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Aquellas remotas y fabulosas fábricas de gaseosa

Hubo un tiempo en el pasado de nuestras vidas, en el que muchos de los pueblos de nuestra provincia de una cierta importancia por su número de habitantes, disponían cuando menos en su haber industrial de una pequeña fábrica de gaseosas, cuyo producto elaboraban artesanalmente en su mayoría. Y desde cuya ubicación se cubrían las necesidades tanto del propio pueblo como de otros más de la comarca, en cuanto a esta bebida se refiere; que comenzaba a gozar de una gran demanda a nivel particular en los propios domicilios. Y era muy solicitada, de otra parte, en bares y restaurantes; aquí bajo diferentes nombres añadidos, como eran el agua de Seltz, la soda o el sifón.




Se distribuía el producto en botellas de cristal, que disponían de un tapón especial creado al efecto que cerraba con fuerza la botella para impedir su apertura durante el transporte, pensando en la presión que de por sí ejercía el líquido dentro del recipiente. Y a razón de seis u ocho botellas, dependiendo de la marca de la gaseosa, por cada caja de madera que las contenía.

Todavía recuerdo el regusto dulzón que la fuerza de la gaseosa recién abierta, dejaba en el paladar y la garganta al beberla; porque siempre nos gustaba a los chavales experimentar esa especie de cosquilleo en la boca. En esencia, la gaseosa, como producto, se trata de agua carbonatada a base de ácido carbónico, que se descompone luego en agua y dióxido de carbono, que es el “culpable” de que se generen las típicas burbujas que surgen cuando se agita o se abre de pronto una botella de gaseosa. Y echando una mirada a nuestro pasado reciente, el que más y el que menos tendrá en la memoria, entre otros, nombres tan familiares y cercanos de marcas comerciales con las que se distribuían aquellas gaseosas, como son La Adelina, La Morenilla, La Pitusa, Espumosos Colón, Fuenteclara, La Torrecilla, Prádanos, Gaseosas A. Herrezuelo, Gaseosas Bahillo, entre otros muchos más…, que corresponderían a marcas de gaseosas que se fabricaban en diferentes pueblos de nuestra provincia y también en la propia capital palentina.


Luego vendrían las marcas de ámbito nacional, que también se comercializarían en nuestra provincia: Konga, La Casera, La Revoltosa, …, persistiendo o conviviendo durante algún tiempo con las anteriores más locales. Pero ya no era lo mismo, porque se había perdido el sabor tradicional y artesanal, la magia, e incluso hasta el misterio que envolvía a aquellas burbujas que subían rápidas y veloces por el interior de la botella de cristal a poco que se la moviese. Claro, que habría que decir también que en aquellos años la gaseosa gozaba como tal de un gran predicamento y una gran prestancia como bebida refrescante; e incluso en el ámbito social se estilaba una cierta moda en torno a su consumición en bares y restaurantes.

Una gaseosa para cuatro, ¡por favor!, se escuchaba de pronto al fondo del bar…

Eran otros tiempos…, demasiado lejanos ya.




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9 comentarios:

FGC dijo...

Leyendo sobre la gaseosa se siente cierta nostalgia de aquellos años no tan lejanos. Yo recuerdo muy bien cada semana al repartidor de gaseosas en mi casa, teníamos un envase de 12, de esos de madera y cada semana reponíamos, no recuerdo ya casi la marca, sé que de últimas era San Miguel, La Revoltosa o La Casera, pero estoy segura de que antes hubo otras marcas locales conocidas de las que ya no me acuerdo y seguro habrán desaparecido. Ahora solo queda el coleccionismo de esas botellas tan bonitas que recuerdan viejos tiempos.

María Pilar dijo...

La gaseosa Fuenteclara, ¡qué recuerdos de infancia!

Antonio Riaza (wassap) dijo...

Qué bonita descripción, y cuántos recuerdos. Aquellos tapones de cristal que, si teníamos suerte u pillábamos alguno, luego nos servían de "bolas" o canicas de lujo para jugar.
Un abrazo.

Nano (wassap) dijo...

Por cierto aunque se abrían y cerraban muchas veces, nunca perdían el sabor ni la fuerza. Un abrazo

Gabi (wassap) dijo...

En Galdácano teníamos una.

FGC dijo...

Me he pasado un buen tiempo intentando recordar las que solía ver de pequeña y acabo de acordarme de algunas más: la Serrana y Carbónicas Molina en Salamanca y Genfis, que creo que es de Valladolid. Un bonito tema, la verdad.

Nuria de Espinosa dijo...

Madre mía!!! Cuantos recuerdos. La casera, la casera cola, también la mirinda... Qué tiempos... Un placer leerte. Saludos

Alfonso Santamaría Diez dijo...

Otra historia cercana, pero lejana nos relatas hoy Javier: la gaseosa y sus fábricas. De las que citas todas ellas las he conocido, sobre todo las palentinas, especialmente, Espumosos Colón, Fuenteclara y la Adelina. Recuerdo al repartidor de Espumosos Colón que hacía el reparto por Palencia en un carro tirado por una mula. Fuenteclara fue la última en cerrar y todavía persisten sus instalaciones en el polígono industrial, junto al matadero. Fuenteclara fue pionera en fabricar cola, naranja y limón. Hasta hace un año se podían ver las antiguas instalaciones de Gaseosa La Adelina, en Baños de Cerrato junto a la basílica y la fuente visigoda. Buen relato Javier que nos traslada a épocas lejanas, pero que permanecen en nuestros recuerdos.

Javier Terán dijo...

Agradezco muy sinceramente esta gran acogida que ha tenido aquí en el Blog mi entrada sobre las fábricas de gaseosa de antaño. Y me uno a esos bonitos recuerdos que os ha hecho revivir mi relato; aún con el regusto dulzón y el cosquilleo del líquido elemento en la boca. Muchas gracias por vuestros comentarios tan cariñosos. Hasta una próxima entrada. Saludos.

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