La novela de Isabel Allende
Isabel Allende, peruana de nacimiento, profundamente cargada de vitalidad y de pasión, joven a sus 83 años, es una mujer atrayente cuyo embrujo emana precisamente de la misma intensidad con que vive cada día. Veo que ha salido a la venta en los quioscos una nueva colección de sus obras, y me animo a escribir unas letras sobre ella.
Ella nos describe así su vida: «He tenido éxito, dolores, amores, viajes, imaginación.. En honor a la verdad, he vivido como cuatro vidas».
El amor a su madre y el hecho de que en sus obras aparezcan las figuras femeninas tratadas siempre con admiración, se debe a que su padre los abandonó cuando ella tenía tres años y su madre tuvo que salir adelante con tres niños pequeños. Sus días en Chile se vieron interrumpidos por el golpe de estado del general Pinochet y tuvo que trasladarse a Venezuela donde vivió trece años. Había recibido amenazas, fue despedida de la revista donde trabajaba, y comprendió que el hecho de llevar el apellido Allende aumentaba el peligro.
«De una cosa estoy segura: no sería escritora sin haber pasado por la experiencia del exilio».
Su obra ha sido encuadrada en el movimiento conocido como «Post-Boom», y a pesar de su éxito arrollador, una parte de la crítica la considera escritora de subliteratura, de literatura meramente comercial, o una copia menor de García Márquez. Por otra parte, nadie quiso publicar «La casa de los espíritus», su primera obra, y en algunas escuelas americanas estaba prohibido leerla. En mi opinión, el estilo de Isabel Allende es uno de los más atractivos por su frescura, su lirismo y vitalidad. Tal vez puede tacharse su obra de excesivo romanticismo, de la sensibilidad y la cursilería sentimental que tan fácilmente suele identificarse con lo femenino; pero la literatura y la vida misma nos están pidiendo a gritos un poco más de sentimiento y romanticismo con que contrarrestar la vida diaria. Personalmente debo constatar que, al menos a la juventud que la ha leído en mis clases, le ha interesado vivamente por su delicadeza y sensibilidad.
Isabel Allende trabajó también como periodista, pero ésta no es su mejor faceta pues no se limitaba a informar sino que daba siempre su versión de los hechos. Pablo Neruda se negó a que le hiciera una entrevista y la animó a que escribiese novelas, donde la invención y la subjetividad no son defectos.
«La casa de los espíritus» (1981), su primera obra, es una larga carta de quinientas páginas escrita a su abuelo cuando éste tenía 99 años y estaba a punto de fallecer. Dice la autora que había estado escribiendo esta obra en su interior sin saberlo: «La casa de los espíritus» fue como abrir una compuerta y un torrente de palabras, historias, cuentos, imágenes, colores, sabores y recuerdos se me vino encima, me arrolló y me dejó patas arriba hasta el día de hoy». Se vendieron 51 millones de ejemplares y se tradujo a 27 idiomas... El camino se había iniciado. Asistimos en el libro a la vida de una familia a lo largo de varias generaciones, y la historia nos la cuenta Alba cuando está junto al cadáver de su abuelo Esteban Trueba (retrato de su propio abuelo).
Le siguieron otras muchas obras como «Eva Luna», «Los Cuentos de Eva Luna», donde aparecen algunos temas que serán constantes a lo largo de su obra: el protagonismo de la mujer, la presencia de los espíritus y de los seres queridos ausentes, el amor, la exuberante naturaleza americana, o el trasfondo político chileno.
Mención especial merece, entre otras muchas, su obra «Paula», homenaje lleno de cariño a su hija cuando ésta agonizaba en un hospital madrileño. Según algunos críticos es su mejor obra, y en ella reescribe a su hija una carta que había empezado en el hospital, a la que añade los fragmentos de cargas enviadas a su madre a Chile durante aquellos meses interminables. Su última obra, «El viento conoce mi nombre» nos traslada a Arizona en 2019, tiene como protagonista a una niña de siete años y nos introduce en el doloroso tema del exilio.
Finalizo con sus propias palabras, que explican los motivos por los que escribe:
«Escribo porque estoy llena de historias que exigen ser contadas, porque las palabras me sofocan, porque me gusta y lo necesito, porque si no escribo se me seca el alma y me muero».
Ilustración de Oriel Manet
Actualización Sep2025 | +250👀
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Hola, buen artículo de Isabel.
ResponderEliminarNo sé por qué cuando algo gusta a la gente, los críticos lo ven mal, quizá por eso no le dan el Nobel que se lo merece. No estoy de acuerdo con la opinión de los críticos, ni con lo de "cursilería sentimental" de sus obras, no me lo parece.
Creo que si narración es exquisita, envolvente y sus personajes son igual de magníficos.
En cualquier caso, es una gran escritora con una inmensa trayectoria.
Un abrazo. 🤗