CAPÍTULO SEGUNDO
Richard Ford, 1846
La cuarta zona es la bética, que es la más meridional y africana; costea el Mediterráneo, apoyándose en el pie de las montañas que se elevan a su espalda y forman la masa de la Península. Esta barrera constituye una protección contra los vientos fuertes que barren la región central. Nada más emocionante que descender desde las mesetas altas hasta las fajas marítimas; en pocas horas cambia por completo el aspecto de la naturaleza, y el viajero pasa de la vegetación y el clima de Europa al de África. La característica de esta región es una atmósfera abrasadora y seca durante una gran parte del año. Los inviernos son cortos y benignos, más bien lluviosos que fríos, pues en los valles del mediodía apenas si se conoce el hielo, como no sea en los helados; la primavera y el otoño son deliciosos, sobre toda ponderación. La mayor parte del cultivo es de regadío, sistema establecido por los árabes de una manera muy perfecta. El agua, con este sol abrasador y vivificante, es en realidad la sangre de la tierra y sinónimo de fertilidad. Las producciones son tropicales: caña de azúcar, algodón, arroz, naranja, limón, dátiles. El algarrobo y la adelfa son considerados como vegetación limítrofe entre esta tierra caliente y las regiones más frías porque está circundada.
Tales son las divisiones geográficas de la naturaleza con la cual tan íntimamente unidas están las producciones vegetales y animales; ahora entramos más de lleno a estudiar el clima de España, del cual están tan orgullosos los españoles como si lo hubieran hecho ellos mismos. Esta zona bética, Andalucía, de la que forman parte muchas de las más interesantes ciudades y algunos de los lugares más bellos de la Península, debe ser objeto de preferencia para el viajero, y cada una de sus bellezas, considerada particularmente, abarca una gran extensión de variadas perspectivas y objetos, y, por lo tanto, como es accesible fácilmente, puede ser visitada durante la mayor parte del año. El invierno puede pasarse en Cádiz, Sevilla o Málaga; el verano, en las frescas sierras de Ronda, Aracena o Granada, siendo, sin embargo, preferibles siempre los meses de abril, mayo y junio, o septiembre, octubre y noviembre. Los que vayan en primavera deben reservar junio para las montañas; los que hagan el viaje en otoño deberán comenzar por Ronda y Granada, terminando por Sevilla y Cádiz.
Richard Ford
Hispanista ingles (Londres, 21 de abril de 1796-Exeter, 31 de agosto de 1858)
1844 Manual para viajeros por España
1846 Cosas de España
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