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La obra de César Muñoz Arconada


Perteneciente al grupo de narradores que algunos han llamado “La otra Generación del 27”, ya que coincide cronológicamente con los poetas del 27 aunque es más vanguardista que ellos, Arconada cultivó casi todos los géneros literarios, comenzando con algunos experimentos ultraístas, que posteriormente considerará “descomprometidos”, y que abandonará para poner su pluma al servicio de las ideas revolucionarias, ilusionado con el principio de que la literatura podía cambiar el mundo y conseguir un futuro sin injusticias ni desigualdades sociales. Pero el exilio y el desarraigo segaron de raíz sus pretensiones. El hecho de haber pasado su exilio en Rusia, en un ambiente extraño, le perjudicó e hizo que fuera borrado de las listas de escritores en el exilio y de los manuales de literatura. Lejos de España, se dedicó a traducir y propagar la literatura hispana en aquellas tierras, pero su vena creadora quedó cortada y con ella sueños y posibilidades (y eso a pesar de que escribió muchos artículos, algunas adaptaciones teatrales, traducciones...)

Contemporáneo de Sender, Bergamín, Rosa Chacel y Max Aub, formaba con ellos el grupo de prosistas jóvenes que, igual que los poetas del 27, buscaba nuevas sendas de renovación literaria. Ellos continuaron madurando su obra después de la guerra, en el exilio casi todos; Arconada en cambio, daría por acabada su inspiración y también su entusiasmo de escritor.

Su primera obra importante, Sed, es de 1922, y en ella Arconada pensaba todavía que el arte surge como la opción suprema, como algo puro y válido por sí mismo y no como instrumento al servicio de una idea. La opción de “renovarse” era necesaria para él:

“Había que echar abajo las viejas normas, los viejos moldes y las viejas Escuelas...”

Hay que recordar, sin embargo, que ni siquiera en esos momentos la realidad y sus conflictos le resultaban indiferentes, escribiendo también artículos en los que denunciaba las injusticias y defendía el derecho a la disidencia, manifestándose enemigo a ultranza del poder de las armas.

En 1928 se publica Urbe, libro vanguardista en la línea deshumanizadora que propugnaba Ortega y Gasset:

“Frente a la villa en calma, el torbellino de la urbe. El hombre nuevo, que mira a través de ventanas limpias hacia un horizonte sin flores y sin pájaros. Va a la calle, al trabajo, a la oficina...”

Alaba el bullicio de las ciudades modernas, frente al horizonte de las ruinas históricas, territorio abonado para siestas... “tedio de los remansos, éxtasis de los instantes”.

...”Las cosas se apagan con la velocidad... Las manos en el horóscopo del volante...
El metraje de las distancias / enrollado en la bobina de la ansiedad...
Y en la mañana, el auto y yo”.

Llega incluso a despreciar al árbol urbano, “ridículo de petulancia verde”.

“Pasar. Gozar. Navegar con rumbo hacia uno mismo / por las marginales rutas de las aceras”.

Sus palabras evocan inequívocamente las de Filippo Tommaso Marinetti en su Manifiesto Futurista cuando encontraba más belleza en un automóvil de carreras que en la Victoria de Samotracia...

“Reposo de sol. De tarde. De vejez. De la mediocridad de la vida sin motor juvenil tronando fuerza...»

Nacido en Astudillo (Palencia) en 1898, fue el mayor de seis hermanos, y su padre, corresponsal de “El Diario Palentino” y de “El Norte de Castilla”, procurador de los tribunales y alcalde de su pueblo.
Ingresó en el Cuerpo de Correos y formó parte de la redacción de “El Diario Palentino”. Al llegar en 1931 la República, evoluciona desde el “arte puro” a otro totalmente comprometido con su ideología política. En ese mismo año ingresa en el Partido Comunista y desde entonces su vida estará condicionada por esa decisión.
En 1936 le sorprende la guerra civil en Fuenterrabía y de allí pasa a Oviedo. Después de una breve estancia en Valencia y Barcelona, en enero de 1939 salió definitivamente de España. Después de pasar por el campo de concentración de Argelès-sur-Mer viajó a Rusia, donde murió en marzo de 1964.
Poeta desconocido y novelista infravalorado, Arconada fue un escritor autodidacta, muy difícil de clasificar en una u otra tendencia.
Puede considerársele, sin embargo, como el primer autor de Novela Social en España, pues en 1930 se publica La turbina, su primera novela, que es también la primera novela de tema social en España antes de que apareciesen las novelas de Cela o Baroja. En esta obra se plantea la lucha entre el fatalismo y la resignación de un mundo rural atrasado, y los deseos de renovación que anuncia la modernidad. El conflicto surge cuando el progreso (la luz) entra en contacto con la ignorancia y la cerrazón de un pueblo (...“porque en los pueblos todo es lento, pausado, menos las noticias y los pájaros, que vuelan con rapidez”.) Cachán, encargado del molino que se convertirá en central eléctrica, se niega en redondo a aceptar cualquier argumento a favor de cualquier cambio, y llegará incluso a matar a Antonio, uno de los operarios que hacen posible que llegue la luz eléctrica al pueblo. El avance imparable del progreso queda ratificado, pese a los conflictos personales e incluso trágicos.

Nota de la autora
Resumen de una Conferencia en Astudillo con el título César Muñoz Arconada y la Novela Social, el 20 de agosto de 2014.




Sección para "Curiosón"
de Beatriz Quintana Jato.

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