Fue a Egipto y conoció a monjes y anacoretas que vivían en el desierto. Vuelve a Jerusalén y va en peregrinación al Monte Sinaí. Conoce Antioquía, Edesa, Mesopotamia y Siria. En Tarso coincide con una amiga y describe la emoción de ese reencuentro. Encontré allí a una muy buena amiga mía, a la que todos en oriente tienen como modelo de vida, una santa diaconisa de nombre Marthana, a la que yo había encontrado en Jerusalén una vez que ella subió a orar. Gobernaba monasterios de aputactitas (vírgenes). Cuando me vio ¡con cuánto gozo de ambas, que no podría expresarlo!
En 1.903, se atribuye a Egeria la autoría de El Itinerarium pues, en una carta, muestra su gran respeto a la bienaventurada viajera San Valerio, eremita y abad de El Bierzo, (segunda mitad del siglo VII), y deja constancia de que ella ha viajado a Tierra Santa. Estudiosos de la obra cuentan que «La palabra de Egeria puede ser llana y vulgar, excesivamente coloquial, candorosa, pobre si se quiere. Ella fue escritora sin buscarlo y aventurera sin proponérselo. Persona culta, religiosa y de clase social elevada pues llevaba un pasaporte reservado únicamente a dichas personas y eso le abría las fronteras». En 1.984, emite la Filatelia cuatro millones de ejemplares del sello dedicado al XVI centenario del viaje. Su obra es uno de los primeros antecedentes de la literatura de viajes.
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1 comentario:
Mario Angel Marrodán, escritor y miembro numerario de la Junta Directiva de la Asociación Española de Críticos de Arte, fue un pilar importante de nuestra revista Pernía. En este rincón iremos recordando la semblanza que hizo de varios artistas vascos y algunos de los trabajos publicados en ella.
Cuaderno de Mario Ángel Marrodán
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