La leyenda del pico Tres Mares
En el corazón de la Montaña Palentina, donde las nubes acarician la tierra, se alza imponente el Pico Tres Mares, un lugar de una magia inusual. Allí, en su cumbre, nacen tres fuentes cuyas aguas emprenden un viaje épico hacia tres mares distintos: el Atlántico, el Cantábrico y el Mediterráneo. Esta peculiaridad geográfica no solo ha fascinado a científicos y exploradores, sino que también ha dado origen a una leyenda ancestral, transmitida de generación en generación.
Cuenta la historia que, en tiempos inmemoriales, la Montaña Palentina no era simplemente tierra y roca, sino una madre viva que daba forma al paisaje con amor y sabiduría. Un día, la montaña dio a luz a tres espíritus del agua, a quienes confió la tarea de dar vida a los ríos y mantener el equilibrio entre los valles, bosques y campos.
Los tres hermanos, Boreo, Altea y Atlanteo, crecieron fuertes y orgullosos, cada uno con un carácter muy distinto. Boreo, el mayor, era frío y firme como el viento del norte; soñaba con que las aguas corrieran hacia el Cantábrico, alimentando las tormentas y los acantilados. Altea, la hermana mediana, tenía el corazón cálido y sosegado, y deseaba que las aguas fluyeran hacia el Mediterráneo, donde las olas danzarían bajo un cielo sereno. Atlanteo, el más joven, era aventurero y soñador; quería que las corrientes se unieran al Atlántico, para perderse en la vastedad del océano sin fin.
Pronto, las diferencias entre ellos se convirtieron en una disputa. Ninguno estaba dispuesto a ceder, y la tierra comenzó a resentirse por la tensión entre los hermanos. Las montañas temblaron, los ríos se estancaron y los bosques quedaron en silencio. Alarmada, la madre montaña habló con ellos:
—Mis hijos, esta disputa está dañando nuestro hogar. Si no podéis poneros de acuerdo, tomaré una decisión por vosotros. En mi cima, nacerán tres fuentes. Cada una elegirá su camino y fluirá hacia un mar distinto. Así, todos tendréis vuestra parte en el reino de las aguas.
Los tres aceptaron, aunque no sin cierto recelo. Al amanecer, la montaña cumplió su palabra: nacieron tres manantiales cristalinos, y cada uno eligió su destino. Uno fluyó hacia el norte, alimentando los ríos que desembocarían en el Cantábrico. Otro siguió el camino del este, uniéndose al río Ebro para llegar al Mediterráneo. Y el tercero se dirigió al oeste, nutriendo al Pisuerga y, a través del Duero, encontrando el Atlántico.
La paz volvió a reinar, pero la madre montaña les advirtió:
—Mientras respetéis el equilibrio, las aguas seguirán su curso, puras y eternas. Pero si alguna vez uno de vosotros intenta reclamar más de lo que le corresponde, las fuentes se secarán y esta tierra quedará estéril.
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No conocía esta leyenda. Gracias, Froilán por tu envíos!
ResponderEliminarBonita leyenda y relato de Estalayo que nos hace saber la importancia y belleza del Pico Tres Mares, única cima de España que vierte el agua hacia nuestros tres mares. Desde las distintas caras de sus laderas y fuentes el agua llega al río Nansa, al Ebro y al Pisuerga. El Nansa desemboca en el Cantábrico, el Ebro en el Mediterráneo, y el Pisuerga tras unirse al Duero desemboca en el Atlántico, privilegios de la Montaña Palentina.
ResponderEliminarA destacar también las bellas fotografías de Estalayo que nos presentan la belleza del Pico Tres Mares en las diferentes estaciones, entre nieves y soles, entre nubes, resplandores y atardeceres.
Interesante leyenda la que nos cuentas hoy en tu sección en el blog, Estalayo, sobre el por qué de su nombre, Pico Tres Mares, de esta elevación montañosa de nuestra Montaña Palentina. Ahora entendemos el por qué se le viene llamando así, al verter sus aguas en tres direcciones que desembocan en tres mares de nuestro planeta: el Cantábrico, el Mediterráneo y el Atlántico. Una historia que, en cualquier caso, nos adentra de manera mágica en sus entornos y que nos habla de su belleza tan espectacular, como lo demuestran las fotos que acompañan el relato. Saludos.
ResponderEliminarLa oí en Montoto de Ojeda,
ResponderEliminarMe la contó su maestra una tarde, en Cervera, pero me ha gustado recordar y, además, muy bien narrada. Gracias. Carmen Arroyo