto2025 | 448👀
Historia General de España
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX.
Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.
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