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El Atlántico
En 1932 Amelia Earhart sobrevoló el Atlántico. Su deseo era más fuerte que el peligro y el peligro era inmenso, dado las limitaciones de la máquina, en un mundo preocupado por la amenaza de la guerra.
Pero a mí, más que el hecho en sí de arriesgar su vida por algo que para mucha gente carece de sentido, me motivaron sus palabras: “El deseo íntimo de sobrevolar el Atlántico sola no era algo nuevo para mi.
Cuántas veces hemos tratado de pasar nuestro atlántico y cuántas veces hemos sucumbido a los discursos de los otros. Ayer mismo, una Amelia de tantas me hizo partícipe de su calvario. Me contó que su marido había muerto a los 50 años. De repente. De improviso. Recordaba que cuando moría algún amigo de su esposo, ella solía exclamar: “¡Qué pena!”. Pero era como cuando se mira un suceso grave desde la distancia. La mujer pensaba que aquello sólo les sucedía a los demás. Hace unos meses, la novia de su hijo, días antes de contraer matrimonio, sufrió un accidente de coche que la mantuvo durante muchos días postrada sin sentido en la cama de un hospital. En un instante pasan por su cabeza escenas de dolor que hacen brotar las lágrimas. Me cuenta que su hijo, corre a diario a buscar el rostro de su amada. Se arrepiente de no ser su marido en esta hora. Aquella madre, que no me conoce de nada, me cuenta emocionada la disposición de su hijo a embargarse hasta las cejas si fuera necesario para llevarla a un centro especializado donde recupere el sentido, la risa, la emoción; donde vuelva a ser lo que era ayer, donde le reconozca y sepa del amor que por ella siente.
La mujer detiene su relato. “No faltan cruces para nadie” –le digo yo. Ya sé que no es lo mismo intuirlo que padecerlo en propia carne: Me fijo más en la señora. Me acuerdo de las palabras que Robin Wiliams le lanza al tribunal médico que le juzga en “Patch Adams”. Todos estamos enfermos de algo y todos somos médicos de alguna manera, procurando palabras de consuelo a los demás.
Pero yo les he prometido aquí buenas noticias y esta lo es por varias razones:
La muchacha que sufrió el accidente se recupera poco a poco. Reconoce a Kike, su novio, balbucea algunas palabras y expone a su manera proyectos que dibujaron juntos. Ha comenzado de nuevo a caminar. Como Amelia Earhart, a sus 31 años, esta mujer se encuentra con el reto más grande de su vida, se da de bruces con su atlántico y quiere a toda costa superar esta prueba que no le reportará más citas en los periódicos que esta anónima que yo le mando, como señal evidente de que a lo largo y ancho de esta vida, todo el mundo deberá pasar un puente solo. Cuando el mar es tan largo, cuando es tan débil el mecanismo con el que vamos a cruzarlo, cuando por las circunstancias de la vida no lleguemos como aquella mujer a vadearlo, rompiendo así la espina de las oposiciones, bueno será que estén a nuestro lado aquellos a quienes les hicimos partícipes de nuestra vida.
La mujer ya se ha ido. Yo he sido testigo de su atlántico.
Para saber más sobre Amelia Earhart en Curiosón
🔖¬ El avión de Amelia
La mujer detiene su relato. “No faltan cruces para nadie” –le digo yo. Ya sé que no es lo mismo intuirlo que padecerlo en propia carne: Me fijo más en la señora. Me acuerdo de las palabras que Robin Wiliams le lanza al tribunal médico que le juzga en “Patch Adams”. Todos estamos enfermos de algo y todos somos médicos de alguna manera, procurando palabras de consuelo a los demás.
Pero yo les he prometido aquí buenas noticias y esta lo es por varias razones:
La muchacha que sufrió el accidente se recupera poco a poco. Reconoce a Kike, su novio, balbucea algunas palabras y expone a su manera proyectos que dibujaron juntos. Ha comenzado de nuevo a caminar. Como Amelia Earhart, a sus 31 años, esta mujer se encuentra con el reto más grande de su vida, se da de bruces con su atlántico y quiere a toda costa superar esta prueba que no le reportará más citas en los periódicos que esta anónima que yo le mando, como señal evidente de que a lo largo y ancho de esta vida, todo el mundo deberá pasar un puente solo. Cuando el mar es tan largo, cuando es tan débil el mecanismo con el que vamos a cruzarlo, cuando por las circunstancias de la vida no lleguemos como aquella mujer a vadearlo, rompiendo así la espina de las oposiciones, bueno será que estén a nuestro lado aquellos a quienes les hicimos partícipes de nuestra vida.
La mujer ya se ha ido. Yo he sido testigo de su atlántico.
Para saber más sobre Amelia Earhart en Curiosón
🔖¬ El avión de Amelia
Actualización Sept2025 | 431👀
LA MADEJA
Cada viernes en la tercera de Diario Palentino
La palabra anarquía
La palabra anarquía traducida literalmente al castellano (1) significa sin gobierno, o lo que es lo mismo, ausencia de autoridad. De ahí que los anarquistas seamos enemigos irreductibles de todo lo que suponga forma de gobernar. Que ¿por qué? Pues porque tenemos la firme convicción de que la autoridad ha sido instituida única exclusivamente para amparar por la fuerza el despojo tiranía que las clases privilegiadas ejercen sobre los trabajadores. Sin el estado y sus fárragos de leyes códigos coercitivos, la propiedad privada -causa determinante de todo malestar social- no tendían razón de ser, puesto que es arbitraria y fuente y origen de toda iniquidad.
TROCAL | Zaragoza, 1911

A esto arguyen los interesados en que perdure el actual estado de cosas, y los que tienen el cerebro atiborrado de prejuicios sofísticos, que el hombre, sin leyes que le contengan, se entregará al desenfreno de sus pasiones, retrocediendo a la barbarie. Ignorando los que tal dicen, que si hoy es de necesidad la ley para legalizar las rapiñas de las clases parasitarias,
al mismo tiempo que para contener las ansias de los desheredados, de los hambrientos, en la sociedad libre, en nuestra hermosa Acracia, será totalmente inútil, puesto que desapareciendo las causas, dejarán de producirse los efectos. Además, a poco que investiguemos, a poco que escudriñemos en el pasado, se observa que cuando mayor ha sido el rigor de las leyes, mayor ha sido el contingente criminal; lo que demuestra que la ley es inútil para prever, demostrando en cambio lo contraproducente de su acción represiva, puesto que ha contribuido a agrandar el mal.
Como se ve, la labor de los anarquistas tiende a destruir todo lo que se opone que la humanidad se dé el abrazo fraternal, que ha de ser la iniciación de la nueva era de justicia y bienestar social, preconizado por todos los hombres de ideas generosas, donde no haya quien —amparándose en leyes opresoras— usurpe el fruto de nuestro trabajo; donde no haya charlatanes y embusteros, que invocando el nombre de Dios, castren nuestras inteligencias en la infancia, para mejor someternos a toda clase de yugos; donde el hombre no tenga que empuñar el arma homicida para destruirse entre sí por servir el ansia y la ambición de glorias guerreras, que los patriotas e ignorantes leen y comentan con fruición alegría, y donde todos por igual participemos de los dones que la pródiga naturaleza concede al hombre mediante su esfuerzo racional.
Última actualización: Mar25 | 646👀
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(1) Del griego.
TROCAL | ANARQUÍA | Zaragoza, 9 de marzo de 1911
Lo que nosotros queremos
Hoy publicamos este articulo, que fue escrito en 1891 y publicado en el último número del periódico L'Amico del Popolo, que bajo la dirección de Gori apareció en Milán en 1891 y 92. Este periódico hizo desencadenar un odio salvaje contra los anarquistas, odio que trajo aquella época de terror que dio carta de ciudadanía a las ideas anarquistas, proscritas hasta entonces, y como consecuencia de aquel odio, L'Amico del Popolo fue denunciado y secuestrados todos sus números. Este artículo, que es todo un documento, explica en cuatro palabras la finalidad del socialismo anarquista.
ANARQUÍA | Año I, Núm 1, Zaragoza, 9 de marzo de 1911

Sin completa libertad no es posible la igualdad completa, como sin verdadera igualdad no es concebible la verdadera y propia libertad. El que no posee es esclavo del que posee, como aquellos que dominan políticamente, hasta económicamente tienden a transformarse en los señores de los gobernantes. Y como no es posible efectuar la igualdad sin suprimir a los patronos, desposeyéndoles de todo lo que injustamente detentan, esto es, del privilegio económico que se llama propiedad, tampoco es posible reivindicar la libertad sin eliminar a los gobernantes, aboliendo todo gobierno, que es el privilegio político donde descansa la explotación del hombre por el hombre. Ni amos ni asalariados; ni gobernantes ni gobernados. Todos iguales en la libertad; todos libres en la igualdad.
Sin propiedad privada, que equivale a decir sin amos y, por consecuencia, sin la explotación económica, todos los individuos serán económicamente iguales; y esto es el comunismo o propiedad común de todas las cosas.
Sin gobierno, sin autoridad del hombre sobre el hombre, sin la violencia moral de las leyes antinaturales, sin policías y sin burocracia, todos los hombres serán políticamente libres, esto es, cada individuo tendrá la plena y exclusiva soberanía sobre sí mismo y no encontrará quién le impida cooperar al bien colectivo pudiendo obrar espontáneamente, según lo reclamen sus intereses individuales: existiendo completa armonía en los intereses de todos. Esta libertad es La Anarquía, libertad de la libertad. Somos por todo esto, comunistas anarquistas, porque queremos ser verdaderamente libres y completamente iguales.
Nosotros, que queremos la liberación de todos los oprimidos: nosotros, que amamos vivamente a nuestras madres, a nuestras hermanas, a las compañeras de nuestra vida y de nuestros dolores, llamamos a la mujer doblemente esclava, del patrono y del macho. ¡Venid a nosotros, ¡oh desventuradas! y peleemos juntos por la redención de todas las miserias, para que entre vosotras no impere la infelicidad!
Os dicen continuamente que nosotros queremos destruir los más santos afectos de la familia. Pero, ¿existe la familia para vosotros, pobres mártires del trabajo del campo, del taller y de la mina? ¿Existe familia para vosotras, jóvenes vendidas sin amor y por una baja especulación de intereses materiales a la prostitución legal del matrimonio? ¿Existe familia para vosotras, hermanas mías, niñas desfloradas en plena juventud por la libidinosidad de un patrón libertino y echadas al medio del arroyo para que os compre las caricias el primer viandante? ¿Existe la familia para vosotras, irresponsables infanticidas consagradas para el recreo de los elegantes ladrones de vuestra virginidad? ¿Para vosotras, desconsoladas viejas solteronas, obligadas a una eterna castidad por el estúpido convencionalismo social, que llama inmoralidad a los estímulos imperiosos del corazón y de la carne que no estén controlados en el registro civil? Y, en fin, ¿existe la familia para vosotras, prostitutas, instrumentos del placer burgués, que os tuvisteis que vender porque el hambre trituraba vuestros organismos en el mercado de las esclavas blancas, para transformaros en antros donde el venéreo y la sífilis habían de surgir para corroerlo todo? ¿Dónde está, mujer dulce y dolorosa, mitad del género humano, vuestra, dignidad frente la bárbara prepotencia del macho?
Esta sociedad inmoral, que se lucra de vuestro producto de trabajadoras y de vuestra belleza; este conglomerado de gentes y de leyes, pudibundas, llenas de sífilis moral hasta los huesos, tiene el coraje de llamarnos renegadores de los más gentiles afectos, porque queremos abolir el matrimonio contrato de intereses oponiendo el pacto libre de los afectos sentidos; porque queremos reivindicar el amor dándole toda su libertad, haciendo desaparecer toda esa engañifa que se le da el nombre de código, porque queremos abolir la especulación interesada y la mentira de la moralidad convencional.
¡Oh, mujer! ¡No hagas caso de la negra calumnia que sobre nosotros lanzan todos los mercantilistas del corazón y de la conciencia! Ellos viven del engaño y tienen interés en que la verdad que nosotros propagamos no ilumine al mundo como un sol de mediodía.
Actualización Agosto25 | 391👀
PEDRO GORI | ANARQUÍA | Zaragoza
El condenado a muerte
Una celda. ¿Sabéis lo que es? Cuatro paredes estrechas, un techo sombrío, silencio y límite sobre la vida de un semejante. Angostura. Tanto como el ataúd que ha de transportar el despejo de nuestro ser. Pero son el sosiego interior que regala la muerte: vivo en la reconditez del hoyo, con el tormento de sentir la maravilla de vivir sin la otra maravilla de andar, hablar, amar. ¡Libertad! Y las horas esteparias, planas de reiteración, con el solo regusto de lo que fue. Y lo terrible: la sentencia. Morir.

¡Morir! Hay en el suicida una apetencia de quietud, de escapar a la lucha de todos los días; pero el condenado a la última pena no acaricia este anhelo. Por rebeldía, por impulsos internos, por la misma desorbitación de su condena, ama la vida, la ama más ahora que la ve en una proximidad de extravío. Y, febril, la aprieta contra él en temblores de muerte.
Un largo sobresalto repta por la infinita pared de las horas. ¡El único sobresalto! ¿Será ya?- Vacila en la audición de todo rumor. Hasta el paso del centinela es un recelo en su alma angustiada. Vive esto: la inquietud, la incertidumbre de su destino. NO sirve para acallar su desasosiego la palabra efusiva del defensor. Se razona que esta palabra es de alivio, de último alivio. Y persiste en la vela transida, sorbiendo las gotas de ruido, únicas gotas que filtran los muros de la celda. ¡Qué atroz tormento éste de esperar la muerte al entornarse una puerta!
La pena de muerte es una pervivencia del pasado. No sirve para nada. No es ejemplar. No es de amparo a la sociedad. El hombre no delinque luego de consultar al código; delinque por estímulos incontenibles que no se cohíben a la idea de sanción alguna. ¿Qué ejemplaridad es la de un castigo que, no obstante el mucho tiempo de su codificación, sigue aplicándose porque siguen cometiéndose delitos de ese carácter? La delincuencia tiene fuentes más hondas que las presumidas por los jueces. Son raices en la carne, en la sangre, en los nervios. Raices profundas. Y nada hace la pena en extinción del delito; pero si hace en la siembra de tormentos absolutos en el tiempo que sigue a su pronunciamiento sobre una vida. Es paralela a lo terrible e irreparable de su ejecución. -¿Será ya? Vibra en el alerta la zozobra de miles desasimientos vitales. Sobre un tiempo desértico -arenas de desierto- gira la celda del condenado a muerte. Y gira él, retornado al pasado, en plenitud de lo que vivió para destilar el hoy trágico de su desvivir en enormes angustias.
¡Perdón para todos los condenados a muerte! ¡Para todos!
Actualización Agosto2025 | 351👀
Actualización Agosto2025 | 351👀
A. Verdú Suárez
Ágora, Córdoba, 1935
De los males y remedios de la época
Al consultar la historia de los pasados tiempos con detención e imparcialidad en los testimonios legítimos de contemporáneos, al sondear la existencia íntima, la vida privada, por decirlo así, de las generaciones que nos precedieron, despojadas del engañoso reflejo de la gloria y del brillo de sus grandes hombres é ilustres hechos, nuestro primer movimiento es de amargo escepticismo, el segundo es de suave resignación para aceptar la suerte que la Providencia nos ha reservado. Comparando vicios con vicios, tinieblas con 'tinieblas y unos temores y unos sufrimientos con otros, si no nos damos todavía por satisfechos y bien librados, por lo menos nos acostumbramos a reconocer que no son cosecha exclusiva de nuestro tiempo los males que nos afligen, que su germen desde el primer hombre fue introducido en el seno de la tierra, y que sus abrojos han ensangrentado las plantas de cuantos la habitaron antes de nosotros.
EL ÁNCORA | Barcelona, 1850

El siglo de oro jamás ha existido sino en la fantasía de los poetas, jamás existirá sino en las promesas de los utopistas; el mal y el bien están destinados a reinar acá bajo en perpetua amalgama y a encadenarse recíprocamente; y del mismo tronco o raíz de toda institución humana brotan como ramas gemelas las ventajas y los perjuicios. Contrayéndonos a las sociedades cristianas, a aquellas en que la religión sentada en el trono constituía además
del principio social el principio de gobierno, ¿qué de errores no empañaron su resplandor? qué de corrupción no mancillaba su pureza? ¿qué de abusos en contra de ella y a su nombre cometidos? ¿qué de trastornos públicos? ¿qué de comunes calamidades? Los principios se falsean, las leyes se eluden, las instituciones degeneran, las revoluciones destruyen, la paz y la prosperidad corrompen; esta fue y será siempre la historia de la humanidad; y el mal, no ha cambiando sino de formas, y ha propagado a la sombra de las ideas dominantes, cual venenoso reptil se adhiere con preferencia a los árboles mas lozanos y robustos para carcomer sus raices y emponzoñar su savia vivificante.
Creemos oportuno echar por delante estas breves indicaciones, a fin de que al trazar el estado de nuestra época no se nos acuse de ennegrecerlo con recargados colores, deslumbrados con las ilusiones de lo que fue, ni se nos confunda con esos espíritus descontentadizos por sistema que
marchan siempre con los ojos vueltos a lo pasado maldiciendo de lo presente. Tal vez más adelante insistiremos en ellas desarrollándolas, para disipar esa concentración aprensiva en nuestros dolores propios con olvido de los que antes y generalmente se sufrieron, para calmar esa excitación egoísta que prorrumpe en desesperadas quejas, reclamando exclusivamente el triste derecho de quejarse, para desvanecer, en fin, con el espectáculo de tantos trastornos y ruinas desde tan antiguo acumuladas, los exagerados temores de los que a cada mudanza juzgan inminente el aniquilamiento de la sociedad y fuera del alcance de su vista no creen sino en el caos.
Por ahora no tratamos de comparar; nuestro objeto es exponer los daños y las ventajas, los bienes y los males, los contrastes de luz y de sombra, de vida y de postración, de peligro y de esperanza, de fuerza y debilidad que en este siglo se encierran para la sociedad y para el individuo, nada pensamos ocultar, nada exagerar en este rápido bosquejo. Preciso es convenir en los hechos antes de averiguar su origen, y conocer el origen para indicar mejor el remedio; y solo de hechos exactos, incontrovertibles y completos pueden brotar eficaces y luminosas reflexiones.
Las sociedades viven por la autoridad; ésta es su alma y elemento vital cualquiera que sea la forma de gobierno en que se encarne, y conforme se van gastando transmigra de cuerpo en cuerpo, una en su esencia aunque diferente en su acción y modo de existir. Sin libertad, bajo el despotismo mas absoluto, las naciones alientan aun, si bien encadenadas; sin autoridad se disuelven necesariamente en el abismo de la anarquía. Meciéndose sobre el huracán de las revoluciones, sobrenadando a las desechas oleadas que vuelcan los tronos y los gobiernos, cuando se hunde el derecho, es recogida por la fuerza, ínterin que esta otra vez procura convertirse en derecho: así el desorden no es mas que una aproximada imagen de la anarquía , como el letargo lo es de la muerte. Pero esta alma social , aunque inmortal en sí misma, aunque emanación del soplo de Dios lo mismo que la del hombre , está sujeta a condiciones y vicisitudes que la hacen menos activa y eficaz, que merman su vitalidad y relajan sus vínculos con el cuerpo. Ahora bien, de esta alma social el derecho es la razón, la fuerza es el instinto ; con el derecho se ganan los espíritus, con la fuerza se subyugan los cuerpos: la razón ilustra, convence y guía; el instinto embrutece y arrastra tiránicamente. Cuando el poder reside en la fuerza, la libertad se coloca en la sedición.
Tristísima es la aplicación de estos axiomas a la situación presente de nuestras sociedades. Cuan debilitado se encuentre el principio y el sentimiento de la autoridad, cuan dudosa y confusa la noción del derecho , y cuan divorciados en la práctica uno y otro elemento, basta tender la vista en derredor nuestro para demostrarlo. Cuestiónase sobre el origen , sobre la índole sobre la prescripción, sobre los límites del derecho, y la autoridad despojada de su sanción se ha lanzado en brazos de la fuerza. Hasta que punto le haya sido favorable esta nueva tutela, lo dice la suspicacia de los gobiernos y la impaciencia de los gobernados, lo dice esa apelación interminable de la compresión a la resistencia, de las bayonetas a las barricadas. Así en el apogeo de la civilización hemos tropezado con la sima de la barbarie, cuyas contiendas veríamos reproducidas en toda su brutalidad, si el enervamiento de las costumbres y la debilidad misma del poder no hiciera, bien que con terribles excepciones, menos sangrienta la lucha y mas fácil la victoria.
Actualización Agosto2025 | 457👀
EL ÁNCORA | Barcelona, 5 enero de 1850
Morir en China

Cuando fallece en China algún individuo procesado por delito de homicidio, creen sus compatriotas que su muerte es una prueba evidente de su delincuencia, y no permiten que quede sin castigo. Si tiene hijos se mete en la cárcel al mayor durante un año, y si es soltero se azota a su padre o a uno de sus hermanos, con el fin de que purgue la falta del muerto en este mundo alguien de su familia.
DIARIO PALENTINO | 26 Julio de 1927
Pobre Soria

Pobre Soria, yo creo que si buscases entre tus hijos encontrarías quien pudiera sustituir a los cuneros, y encontrarías también representantes que no fueran mudos, representantes que no están afiliados a ningún partido político, ni de los que actualmente turnan en el poder; ni los que aspiran a él, que son absolutamente independientes y que dirían en las Cortes la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Pero estos hombres no son de los que van a un ministerio a pedir una acta, ni de los que figuran en juntas, comités y otras zarandajas, no, son más hombres.
Actualización Agosto2025 | 321👀
ADELFA
HOJA ERRANTE Y ANTILIBERAL
Soria, 25 de abril de 1899
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