Victoriano Crémer
poeta comprometido con su tiempo
Su modo íntimo de creación y su manera de estar en la vida.
Victoriano Crémer | Retrato de encarnación Campesino |
“Me nacieron en Burgos, siendo el mes de diciembre del año 1907. Me plantaron, regaron y sulfataron en León cuando andaba por los diez años. En León, pues, renací y me hice un hombre de provecho. Me casé con leonesa altiva y tengo hijos, nietos y biznietos. Me quedé sin esposa y me duele la soledad en el alma. Escribí muchos libros, tal vez demasiados. Planté algunos árboles. Los amigos me otorgaron títulos y honores superiores a mis merecimientos. Ya puedo morir tranquilo”.
Lo primero que nos llama la atención al analizar la figura de Crémer, es su profundo y contagioso vitalismo.. Afirmaba sin dudarlo, que lo más importante para el ser humano es vivir, “con dignidad si puede ser”.
“Lo único que merece la pena es la vida, con su palpitación de cada día, con su luz distinta de cada instante, con él súbito nacimiento del dolor, con la imperfección humana de la rosa”.
Le asustaban el tiempo y la muerte, pero les plantó siempre cara con ese optimismo que lo caracterizó:
“La edad es una asesina. Hay que hacer como que no se la conoce. Lo que importa es la voluntad”.
Él nunca fue viejo. Era un joven que murió con 102 años en el cuerpo, que quería conocerlo todo, se lamentaba de no haber aprendido informática, y decía tener planes de trabajo al menos para unos 20 años.
“En ningún momento voy a dejar de hacer cosas… Hay cosas que no tienen jubilación. Me parece que en tanto que no estés retirado de la circulación, tienes la obligación de funcionar, sobre todo en campos como la cultura”.
Crémer negó siempre que haya 3ª, 4ª ó 5ª edad (“el que es joven, lo es toda la vida”), y al cumplir 90 años afirmó convencido:
“Siempre es uno el que se margina a sí mismo, el que se echa en la cuneta del camino y se deja morir”.
En una entrevista afirmaba ser joven porque hoy ser viejo no significa nada ni es cotizable:
“Procuro ser joven y asombrarme de la mayor parte de las cosas que ocurren. Ahora, hay un resorte en los mayores que no falla, y es hablar mal de los jóvenes. Yo, en cambio, me acerco a la juventud a ver si se me pega algo”.
“Sólo los poetas pueden mover los pueblos”.
Su afirmación de que la poesía es son por sí sola suficientemente elocuente.
“Un lujo de los pueblos pobres pero honrados”
así como su convicción de que
“Ser poeta es una de las pocas cosas decentes que nos es dado ser a los hombres en la sociedad actual”.
En este aspecto, se mostraba escéptico ante la poesía actual, que en su opinión, ha perdido la fuerza de denuncia...
“porque los poetas se creen que si hacen un soneto bonito a la rosa ya está todo hecho. La poesía se ha olvidado del hombre y se ha centrado en el lenguaje.. Hoy los poetas escriben muy bien, están todos muy preparados (recordemos que él entró por primera vez en la Universidad en 1992, al ser investido Doctor Honoris Causa en León), pero todos son juegos maravillosamente escritos: que si el mar, que si las flores, que si el amor…¿y dónde está el hombre? Los poetas no miran la sangre que corre por las calles, y se han convertido en algo que no interesa a la gente”. Son duras en ocasiones sus palabras: “Esgrimirse sobre un canto rodado al sol del estío por placentero afán de lanzar gorgoritos rítmicamente, cuando el hombre a secas trabaja, sufre y muere, es un delito”.
Fuerte, dura, ácida en ocasiones, “visceral, hecha a puñetazos, a puntapiés” según Carlos Bousoño, la poesía de Crémer se ha ido haciendo al compás de su propia vida, con la intención última de “construir verso a verso los laberintos del tiempo”.
“Canto y cuento lo que sé, lo que soy. Me reinvento. Me aprieto el corazón y sangro recuerdos”.
No le gustaba el calificativo de “tremendista” ni el de “social” aplicados a su obra, y sin embargo el existencialismo de su poesía es innegable (“¡Hay que aguantar la vida, compañero! / Hay que seguir viviendo”).
“Cuando cumpla 100 años me darán un premio, no porque lo merezca sino porque toca. Y vivir 100 años te da este tipo de privilegios”.
Comenzaba muchas de sus intervenciones con aquel “Queridos amigos, queridas autoridades competentes e incompetentes, y reconocía haber sido siempre incómodo para las autoridades y para las instituciones.
“La Humanidad, que es lo menos humano de este mundo, está formada en sus capas más sensibles y visibles por ferocísimas bestias, por egoístas animales de bellota, por insensibles aves carniceras. La Humanidad como tal, produce asco, dolor y tristeza” (“Los trenes no dejan huella”).
Su pesimismo alcanzaba también a la juventud, preocupándole profundamente de permisividad de la droga y las “movidas”, y en una entrevista reciente se preocupaba con preocupación dónde están los jóvenes, afirmando no entender un mundo cuya juventud se parece a menudo a las momias.
”Es León, este trozo vivo en el que muero, el fundamento de mi discurso…. Quisiera hablaros de una ciudad perdida entre piedras y emblemas y viejos pergaminos con olor a maderas y a sangres amarillas, que en la noche rechinan aventando fantasmas.Una ciudad cercada de murallas, de montes y pantanos y tierras de pan y vino agrio, donde los perros del pastoreo ladran a las sombras y se pierden las rutas del milagro”.
Y a la catedral, esa maravillosa catedral de León, dedicó Crémer numerosos y poéticos elogios:
“Como una nave de gloriosa arboladura, en la hora cándida del amanecer atraca en el Puerto de la Plaza”.“La esbelta desnudez de la Catedral, la más exenta y lírica de la cristiandad, la más luminosa, la más gloriosa, la más milagrosa de las catedrales…”“La catedral de piedra sin piedra…”
Crémer, que vivió 50 años enamorado amando a su esposa con exaltación, que siempre escribió la palabra Amor con mayúscula y creía que el hombre que no es capaz de enamorarse está perdido porque es como una piedra o un animal, me respondió afirmativamente a la pregunta de si hoy se puede todavía morir de amor.
“Y como todo ser vivo, me enamoré. Tan perdidamente, tan absolutamente, que aquel alejamiento del mundo real no me permitía ver ni sentir nada que no tuviera relación con la mujer que se había interpuesto en mi camino. Era una muchacha trabajadora, de origen muy humilde pero de una belleza luminosa, penetrante, ante la cual, pese a mis juegos masculinos de dominio, acabé sucumbiendo y dándome por entero… Fue la gran compañera de mi vida y ahora que ha muerto, me doy cuenta de lo que aquella novia única representaba para mí. A su lado, a su sombra y con su apoyo, pasé las dramáticas vicisitudes que me correspondieron correr en la guerra, y desde la distancia de su muerte y mi vida de hombre mayor a la deriva, me doy cuenta de que todavía me sube por la sangre aquel enamoramiento implacable y glorioso. Se llamaba Trinidad y de ella fueron mis hijos.”
Hay a lo largo de su obra numerosas y maravillosas descripciones del amor, y después de la muerte de su esposa, a la que quiso cuidar personalmente y con verdadera entrega hasta el final, escribió un poema sobrecogedor titulado “La casa vacía”:
“Hondos y lejanos suenan los aletazos del silencio.
“Recuerdo mi niñez de un modo tan claro, tan preciso, tan convincente, que aquellas vivencias primeras son las que acreditan mi verdadero perfil. Nunca puedo olvidar que fui niño pobre, pero pobre en el sentido más cabal, más total, pobre de miseria, de hambre, de trabajos…” “Tuve que ser hombre, aunque pequeño”…”Formábamos una manada mal alimentada, metida a puñados en aquel cuartón destartalado”…
Recuerdos, pues, de quien nunca pudo ser niño, que trabajó vendiendo periódicos junto al Arco de Santa María en Burgos, logrando aportar al presupuesto general de la casa 6 céntimos de peseta, justo lo que valía un cuartillo de leche. Vendrían luego otros trabajos como amanuense o mancebo de botica, hasta dar con el trabajo de tipógrafo que ya nunca abandonaría. Capítulo tristemente importante en su vida fue, sin duda, su detención al estallar la guerra civil, por su vinculación con movimientos sindicalistas y su amistad con Durruti y con Ángel Pestaña. De su estancia en San Marcos (“el más abominable de los infiernos”), guardaba terribles recuerdos entre los que destacan como los más atroces, los fusilamientos figurados, para diversión de los vigilantes:
“Quien no haya muerto alguna vez, no sabe la enorme presión interior que el hombre es capaz de soportar…Nosotros sabíamos lo que era morir de noche, porque nuestros guardianes jugaban a matarnos con fingimientos espectaculares. Nos fusilaban de mentira contra los tapiales del patio. De las pruebas volvíamos a la celda muertos”.
En la celda nº 5 estaban cuatro detenidos: un profesor de matemáticas, un turista francés, un obrero del ferrocarril y el propio Crémer. Todos menos él fueron fusilados.
La prensa leonesa volcó su cariño y su dolor, encontrando titulares tan emotivos como estos:
- “Se ha muerto el siglo XX”
- “León pierde la palabra”
- “Cien años de dignidad poética”
- “Adiós a un poeta inquieto y agitador de conciencias”
- “Todo lo que queda es silencio” (Gamoneda)
Palabras que Carmen Busmayor en 1991, al ser nombrado Doctor Honoris Causa:
Por las calles de León bulle un hombre diminuto, andarín, de perenne compromiso, verbo rápido y ágil pluma, adversario de algunos y enemigo de nadie, un hombre modesto que dio en la cárcel, ayer con proyecto de exilio americano, hoy un poco menos soñador, y afincado para siempre en León por voluntad propia; porque en León descansa desde 1989 Trinidad Leonardo, la mujer a la que en plena guerra hizo su esposa, y que sigue hablándole hoy, constantemente…”
Palabras de Juan Carlos Mestre al hablar de Crémer
Crémer, el poeta insumiso al que admiro, el amigo al que quiero, la imagen más entrañable de lo que debe ser un poeta”.
La autora y amiga, repasando notas y reflexionando:
...Recuerdo que cuando al principio le conté mi proyecto y el miedo a no poder hacerlo bien, él me dijo una frase que ha quedado grabada en mi memoria: "Hay que ser humilde, pero humilde con moderación... Pero, ¿Cómo no vas a poder?...
Crémer sobre la Poesía
“La poesía consiste esencialmente en dotar a las palabras de una fuerza, de una vibración, de un soporte mediante el cual nos sea dado traducir el mundo”.
Victoriano era sólo 8 años más joven que Borges y 9 que Lorca. Era mayor que Miguel Hernández, que murió hace casi 70 años…
“Debo de tener una cantidad de años tan abrumadora que yo mismo me siento un poco sorprendido”…
“Me enamoré y me casé, de uniforme, con la mujer querida. En plena guerra”
Al estallar la guerra fue detenido y llevado a San Marcos y a la cárcel de Puerta Castillo, de donde salió inexplicablemente vivo pero con el alma marcada por las terribles experiencias allí vividas.
"Toda España olía a sangre sudor y lágrimas...Y se llenaron las cunetas, las tapias de los cementerios y los montes de hombres y mujeres fusilados con la primera luz del alba. Fue monstruoso. Las monjas fueron sacrificadas y los republicanos y socialistas mutilados hasta el último suspiro. Y yo, que no podía prescindir de mi formación religiosa, me vi envuelto, asqueado y envilecido por tanta crueldad".
En la ficha acusatoria había varios cargos contra él, como el de fustigar al gobierno de la República por no dar armas al pueblo, manifestar su satisfacción por el asesinato de Calvo Sotelo, ser secretario del Ateneo Obrero de Divulgación Social, pertenecer al Partido Radical Socialista, al Partido Comunista, ser cotizante del Socorro Rojo Internacional, y hasta masón (aquí se le escapó un lo que faltaba para el duro”, y fue golpeado por su interrogador).
Poco a poco su figura fue conocida, y llegaron los Premios:
💦 En 1963, se le concede el Premio Nacional de Poesia "Leopoldo Panero".
💦 En 1989 la ciudad de Burgos le concede el título de Académico de Honor de la Institución “Fernán González”.
💦 En 1991 el Ayuntamiento de León le concede el distintivo de Hijo Adoptivo de la ciudad y es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad leonesa.
💦 En 1995, y con varios años de retraso, se le concede el Premio Castilla y León de las Letras por unanimidad del jurado.
💦 En Salamanca, en 2001, en el IV Encuentro literario Hispanoamericano, y en ese mismo año, Medalla de Oro de la ciudad de Burgos.
💦 En 2001 también, le llega el Premio “Francisco de Cossío” de periodismo por la labor desarrollada a lo largo de toda su vida…
💦 En 2003 estuvo en Palencia en las V Jornadas de Poesía, junto a García Montero y Esperanza Ortega.
💦 Medalla al Mérito del Trabajo en 2004.
💦 Premio de las Letras “Santa Teresa de Jesús”, recibido en Ávila en 2005.
💦 En 2005, recibe la Medalla de Oro de la provincia de León, manifestando al recibirlo su hondo leonesismo una vez más: Uno no es de donde nace, sino de donde se hace…Aquí en León se me dieron los hijos y los nietos, de esta tierra y de esta luz fue la mujer compañera del alma compañera, y aquí a la sombra de la Catedral pienso morir… Allí también, por cierto, declaró su profundo pesimismo sobre la situación actual, pues en su opinión “se está haciendo democracia sin el pueblo, y eso es grave”. A su juicio, esta situación es una de las que producen los levantamientos y quemas, en un mundo “que está en llamas, aunque no lo percibamos”...
💦 En octubre del 2007, como homenaje a sus 100 años, se celebró un Congreso en León con el título “Victoriano Crémer, 100 años de periodismo y literatura”, y en esos mismos días “EL AULA CRÉMER” abrió sus puertas en León, en la 2ª planta de la Casona de los Pérez, en la Fundación Carriegos, reuniendo unos 5.000 libros y 40.000 documentos del veterano poeta.
💦 En un sentido homenaje que se le hizo por su 100º cumpleaños, se dijo que V.C. no es de unos tiempos o de otros, sino que es de siempre y de todos, “Es un siglo de vida de la ciudad”. Allí, el poeta manifestó su conformidad con lo que alcanzó: “Amo lo que tengo, y no aspiro a ser más de lo que soy”...
💦 Inesperadamente, en 2008 es galardonado con el Premio “Gil de Biedma” de poesía por su obra “El último jinete”, que sus amigos habían presentado al concurso sin que él lo supiera…
💦 En enero de 2009 se inauguró en Burgos una exposición, que recientemente ha estado en Valladolid coincidiendo con la Feria del Libro, “Manuscritos y garabatos”, a la que no pudo asistir por razones de salud.
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