(1.6) Simbología arquitectónica
La columna sustenta la bóveda, forma simbólica del universo donde vive Dios y entre estos dos elementos, como elemento intermediario entre el soporte y la carga. Son los pilares de estriba del empuje vertical de la bóveda. Los hay circulares, cuadrifolios, cruciformes, embebidos y fasciculados.
Mientras alguien me explica su función sustentante de muros de las naves laterales y cubierta y el por qué de una solución constructiva u otra, simbológicamente anoto su sentido topográfico y principial de verdadero ómphalos, que a la vez que separa, une como un puente conectando todos los estados existenciales. El pilar es el eje vertical del templo que permite transitar desde el suelo a la bóveda, desde el mundo terrestre al celestial; es un axis mundi, un Pilar Cósmico, una verdadera Escala de Jacob, es decir, un Centro.
Es sabido que por lo general no se empieza la casa por el tejado, sino por los cimientos y por las estructuras de apoyo de las cubiertas que hayan de generarse. El buen maestro de obra tiene esa idea clara en su mente, desde antes de iniciar la misma. Sabe cuál ha de ser el resultado final, y dispone pilares, pilastras, muros y contrafuertes de acuerdo con su planteamiento general. Pues bien, prescindid de mirar las bóvedas y fijaos solo en los elementos de apeo vertical. Según sea su hechura y sección, deducid cómo debió de imaginar el magíster el resultado final de la bóveda. Después, levantad la vista y evaluad el resultado.
Este ejercicio, en muchas ocasiones no va acompañado de la “solución al problema”, ya que por diversas circunstancias la hechura de la bóveda ha variado del proyecto inicial. Puede ser que por derrumbe, incendio, demolición para adecuarla a los gustos cambiantes del arte, o por que se cambiase el inicial planteamiento a mitad de su ejecución. En el Alto Aragón no son infrecuentes las estructuras en las que hallo pilares de triple arista y cuando levanto la mirada, hallo que la central que había de generar la bóveda de arista, se trunca y da paso a un sencillo fajón adecuado a medio cañón como solución de compromiso. Es el caso de la cripta de Samitier, o la nave de Toledo de la Nata, entre otras. Obras iniciadas por maestros lombardos, con su bagaje de recursos técnicos, que por algún motivo las dejaron inconclusas y quienes las acabaron, hicieron buenamente lo que sabían hacer. Otras veces son columnillas adosadas a pilastras, rematadas en capitel que no recibe ningún apeo y que debió de continuarse con nervaduras… Mirar viendo no es fácil. Pero también se aprende. Y llega un momento que te das cuenta, no de lo que hay, sino de lo que debía de haber. Entonces es mayor la satisfacción personal, y el número de fotos a esa estructura que no está. Se detiene el tiempo y uno entra en comunión con aquél anónimo magíster.
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