GRAN GUÍA TEMPLOS ROMÁNICOS
Santa María la Real
Última actualización: 02 de julio de 2023 | +2.882👀
Tras un larguísimo viaje, aterricé en un paraje divino que me hizo salivar y remover todos mis jugos gástricos. Ahora comprendía el prolongado ayuno al que había estado sometido sin catar bocado alguno, pues aquel intenso y dulce olor a galleta me hacía presumir un opíparo desayuno. En esas estaba yo relamiéndome cuando nada más poner patas en el suelo oigo una voz de uno de estos humanos que me acompañan, que grita: " Velar se debe la vida de tal suerte que quede vida en la muerte".
¡ Mal empezamos!- me dije.
Creí que esta vez me tocaba ir de funeral a un cementerio románico, y más cuando atravesé el umbral del ala izquierda de aquel edificio de doble planta, con su cilla y espadaña al fondo, y encontré restos fragmentarios de enterramientos.
Sin darme resuello para recuperarme de la impresión, comienzan las consabidas discusiones como si fuera un partido de fútbol donde unos se acuerdan de la madre del árbitro, otros del padre y la mayoría, de todos sus difuntos. Nada, que no se ponen de acuerdo sobre su "fundación", pues parte de esta piara de gamberros románicos la atribuyen a un tal Alpidio y a su hermano Opila, mientras alguno de ellos a un abad de Retuerta en tiempos de Alfonso VIII. ¡ Mentecatos, tanto título y horas de estudio y no saben que su verdadera Fundación la hizo un maestro de obras muy gracioso llamado José María Pérez González, cuya marca me fecit es la de "Peridis"!
Tampoco se ponen de acuerdo en su estilo y vinculación monástica, que si benedictina o premostratense, por aquello de su insigne espadaña, ni en su nombre que unos dicen que es San Pedro y San Pablo y otros Santa María la Real. Los que aquella defienden tiran de remotas leyendas que, al menos, sirven para distraer las telarañas de mi estómago mientras me entretengo escuchando lo de que cuando Alpidio cazaba allá por el año 820, encontró un templo junto a una roca y bajo éste otro con tres altares bajo uno de los cuales hallaron las reliquias que dijeron eran de San Pedro y de San Pablo, y bajo el otro " parte de la sagrada vestidura de Nuestra Señora", por lo que Opila decidió construir un monasterio benedictino, de San Pedro y San Pablo, aunque veinte años después mudó el nombre por el actual cuando los monjes se bajaron, permaneciendo en él hasta la primera centuria del siglo XII en que fue ocupado por los premonstratenses con su abad don Miguel. Y que un fuste de su sala capitular, trasladado como otras muchas piezas, grita la fecha: " Era MCCXLVII fuit factum hoc opus Dominicus".
Toda esta charla discurría en el claustro, muy bonito. Pese a tratarse de un cenobio de la Orden Premostratense, su distribución se parece mucho a los de los monasterios cistercienses, pues al costado sur de la iglesia el claustro presenta planimetría cuadrangular con cuatro galerías o pandas cubiertas con bóvedas de crucería que vendrían a sustituir a las primitivas de madera, y cada panda se abre al jardín central mediante grupos de tres arcos de medio punto algo apuntados sobre pares de columnas que, a su vez, quedan abrazados por arcos mayores apuntados separados entre sí por contrafuertes. Cada uno de los pares de columnas culminaría en capiteles ornamentados, los más antiguos tallados en torno a 1180, y otros ya del siglo XIII de clara influencia cisterciense que hoy, perdidos o trasladados al Museo Arqueológico, han sido sustituidos por sencillos y lisos bloques pétreos.
Desde su planta diferentes estilos, porque mientras la puerta de los monje que comunica este claustro con la iglesia es de claro románico, el abovedamiento de las crujías son góticas. O sea, un totum revolutum que pregona el estado de abandono, despojo y expoliación del siglo XIX donde se arrancaron capiteles, columnas y molduras que acabarían en el Museo de Universidad de Harvard.
Y buscando y buscando identificación entre románico y gótico, me pegan un meneo por la Sala Capitular, la huerta, la capilla del Abad y el templo basilical que desemboca con sus tres naves en un crucero cubierto con bóveda de cañón apuntado al que abriría, en origen, una triple cabecera de la que en la actualidad tan solo se conservan dos de sus ábsides. La absidiola lateral norte sería derribada a mediados del siglo XVII para construirse la conocida como Capilla del Cristo o del Crucifijo.
Mientras impresionado por el conjunto, no dejaba de pensar que sería éste lugar un buen sitio para poder haber visto en él una buena exposición de pintura románica....
2 comentarios:
Felicitaciones Manuel, porque de una forma amena y atractiva vas deshilachando la madeja de charlatanería en torno al mundo maravilloso del románico y por tu capacidad para resumir en un artículo volúmenes de información sobre el tema.
Gracias, Constitución. Tu comentario elogioso se lo pasaré a Mongui en mis oraciones. Parece increíble que este perrito gruñón que dió un sentido singular a mi vida, pueda impactar en almas tan sensibles y tan distantes. Te quedo sumamente agradecido.
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