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Simbología ornamental Geométrica

VIII. 2. SIMBOLOGÍA ORNAMENTAL.

Esta temática es de origen oriental o nórdica, originada a partir del recelo ante elementos idolátricos. De no estar en un contexto significativo claro, pueden ser meras estilizaciones decorativas.

EL ANCORA es símbolo de Esperanza en la vida futura. Unida a un pez equivale a alguna de las inscripciones funerarias: Spes in Christo “ La esperanza está en Cristo”.

EL ZIGZAS cumple una función simbólica, pues la línea quebrada habla de los altibajos dentro de una progresión, que si llegara al cruce, equivaldría a cambio de signo.


LA ESPIRAL es un signo esencialmente microcósmico. Emblema del aliento y del espíritu y, a veces, símbolo solar y reflejo de la divinidad.


LAS LÍNEAS, si son Almenadas, simbolizan la Tierra; si son Dentadas, el Fuego; si Onduladas, el Aire (cuando es simple) o el Agua de regeneración.

LA Y, es fundamental en la simbología románica y, esbozando volutas, no es otra cosa que la analogía de la doble elección de caminos que continuamente se le presenta en su vida al hombre y que representa la dialéctica vital que a todo hombre le presenta la vida y que si resuelve acertadamente da a éste la tensión trascendente necesaria para progresar en el mundo del espíritu y del conocimiento verdadero (IGLESIA DEL MONASTERIO DE LEYRE, NAVARRA). Significa la elección de caminos entre el Vicio y la Virtud (IGLESIA DE SAN PEDRO, TAVERGA, Asturias).

Jenofonte describe en sus Memorables, los recuerdos acerca de su maestro Sócrates, en esta obra, describe la entrevista entre éste y el joven Aristipo y su exhortación a que adoptara la virtud, Sócrates le cuenta una fábula que él mismo oyó al sabio Pródico; se trata del famoso mito de Heracles en la encrucijada de los caminos: «Según este relato, Heracles estaba al comienzo de la adolescencia, una edad en la que, finalmente, los jóvenes se independizan y manifiestan la futura orientación de su vida que seguirá el camino de la virtud o del vicio. Heracles se alejó hacia un lugar tranquilo y se sentó, porque dudaba acerca del camino a seguir. Entonces, se le aparecieron dos majestuosas mujeres» (Memorables II, 1, 21-22). Las dos mujeres son diosas. La que se dirige a Heracles en primer lugar, representa al Vicio; intenta persuadir al joven héroe para que la acompañe por «el camino más agradable y fácil»: es la vía de la izquierda o siniestra. Luego, la otra mujer, la Virtud, propone convertir al adolescente en un «excelente artista de obras bellas y venerables»: es la vía de la derecha o vía derecha. Se inicia una discusión entre ambas mujeres. La Virtud acusa a su rival de falsedad, evidenciando el humillante revés al que, inevitablemente, conduce su camino. En cuanto a la recta vía, ciertamente «larga y difícil», permite al final «poseer la mayor de las felicidades». He aquí la conclusión que Jenofonte pone en boca de Sócrates: «Así es como, más o menos, Pródico exponía la educación de Heracles mediante la Virtud. Sin embargo, había adornado sus pensamientos con palabras aún más magníficas que lo que estoy haciendo ahora. Vale la pena, Aristipo, que las guardes en mente y que apliques tus esfuerzos a regular la conducta que llevarás durante el resto de tu vida» (Memorables II, 1, 34).Jenofonte remonta el origen de este mito a Pródico (siglo V a. C.). El tema de la bifurcación, no obstante, es mucho más antiguo. En efecto, Homero, el poeta de la Ilíada y de la Odisea (siglo IX a. C.), sitúa un curioso prado llamado de los Asfódelos en los infiernos: es el prado de los muertos. Según Platón, otro célebre discípulo de Sócrates, en este prado tiene lugar el juicio al que se someten los espíritus de los hombres: «Se les juzgará en el prado, donde está la bifurcación, de donde parten los dos caminos que conducen, el uno a las islas de los bienaventurados, el otro al Tártaro […]. Habrá que discernir con la mayor justicia el camino que seguirán los hombres» (Gorgias, 524a 3-9).

Hesíodo, contemporáneo de Homero, escribió: «Es fácil escoger el vicio, y se hace en masa: el camino es llano y muy próximo (1). La virtud, en lo que a ella se refiere, según el decreto de los dioses inmortales, está precedida por el sudor: el camino que conduce a ella es, al principio, largo, empinado y rudo, pero, cuando se alcanza la cima, entonces es fácil, a pesar de su dificultad inicial» (Los trabajos y los días, 287-292).

El filósofo Pitágoras (siglo VI a. C.) explotó abundantemente el tema de la bifurcación. Servio dice a este respecto: «Sabemos que Pitágoras de Samos dividió la vida del hombre a la manera de la letra Y. En efecto, la primera edad es indecisa y aún no se ha entregado ni a los vicios ni a las virtudes. En cuanto a la bifurcación de la letra Y, ésta comienza con la juventud; en ese momento los hombres siguen, bien sea a los vicios, es decir, el lado izquierdo, bien sea a las virtudes, es decir, el lado derecho. Persio se inspira en ello para decir: Temblorosos, los espíritus son conducidos a la encrucijada» (2).

Platón, filósofo pitagórico (siglo IV a. C.), también asocia esta encrucijada con el juicio y el discernimiento. El fragmento que citamos proviene del famoso mito de Er, en el que el Panfilio Er es testigo de lo que ocurre en los infiernos: «Los jueces celebraban una sesión entre estas dos partes. Tras haber discernido y juzgado, ordenaban a los justos que siguieran el camino de la derecha, que sube al cielo […] y a los injustos, el de la izquierda, que baja [...]» (República, X 614c 4-8).En otra obra, Platón, por boca de Sócrates, expone lo que la tradición griega enseña acerca de la ruta del Hades: «No me parece que sea ni simple ni única. Ya que no se precisarían guías y, bajo mi punto de vista, nadie se equivocaría de dirección, si sólo hubiera una vía. En realidad, parece tener un gran número de divisiones y bifurcaciones. Lo digo según lo que me enseñan nuestros usos sagrados» (Fedón, 108a 2-6).

Virgilio, poeta latino (siglo I a. de C.) impregnado de Homero, de pitagorismo y, en definitiva, de toda la tradición filosófica y literaria griega, retoma el mismo tema en su descripción de los infiernos: «Éste es el lugar donde el camino se separa en dos direcciones. La derecha conduce bajo las murallas del gran Dite [Plutón]: es nuestro camino hacia los Campos Elíseos. En cuanto a la izquierda, ejerce sus castigos sobre los malvados y los envía al impío Tártaro» (Eneida, VI 540-543).

La famosa rama dorada que permite a Eneas descender a los infiernos, reproduce, según Servio, esta bifurcación: «Según dice el poeta, por esta rama, que es una imitación de la letra Y, es por donde hay que buscar las virtudes» (Comentario a la Eneida, VI 136).

En fin, el tema de la bifurcación está tan divulgado, que incluso lo encontramos en el Evangelio según san Mateo: «Entrad por la puerta estrecha. En efecto, ancha es la puerta, y espaciosa la vía que conduce a la perdición; y numerosos son los que por ella pasan. Pero estrecha es la puerta, y angosta es la vía que conduce a la vida; y escasos son los que la hallan» (VII 13-14).

LAS TRENZAS tienen carácter ornamental y se las relaciona con la dependencia mutua y lo íntimo.


EL TRIANGULO simboliza la Armonía y Proporción. También representa la Trinidad.

EL PENTÁGONO, símbolo basado en el número 5, expresa la unión de los desiguales. Es símbolo sagrado de salud, protección, felicidad y conocimiento.

Los cinco brazos del pentalfa, representan el cuerpo del hombre con los brazos extendidos y piernas separadas, acordando una unión fecunda entre el principio masculino y el femenino. Representa al hombre total, al Adán celeste, síntesis de todos los hombres. También está identificado con el cuerpo de Cristo.


En el tímpano de Loache, me recuerdan aquellas palabras “Ocupando por sobre el éter el trono del medio, y teniendo por figura un círculo deslumbrante que es el Corazón del Mundo, tú colmas todo de una providencia apta para despertar la inteligencia”. ¡ Y la estrella de cinco puntas! (equívocamente asimilada por muchos al Escudo/Anillo de Salomón). Con su carga simbológica del Cinco, eje de los primeros nueve números y la unidad que se formaliza en el centro del cuadrado y de la cruz . Unidad cumple la función de síntesis. Pentalfa o pentagrama pitagórico, símbolo microcósmico que, cual estrella flamígera, tiene en centro al Hombre, desde donde se irradia toda su capacidad e inteligencia con lo que se estaría expresando la dominación del espíritu sobre los elementos de la naturaleza, La Omnipotencia y la autocracia intelectual. Y esa estrella con su punta hacia abajo, significando la “Goecia” o fuerzas de origen no divino. Y vuelvo a recordar aquellas otras palabras : “ Lo que está arriba es como lo que está abajo”.
Candil de Dios fundido en pentagrama del arpa prometida, fiel desgarro virginal, sol de trinos.



Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".

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