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Antonio Robledo, barbero

Antonio Robledo Gómez, es el último barbero-peluquero de la capital palentina que, a pesar de haber cumplido 79 años sigue al pie del cañón por apego a su oficio y a sus clientes: “No valgo para pedir, nunca he pedido nada, siempre he corrido con mi riesgo. Ahora mismo no trabajo por dinero, sino porque disfruto cortando el pelo y tengo contacto con la gente”

 
Más de 61 años lleva Antonio cotizados en la Seguridad Social, y a pesar de su edad, 79 años, goza de un portentoso estado de forma. Sus prodigiosas manos han cortado y acariciado los cabellos de miles de palentinos. Siempre mostró una impecable destreza en el manejo del capote, la muleta y el estoque, que no son otros que la maquinilla de cortar el pelo, la tijera y la navaja. Realiza su faena sin moverse y clava sus pies en el suelo igual que el torero José Tomás; tiene su misma cintura cuando rodea el soporte circular de la silla de afeitar. La magia envuelve su faena, mientras el diestro no calla, no para de hablar, ni siquiera cuando su afilada navaja se desliza por el cuello y la mejilla del cliente. Ver a Robledo en acción en su plaza de María de Molina, es disfrutar del espectáculo y de la magia que envuelve todas las faenas de un maestro único en su género, prodigioso torero de los cabellos.


No ha sido una vida fácil la de Antonio Robledo Gómez, que nació en Cervera de Pisuerga, en plena Montaña Palentina, en el seno de una familia humilde, tan humilde que su padre era minero, y murió a los 50 años de silicosis profunda, dejando huérfanos a ocho hijos, dos de ellos murieron a temprana edad. Antonio, el más pequeño, perdió a su madre cuando tenía cinco años. La necesidad en aquella familia era tan grande, que Antonio apenas completó los estudios primarios en Cervera, muy pronto se vio obligado a dejar la escuela, y a los 8 años ayudar a sus abuelos, que se hicieron cargo de los nietos cuando murieron sus padres. Su abuelo lo llevaba a los prados y laderas a echar de comer a las vacas. Tiempos duros en la Montaña Palentina, inviernos de aislamiento, con la sola compañía de los animales. El hogar era la trébede, nunca faltaba leña, y el puchero siempre estaba al amor de la lumbre.

Antonio en Cervera no tenía futuro y su hermana decidió que viniera a vivir con ella a la capital. Robledo vino a Palencia con 12 años, su hermana, casada con el peluquero Casimiro Sahormil Carreño, con peluquería en la calle Teniente Velasco. Hermana y cuñado criaron a Antonio, que como no quería estudiar, muy pronto empezó a trabajar como aprendiz en la fábrica de la Panadería La Flor, después en la fábrica de Panadería Campillo y, finalmente, en el año 66, en el obrador de la Panadería San Francisco. En este año estuvo once meses en Alemania en una prestigiosa fábrica de válvulas para coches. Volvió a España, y su cuñado Casimiro lo recuperó para el oficio, sabedor de que Antonio fue un espabilado alumno, que a los 14 años afeitaba, y a los 16 afeitaba y cortaba el pelo, causando admiración por aquel entonces. Consiguió trabajo de peluquero, con la categoría de oficial, en la peluquería de Florencio Guardo, en la avenida de Valladolid.

Interesante es la vida del peluquero Robledo, gran deportista, prematuro esquiador. En el año 56 ya esquiaba con albarcas acopladas a los esquís, para desplazarse por la montaña y los prados. Hizo sus pinitos en el ciclismo, y tuvo bici de carrera, entrenando con su amigo Santiago Amor. Entonces Robledo tenía 16 años, y Amor 14. Santiago tuvo más futuro en el ciclismo y Robledo se decantó por el boxeo, ya que en Palencia había mucha afición a los guantes. Compartió Robledo sus madrugadas de panadero con sus duros entrenamientos en el Monte de Palencia, donde subía en bicicleta después de trabajar. Antonio quería ser un buen boxeador, y en el monte se preparaba para el combate, duras carreras, agotadores entrenamientos, que lo convirtieron en un boxeador muy estilista, y buen pegador, en aquella época en la que Zorrilla, Tatono, El Cue, y al Chapa, eran las figuras palentinas. Con los años, Antonio, dejó de ser esparrin, y sacó el título de entrenador. Ángel Blanco y José Luis del Barrio, recibieron sus enseñanzas cuando era presidente de la Federación Palentina de Boxeo, Salagre, y después mi vecino Manuel Acero.

Robledo se casó cuando dejó la panadería de San Francisco, con su novia de toda la vida, Teyina, con quien tuvo cuatro hijos y vivió muy feliz. Los fines de semana, el matrimonio disfrutaba de sus hijos, los llevaban a la montaña, a la zona de Cervera, o Piedrasluengas. También iban a esquiar, y Antonio enseñó este deporte a sus hijos. En las celebraciones reunía a la familia en su bodega de Hontoria de Cerrato. En verano en su apartamento de Cervera, pasaban las vacaciones y las tardes del sábado y el domingo, mientras que, en invierno, gustaba Antonio de ir a esquiar, preferentemente a San Isidro. Muchos recuerdos y felicidad en compañía de su mujer e hijos, hasta hace casi cinco años, cuando, lamentablemente, falleció su esposa. Cuando a Antonio le faltó su mujer, lo perdió todo, su amparo, su refugio, su apoyo, y su compañía. Notó mucho su falta, lo pasó mal, y purgó sus penas en la peluquería. Allí se olvidaba de su querida Teyina, pero cuando iba a casa, cuando abría la puerta, lo volvía a pasar mal, muy mal.

Un gran tipo, Antonio Robledo, el barbero peluquero, no solo de barrio, sino conocido en todo Palencia por su oficio, casta y tronío. Se le echará mucho de menos cuando se cierre su local de María de Molina. A pesar de ser muy conocido en Palencia, nunca se le valoró lo suficiente, ni se reconoció su figura. En todos estos años, tan solo la periodista Laura Lombraña lo entrevistó para su programa de Televisión Palencia. Hoy, lo homenajeo yo, porque un maestro de su talla merece estar en este blog, dar la vuelta al ruedo de España y del mundo, y salir a hombros por la puerta grande.






4 comentarios:

Froilán De Lózar dijo...

Me dice esta mañana Asier, un lector asíduo: "Eso es amor a tu trabajo y yo haciéndome cuentas ya para jubilarme". Probablemente, Antonio Robledo esté satisfecho de esta semblanza que hace justicia a esa entrega a lo que ama. Gracias, Alfonso, por esta historia que nos lleva, como bien te confesó tu padre, a los recuerdos, a la vida de esas gentes anónimas que siguen siendo ejemplo para nosotros. Un abrazo.

ALFONSO SANTAMARÍA DIEZ dijo...

Acabo de hablar con Robledo para darle novedades de que en el Diario Palentino leyó Palencia y Provincia mi artículo, pero ahora en este Bolg va a dar la Vuelta a España y su vida y milagros se leerá en impensables sitios de nuestro mundo. Claro que sigue en activo y mañana pelará mis cuatro pelos y me arreglará el bigote. Volveré a disfrutar de su conversación y de su faena primorosa con la maquinilla eléctrica, tijera y nabaja. Gracias Froilán, le haré llegar tu comentario. Cuando alguien disfruta de su trabajo debe seguir en él, si además le sobran facultades. Me quito el sombrero ante este maestro único en Palencia y provincia. Va por ustedes.

Osbarba dijo...

Enhorabuena Alfonso, por dar a conocer al 'mundo' el dilatado oficio de peluquero de este ilustre cerverano-palentino, Antonio Robledo que conocimos hace unos meses en tu artículo del Diario,.. eres un gran ilustrador de personajes de nuestra variopinta Palencia. Chapó!!

Alfonso Santamaría Diez dijo...

Muchas gracias, amigo Oscar, hace muchos años que percibo tu apoyo a todas mis iniciativas, y me agrada especialmente que me dediques este comentario. No tardando tu nombre aparecerá en este Blog como autor de una gran obra.

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