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En mayo de 2016, Cristina Párbole, entonces alcaldesa de Vallespinoso de Aguilar, compinchada con su amiga Margarita Marcos, ambas amigas estupendas de quien suscribe, me llevaron hasta su querido pueblo para hablar de los canteros, no de Arsenio el de Lores, ni de los de Polentinos: Cayetano Ruesga, Sergio Ibáñez, Mariano y Eusebio Sordo, que trabajaban bien la piedra, y de los que hubiera encontrado alguna anécdota, sino de los canteros que los precedieron en los siglos y que levantaron las iglesias románicas de nuestra montaña, gente anónima, en su mayoría, que venían de otros puertos, empleados en los talleres que le dieron forma y vida a estos templos, que hoy lucen espléndidos a un paso de estas villas.
Sensaciones que le iba contando de camino a mi amigo y compañero de los reportajes del Diario, José Luis Estalayo, que reside en México pero vive a diario inmerso entre miles de fotos y videos que recogió de nuestra montaña palentina. Yo creo que se equivocaron, porque yo era romántico no románico y, dar una charla para un grupo de turistas que llegaban de distintos puntos de España, me parecía un atrevimiento y un contrasentido. Pero como no hubo manera de convencerlas, pensé en el padre del “dios” de mi pueblo, que fue el encargado de levantar todos los puentes desde Cervera a Piedrasluengas, algunos, como los que ahora cubren las aguas del pantano de requejada, de buena hechura y belleza. ¡Qué falta nos hacía ahora, para reparar el puente de Vañes, que tantos años lleva en obra sin que nadie haga nada por remediarlo! Solo promesas y cartelones anunciándolo.
Es que si nos detenemos a pensarlo, aquellos artistas lo tenían todo en contra, si lo comparamos con toda la herramienta y maquinaria moderna con la que hoy tiras y levantas un edificio en un pis pas.
Hasta el premio o el reconocimiento por tan ímprobo esfuerzo les llegó tarde, les llega hoy a través de la mirada agradecida de quienes se extasían contemplándolo. De por qué tanto románico en Palencia lo explica bien la historiadora Párbole en mi blog, donde habla también de las marcas de los canteros en las que poca gente se fijó hasta el siglo XIX, signos lapidarios donde se percibe la categoría o el trabajo realizado, que venía a determinar el estipendario correspondiente de cada uno.
Es que si nos detenemos a pensarlo, aquellos artistas lo tenían todo en contra, si lo comparamos con toda la herramienta y maquinaria moderna con la que hoy tiras y levantas un edificio en un pis pas.
Hasta el premio o el reconocimiento por tan ímprobo esfuerzo les llegó tarde, les llega hoy a través de la mirada agradecida de quienes se extasían contemplándolo. De por qué tanto románico en Palencia lo explica bien la historiadora Párbole en mi blog, donde habla también de las marcas de los canteros en las que poca gente se fijó hasta el siglo XIX, signos lapidarios donde se percibe la categoría o el trabajo realizado, que venía a determinar el estipendario correspondiente de cada uno.
LA MADEJA
Cada viernes en la tercera de Diario Palentino
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