El martes fallecía en su casa de París Jorge Semprún, el preso número 44.904 del campo de concentración de Buchenwald en el que vivió deportado entre los 20 y los 22 años. Todos los diarios coinciden en el resumen de su vida: Semprún construyó su obra literaria con los fragmentos de su propia memoria y en ella queda, pues, el recuerdo de los hechos y de los sentimientos de una vida marcada a fuego por todas las barbaries modernas. Semprún, fue ministro de Cultura entre 1988 y 1991 en el gobierno de Felipe González.
Todos los supervivientes, los reaparecidos, hemos conocido esa tentación de silencio: esa tentativa de borrar, o al menos de difuminar, el escándalo sobresaltado de una memoria repleta de horror mediante una cura de silencio, una paciente terapia del olvido. A veces, sin duda, contra dicha tentación, oponiéndonos a nosotros mismos, a nuestra tentativa de reconstruirnos una identidad sobre la amnesia deliberada; a veces, en determinadas circunstancias privadas o públicas, nos hemos visto asaltados por la imperiosa urgencia del testimonio. Por la brusca necesidad íntima de hablar, de volver a ejercer de testigos, de explorar nuestra memoria hasta sus más recónditos recovecos, para vaciarla, purificarla, contando en voz alta todo lo que sabemos acerca de esta experiencia de los campos nazis, de esa vivencia de la muerte.
Jorge Semprún
Deia
El País
El mundo
La Vanguardia
La Vanguardia: El ex deportado 44.90
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Wikipedia, Jorge Semprún en 1970
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