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Rescodo-Resnalar
LÉXICO MONTAÑA PALENTINA
-r-
....
Rescodo
Rescoldo
(De rescaldo).
1. m. Rescoldo. Brasa menuda resguardada por la ceniza. SIN: rescodo, rescollo. [DRAE: s.v.]
Rescolgarse
1. prnl. 1. Colgarse. No te rescuelgues de la viga. [EHCR: Camporredondo.]
Rescollo
1. m. Rescoldo. Brasa menuda resguardada por la ceniza. [ALCL: Lores.]
Resgaño
1. m. Cortezo. Corteza del pan. [SVNT: Ventanilla.]
Resgar
1. m. Rasgar. [ALPI: Cardaño de Abajo.] [ALPI: Brañosera.]
Resguilar
1. intr. 1. Trepar. | Trepar a los árboles, a un poste o a la cucaña. [AYVB: Barruelo.]
Resguñato
1. m. Rasguño, arañazo. [VRGP: La Pernía.]
Resguñito
1. m. Cortezo. | Cantero del pan. [ALCL: Pomar de Valdivia.]
Resguño
1. m. Cortezo. Cantero del pan. [ALCL: Pomar de Valdivia.]
Resmalar
1. intr. 1. Balar. | Dar voces el carnero, el cordero, la oveja, la cabra. [ALCL: Lores.] [PCVM: Menaza.] [VRGP: La Pernía.] El continuo resmalar de los corderines en ellas llamando a sus madres, durante el día, eran claras señales de que se acercaba la primavera. [DMSH: Dehesa de Montejo.]
Resmearse
1. prnl. impers. 1. Dicho de la niebla: Humedecer. | Quintanilla apareció ante sus ojos envuelta en una densa niebla que se resmeaba. [SVDS: Barruelo.] [AYVB: Barruelo.] [VRGP: La Pernía.]
Resnalar
1. intr. 1. Deslizarse o resbalar. [EHCR: Camporredondo.]
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Actualización Sep2025 | +307👀
Una Investigación de Carlos Vielba
Si quiere acceder a la bibliografía
Una Investigación de Carlos Vielba
Atapuerca, Evolución de la Humanidad | Burgos
Conjunto montañoso situado al norte de Ibeas de Juarros, en la provincia de Burgos (Castilla y León, España), ha sido declarado Espacio de Interés Natural, Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad como consecuencia de los excepcionales hallazgos arqueológicos y paleontológicos que alberga en su interior.
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Yacimiento de Atapuerca |
Algunos hallazgos hablan de 800.000 años y según avanzan las investigaciones va cambiando la teoría sobre quién fue el primer poblador de Europa, de dónde venía y sus características. El trabajo allí desarrollado durante años, muestra en buena medida la evolución de la humanidad, trabajos que el equipo investigador ha ido exponiendo cuidadosamente en las más prestigiosas publicaciones, como Nature, Pnas y Science.
Mundo Curioso
Entre los datos curiosos que van saliendo a la luz a medida que avanzan las investigaciones, hay algunas notas que no nos resistimos a citar aquí:
- Los estratos más antiguos del yacimiento hablan de 900.000 años. Aunque a mi me acorralan todo tipo de dudas, pues estamos hablando de mucho tiempo atrás, eso afirman los investigadores después de un exhaustivo análisis de las partículas de tierra y de los minerales que envolvían los fósiles más viejos.
- En Atapuerca se localiza el ADN humano más antiguo del mundo. Un fémur que datan en 400.000 años.
- Los Homo Heilderbergensis eran diestros. Se llega a esta conclusión por las estrías que contenían sus dientes, orientadas según la mano utilizada.
- Los habitantes de la sierra de Atapuerca comían tortugas.
- En 1992 -asegura National Geographic- los responsables de Atapuerca dejaron de ser anónimos. En la Sima de los Huesos se localizaban el "cráneo número 4" y el "cráneo número 5", después conocidos mundialmente como Agamenón y Miguelón (este último en homenaje al segundo tour de Miguel Indurain).
- En 1998 aparece un hacha de mano, en cuarcita.
- En 2008, en la Sima del Elefante, se descubrieron nuevos restos de una especie, así como las herramientas de piedra más antiguas descubiertas hasta la fecha.
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Centro de Arqueología Experimental
Yacimientos de Atapuerca
Actualización Sep2025 | 💥💥+1725👀
1000 Lugares del Mundo
Castillo-Buen-Amor | Salamanca
El castillo, en la actualidad, tiene su lado misterioso de leyendas y fantasmas, por el hotel se oyen testimonios de presencias fantasmales como el de la “Dama Blanca” y fenómenos asociados. En cualquier caso, visitarlo será siempre una experiencia inolvidable.
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Vista del Castillo del Buen Amor | Acuarela | Francisca González del Castillo |
En una zona netamente rural como es la localidad armuñesa de Topas, cercana a la capital salmantina, en medio de una dehesa y rodeado de encinas, alcornoques, pinos, viñedos y almendros, se encuentra el castillo de Villanueva del Cañedo, o Castillo del Buen Amor, una construcción del siglo XV, construido sobre una fortaleza militar del siglo XI, que se levantó para defender la retaguardia de las tropas de la Reconquista, y del que se conserva todavía el sótano.
En el siglo XV perteneció a los Reyes Católicos, pero en 1477, el castillo pasó a ser propiedad de Alonso Ulloa de Fonseca Quijada, obispo de Ávila, que reconstruyó y trasformó la fortaleza en una casa palacio señorial gótico con detalles renacentistas que se convirtió en su residencia habitual. Entre 1958 y 1960, tras pasar por varios dueños y en un estado ruinoso y de abandono total, fue restaurado por la familia hostelera Fernández de Trocóniz, que desde 2003 ha pasado a ser un hotel con 41 habitaciones de lujo, respetando al máximo la originalidad del edificio. Hoy día es uno de los mejores ejemplos de castillo-palacio de la provincia y forma parte de la red “Posadas Reales” de Castilla y León.
El castillo está construido en piedra de Villamayor, es de planta cuadrada con torres cuadradas de ángulos redondeados en sus esquinas, y, como se halla situado en medio de la campiña armuñesa sin ningún accidente orográfico, llama la atención su gran foso defensivo y la Torre del Homenaje. Un bello patio gótico organiza el interior, con una hermosa galería en tres de sus lados. A la belleza del edificio se le suma su entorno, rodeado de dehesas y tierras de labranza, 7 Has de viñedo, un huerto ecológico y un laberinto vegetal que nos traslada a la época medieval.
El castillo con sus habitaciones abovedadas, terrazas y torreones logran que pasear por sus pasillos o por el patio, cenar en las antiguas mazmorras o pasear por sus jardines nos recuerden a un marco idílico de épocas pasadas. Pero, ¿Cuál es el origen de su nombre? Este se debe a su propietario, el obispo de Ávila, que fue un ferviente seguidor de los Reyes Católicos y al mismo tiempo capitán del ejército. Reformó el edificio para compartir su vida y su amor con doña Teresa de las Cuevas, un amor prohibido que, no obstante, fue firme hasta el final de sus vidas, pues formaron una familia numerosa con cuatro hijos.
Con Elena en Cervera
Para encontrarte con la historia de los lugares, nada mejor que el encuentro con quienes decidieron vivir allí, en un marco incomparable para el silencio más profundo. Ese marco que nos hace recapacitar, y que nos permite el acercamiento a tantos paisanos desde el sosiego. Saber lo que piensan del progreso que les prometieron que, por otra parte, nos ha traído la desaparición de tantas costumbres. Y en eso voy meditando cuando me dirijo al encuentro de Elena García, que estudió en Aguilar y se diplomó en Trabajo Social en Valladolid.
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Elena García | Trabajo Social | Cervera de Pisuerga Norte de Castilla, Domingo, 29 de septiembre de 1996 |
A primeros del pasado siglo, han pasado ya más de cien años, los abuelos de Elena abrieron la fonda Goyetes en Cervera de Pisuerga, tal vez una de las primeras familias que compatibilizaban el turismo rural con la ganadería. Eso me contaba su nieta, que apostó por una renovación de la vivienda conservando su estilo tradicional y rústico. Antes las familias eran más numerosas y había que compatibilizar con todo para llegar a fin de mes. Esta acepción de turismo, siendo muy optimistas, se repite con la tercera generación, y parece que los tiempos van cambiando los hábitos y el turismo rural llega de verdad, de manera que podamos competir y dedicarle todo nuestro tiempo. Goyetes es uno de los más antiguos alojamientos de Cervera de Pisuerga, camino de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. Una parte del edificio está destinado a la viviendo particular de los propietarios y el resto se destina a alojamiento turístico.
Mantenemos la entrevista en el salón-comedor, un día de finales agosto a últimos del pasado siglo en el que apetece ya la lumbre, con un café de puchero y unos hojaldres de Cervera. “Todo se puede solucionar si la gente se quedase aquí a vivir de una manera continuada y con proyectos de futuro.” “El turismo rural en Castilla y León es una historia muy reciente y necesita mucha más promoción para afianzarse.” Cuando le insisto en el panorama que se cierne sobre tantos pequeños pueblos, fijándome en Lores y Polentinos donde tanta gente conocí y donde hoy apenas quedan doce vecinos, ella insiste en su teoría de repoblar. “Nos vendría bien ser muchos más de los que somos, para mejorar nuestro hábitat, para implicar más a los políticos, para depositar más votos en la balanza...
El Correo en España
«En España se introdujo un sistema de posta para el despacho de las cartas y la distribución de correos en tiempo de Juana y Felipe, o sea, casi al final del reinado de nuestro Enrique VII, siendo así que en Inglaterra apenas se había establecido servicio semejante hasta el gobierno de Cromwell. España, que en esto, como en muchas otras cosas, estuvo un tiempo a la cabeza, ahora se ve obligada a copiar las novedades de aquellas mismas naciones a las que instruyera antes, como ocurre con los viajes en coches públicos o particulares..»
I
Richard Ford, 1846
1846 Cosas de España
Doña Carmen, mi maestra
El coche de color negro que trasladaba por primera vez hasta mi pueblo –Velillas del Duque-, a la nueva maestra, avanzaba lentamente por la calle principal justo cuando el reloj de la torre, que se mostraba flanqueado por decenas de vencejos que no cesaban de revolotear en su derredor, marcaba las doce en punto del mediodía. En el tiempo, corría el año 1.960. Tras detenerse en la plaza, alguien desde su interior preguntó al grupo de chavales que en ella jugábamos, por la casa del alcalde. Algunos señalamos en la dirección requerida sin dar más importancia al asunto.
Sin embargo, alguien del grupo de ancianos que a aquella hora de la mañana frecuentaban la solana del pueblo, masculló algunas palabras en voz alta para llamar la atención del resto:
-¡Pues parece que se confirman los pronósticos…! (intuyendo que la persona que acababa de preguntar por la casa del alcalde era la nueva maestra que, según había oído comentar, iba a llegar al pueblo para el nuevo curso).
Y añadió: -¡Lo que le faltaba ahora a este pueblo, que llegase una maestra tan joven!. ¡No sé qué clase de autoridad va a conseguir imponer en la escuela…!
-Aquí, lo que hacía falta es que viniese un maestro como los de antes, con mucho salero y curtido en años para que educase en condiciones a la chiquillería; a ver si así dejan de hacer las salvajadas que urden por las calles cada día; que ya ni a los propios padres les hacen caso…
Era el último día de vacación escolar y los chiquillos andábamos como apresurados de acá para allá, ultimando en completa libertad los últimos juegos y las últimas carreras alrededor del pueblo. Al día siguiente, comenzaría el nuevo curso escolar, gozando su inicio de una extraordinaria expectación, porque ya la noticia se había extendido como una exhalación por todo el pueblo. Y es que representaba una auténtica novedad para todos los habitantes del lugar el hecho de que una mujer –tan joven, además-, y no un hombre, fuese a hacerse cargo de la escuela: Los chavales porque quizá pensábamos que al ser maestra iba a ser menos estricta; y el grupo de ancianos, erre que erre y recelando de ella, porque sus principios les hacían pensar en otra dirección para la escuela.
Y todo ello, enmarcado en aquellos años 60 de nuestro país y en un ambiente rural cien por cien, donde la escuela era una institución muy respetada por todos los vecinos. Tras lo cual, los posteriores días transcurrirían en un ambiente de completa normalidad: nosotros acudiendo contentos a la escuela y ejecutando nuestros diferentes juegos al salir de clase; el grupo de ancianos llegándose cada día hasta la solana con sus mismos miedos e interrogando con fruición a sus respectivos nietos sobre las actividades que realizaban cada día en la escuela, por si lograban encontrar algún resquicio para abundar en su desconfianza; y el común de los habitantes del pueblo, metidos cada jornada en el desarrollo de las actividades agrícolas que les eran propias.
Entretanto Doña Carmen, la maestra, a la que quizás nadie le había manifestado abiertamente la pretendida oposición que contra ella existía por parte de algún sector de los vecinos, pero que seguro algún que otro comentario más o menos intencionado le habría llegado, continuaba con absoluta normalidad su actividad en la escuela. Si bien, queriendo dar una mayor proyección exterior al tema de la enseñanza con la creación de una clase para adultos.
Con la llegada del mes de diciembre, la vida en el pueblo parecía sufrir una especie de letargo, en el que tenía mucho que ver el cambio climático que propiciaba el invierno. Y quizás en parte debido a este motivo, lo cierto es que la clase de adultos se vio totalmente concurrida. Acudiendo a ella incluso el grupo de ancianos reacios de entrada a la presencia de la maestra en su pueblo; que lo harían un poco también por curiosidad ante la novedad que se les ofrecía. Pero muy pronto, más pronto aún de lo que, sin duda, ellos mismos imaginaron nunca, se vieron obligados a dar marcha atrás en sus apreciaciones y juicios de valor hasta entonces vertidos con manifiesta gratuidad en los diferentes ambientes del pueblo, solo por su cortedad de miras. Así que a la primera oportunidad que tuvieron, los ancianos que así pensaban se presentaron ante la maestra para pedirle humildemente perdón, por una postura tan primaria y sin ningún tipo de justificación, que habían mantenido frente a ella. Ésta, conforme a sus principios, les manifestaría que en ningún momento se había sentido especialmente observada; ni por ello le habían faltado las fuerzas para seguir cumpliendo con su deber. Comentarios en contra que, de alguna manera, ella entendería en los primeros momentos; dada la tradición habida en el pueblo de un maestro varón. Que hacía que no se viera con buenos ojos que una mujer tan joven fuese a ser capaz de ponerse al frente de una clase formada por chavales y chavalas de diferentes edades y transmitirles las oportunas enseñanzas de una manera efectiva.
Pero bien pronto el pueblo entero valoró en su justa medida a Doña Carmen y sus esmeradas enseñanzas, siendo objeto de innumerables muestras de cariño y de agradecimiento durante todo el tiempo restante que permaneció al frente de nuestra escuela. Y al grupo de ancianos, a los que ella había tomado un especial cariño, les hizo un ruego muy particular; que en prueba de conformidad, no perdiesen ni una sola de las clases de adultos, porque eso representaría para ella la mejor prueba de reconocimiento de su valía como maestra en la localidad. Andando los años, muchos, hay que decir con la voz muy alta que el buen hacer de Doña Carmen, nuestra maestra, y el cariño de todo un pueblo para con ella, se pondría de manifiesto una vez más en un sentido y emotivo homenaje que le fue tributado con motivo de su jubilación en la profesión. En honor a la verdad, hay que reconocer que Doña Carmen, o Carmina como gustaba le llamasen los vecinos del pueblo y, a la sazón, maestra de todos nosotros, los chavales del lugar en aquellos irrepetibles años 60 y 70 del siglo pasado, dejó una muy profunda huella en positivo en todos y cada uno de nosotros, tanto por sus extraordinarias y exquisitas enseñanzas, adelantadas a su tiempo en gran medida; como por su bonhomía como mujer.
-¡Pues parece que se confirman los pronósticos…! (intuyendo que la persona que acababa de preguntar por la casa del alcalde era la nueva maestra que, según había oído comentar, iba a llegar al pueblo para el nuevo curso).
Y añadió: -¡Lo que le faltaba ahora a este pueblo, que llegase una maestra tan joven!. ¡No sé qué clase de autoridad va a conseguir imponer en la escuela…!
-Aquí, lo que hacía falta es que viniese un maestro como los de antes, con mucho salero y curtido en años para que educase en condiciones a la chiquillería; a ver si así dejan de hacer las salvajadas que urden por las calles cada día; que ya ni a los propios padres les hacen caso…
Era el último día de vacación escolar y los chiquillos andábamos como apresurados de acá para allá, ultimando en completa libertad los últimos juegos y las últimas carreras alrededor del pueblo. Al día siguiente, comenzaría el nuevo curso escolar, gozando su inicio de una extraordinaria expectación, porque ya la noticia se había extendido como una exhalación por todo el pueblo. Y es que representaba una auténtica novedad para todos los habitantes del lugar el hecho de que una mujer –tan joven, además-, y no un hombre, fuese a hacerse cargo de la escuela: Los chavales porque quizá pensábamos que al ser maestra iba a ser menos estricta; y el grupo de ancianos, erre que erre y recelando de ella, porque sus principios les hacían pensar en otra dirección para la escuela.
Y todo ello, enmarcado en aquellos años 60 de nuestro país y en un ambiente rural cien por cien, donde la escuela era una institución muy respetada por todos los vecinos. Tras lo cual, los posteriores días transcurrirían en un ambiente de completa normalidad: nosotros acudiendo contentos a la escuela y ejecutando nuestros diferentes juegos al salir de clase; el grupo de ancianos llegándose cada día hasta la solana con sus mismos miedos e interrogando con fruición a sus respectivos nietos sobre las actividades que realizaban cada día en la escuela, por si lograban encontrar algún resquicio para abundar en su desconfianza; y el común de los habitantes del pueblo, metidos cada jornada en el desarrollo de las actividades agrícolas que les eran propias.
Entretanto Doña Carmen, la maestra, a la que quizás nadie le había manifestado abiertamente la pretendida oposición que contra ella existía por parte de algún sector de los vecinos, pero que seguro algún que otro comentario más o menos intencionado le habría llegado, continuaba con absoluta normalidad su actividad en la escuela. Si bien, queriendo dar una mayor proyección exterior al tema de la enseñanza con la creación de una clase para adultos.
Con la llegada del mes de diciembre, la vida en el pueblo parecía sufrir una especie de letargo, en el que tenía mucho que ver el cambio climático que propiciaba el invierno. Y quizás en parte debido a este motivo, lo cierto es que la clase de adultos se vio totalmente concurrida. Acudiendo a ella incluso el grupo de ancianos reacios de entrada a la presencia de la maestra en su pueblo; que lo harían un poco también por curiosidad ante la novedad que se les ofrecía. Pero muy pronto, más pronto aún de lo que, sin duda, ellos mismos imaginaron nunca, se vieron obligados a dar marcha atrás en sus apreciaciones y juicios de valor hasta entonces vertidos con manifiesta gratuidad en los diferentes ambientes del pueblo, solo por su cortedad de miras. Así que a la primera oportunidad que tuvieron, los ancianos que así pensaban se presentaron ante la maestra para pedirle humildemente perdón, por una postura tan primaria y sin ningún tipo de justificación, que habían mantenido frente a ella. Ésta, conforme a sus principios, les manifestaría que en ningún momento se había sentido especialmente observada; ni por ello le habían faltado las fuerzas para seguir cumpliendo con su deber. Comentarios en contra que, de alguna manera, ella entendería en los primeros momentos; dada la tradición habida en el pueblo de un maestro varón. Que hacía que no se viera con buenos ojos que una mujer tan joven fuese a ser capaz de ponerse al frente de una clase formada por chavales y chavalas de diferentes edades y transmitirles las oportunas enseñanzas de una manera efectiva.
Pero bien pronto el pueblo entero valoró en su justa medida a Doña Carmen y sus esmeradas enseñanzas, siendo objeto de innumerables muestras de cariño y de agradecimiento durante todo el tiempo restante que permaneció al frente de nuestra escuela. Y al grupo de ancianos, a los que ella había tomado un especial cariño, les hizo un ruego muy particular; que en prueba de conformidad, no perdiesen ni una sola de las clases de adultos, porque eso representaría para ella la mejor prueba de reconocimiento de su valía como maestra en la localidad. Andando los años, muchos, hay que decir con la voz muy alta que el buen hacer de Doña Carmen, nuestra maestra, y el cariño de todo un pueblo para con ella, se pondría de manifiesto una vez más en un sentido y emotivo homenaje que le fue tributado con motivo de su jubilación en la profesión. En honor a la verdad, hay que reconocer que Doña Carmen, o Carmina como gustaba le llamasen los vecinos del pueblo y, a la sazón, maestra de todos nosotros, los chavales del lugar en aquellos irrepetibles años 60 y 70 del siglo pasado, dejó una muy profunda huella en positivo en todos y cada uno de nosotros, tanto por sus extraordinarias y exquisitas enseñanzas, adelantadas a su tiempo en gran medida; como por su bonhomía como mujer.
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