Rueda de Traficantes 6
Cuando el joven salió aquella mañana de Patones de Abajo, una población de la Vega del Jarama, decidido a poner punto final, se dio cuenta de que en su lista no había nadie.
Froilán de Lózar | Xabier Gereño
6
CAPÍTULO III
1
La venganza no era cosa sencilla. Además, se encontraba perdido. Su único contacto con quienes manejaban el asunto era Pelé, pero aquél individuo nunca hacía referencias sobre sus jefes o proveedores y él hasta la fecha nunca se había molestado en preguntarle nada. Él, como tantos otros, se había desviado del camino, era un camello, estaba al otro lado de la raya y de no haber pasado por aquel episodio, ahora mismo estaría repartiendo dosis en Getafe o en Móstoles.
La venganza no es un plato que se sirva frío.
Cuando el joven salió aquella mañana de Patones de Abajo, una población de la Vega del Jarama, decidido a poner punto final, se dio cuenta de que en su lista no había nadie. Sólo Pelé, un traficante como él, cuya muerte no iba a solucionar nada. Todo el mundo, hasta quienes le suministraban la mercancía lo iban a achacar a una simple venganza.
Aquel plato suyo, motivado por las constantes pesadillas, estaba frío de muchos días, era como una masa congelada que necesita un tiempo para recuperar forma y tamaño habituales.
Cuando se detuvo a repostar su vehículo en Torrelaguna, fue recobrando lentamente el sentido común. Él era un vulgar mercader que, como tantos otros, desconocía el peligro que acecha siempre a profesiones como la suya. De pronto te encadenas a una especie de abismo, donde nunca se te muestra la salida. Quieres dejarlo cuando ya no hay remedio.
Cerca de Venturada conectó con la A –1 y antes de las ocho entraba en San Fernando de Henares. Aparcó su coche muy cerca de la vivienda de Juárez. Conectó la radio, encendió un cigarrillo y se dispuso a esperar.
No tenía prisa.
2
A las ocho y veinte, Adolfo Juárez salió de casa. Subió a su coche, un Opel Corsa blanco, y trescientos metros más adelante, cogió la desviación hacia Coslada.
El vengador hizo lo mismo, procurando mantener siempre la distancia.
Algo había sucedido, porque muy cerca sonaron las sirenas de la policía. Apagó la radio. Ahora el sonido le llegaba más nítido. Miró por el espejo retrovisor y le dio un vuelco el corazón. Detrás de él, a unos cien metros, vio un coche de la “pasma”. Luego otros dos más.
Detrás, una ambulancia. Dejó que le pasaran y aparcó a la derecha, unos cincuenta metros por detrás del Opel Corsa de Pelé.
A la entrada de un almacén, dos hombres discutían con Adolfo. ¿Qué habría pasado? Cuando los policías llegaron pudo ver como se intercambiaban un saludo y pasaban al interior. Unos minutos después, observó cómo dos muchachos de la Cruz Roja introducían la camilla vacía en la furgoneta. Media hora después llegó otro coche del que se apeó un individuo trajeado. Llevaba un maletín y le acompañaba una mujer joven. El personal de una fábrica situada a escasos metros del citado almacén seguía tan intrigado como él todos los movimientos.
Rafael no pudo resistir la curiosidad. Bajó del coche y se acercó hasta un muchacho joven que estaba comiendo un bocadillo.
— ¿Sabe lo que ha ocurrido?
—Nosotros tampoco lo sabemos… Dicen que si entraron dos drogadictos a robar anoche y… se han matado entre ellos…
Paulatinamente todo volvió a la normalidad. Los coches policiales abandonaron el lugar, antes lo había hecho la ambulancia y, poco después, la funeraria con dos féretros. “Otro asesinato múltiple.” “Dos vidas malogradas por darle al cuerpo alas para volar unos minutos”. “Dos vidas que pasaron por el camino equivocado, y durante años alimentaron la ambición y el capricho de cuatro almas sin conciencia.” “Almas como la suya.”
“¿Pero, qué coño pintaba el “Pelé” en todo aquello?”.
3
A las doce, Juárez puso en marcha el vehículo.
Aquella debía ser la empresa donde “la rata de alcantarilla” pasaba por ser un hombre honrado. Era la primera vez que llegaba hasta ese punto. Él siempre recibía las entregas en un descampado de las afueras y la venganza le había traído hoy hasta la guarida de la fiera. Ya estaba descubriendo cosas. Claro que, él era un eslabón más de la cadena y, puede que, por debajo de él, alguno de aquellos cientos de muchachos por cuyas venas corría un caballo desbocado, recapacitase e hiciese lo propio, encontrando en su escuchimizado cuerpo la venganza. ¿Quién le había dicho que él estaba libre de la venganza de los otros?
El individuo iba pensando en todo aquello cuando Pelé se detuvo y aparcó el coche al final de María de Molina. Tuvo suerte. Encontró un hueco para él una manzana más adelante, en la confluencia con Balboa. Por un momento creyó que le había perdido la pista, hasta que unos minutos después le vio salir de una cafetería. Le siguió por Serrano. Muy cerca de los estudios de Radio Nacional, Pelé se detuvo frente a un portal y llamó a un timbre. Era la una de la tarde. Pocos segundos después desaparecía en el interior.
Se acercó al portal por donde había desaparecido Juárez y no encontró nada que le infundiera sospechas: varias consultas médicas, una emisora en el sexto, en el quinto una inmobiliaria… Algo debía de haber allí, estaba convencido y se revestiría de la paciencia suficiente para descubrirlo.
4
Jaime Delibes estaba en su despacho, dictándole una carta a su secretaria, porque quería dejar zanjados varios asuntos de la empresa antes de salir para A Coruña, cuando otra señorita le anunció la visita de un tal Adolfo Juárez. Aquél individuo le estaba dando muchos problemas y algo tenía que hacer para detenerlo.
—Isabel, –anunció a su secretaria – le recibiré en mi despacho. Que nadie nos moleste, ¿ha oído bien? ¡Nadie! Si alguien llama, dígale que no estoy en este momento, que he salido. ¿De acuerdo?
Algo contestó la muchacha, pero Jaime no esperó la respuesta.
Juárez se encontró pocos minutos después ante el rostro inexpresivo de aquel hombre, joven todavía, su mejor aliado en un negocio que les había reportado muchos millones de euros.
— ¿Por qué has venido aquí? Te dije que no quería verte en este lugar por nada del mundo. Y no sólo desobedeces, sino que, además, lo haces a plena luz del día…
—Lo siento mucho, don Jaime. Tenemos problemas…
— ¡Problemas!, ¡problemas!… ¿Quién no tiene problemas?
Jaime Delibes se puso de pie, convencido de impresionarle con su seguridad. Además, aquella bola lujuriosa de Juárez se motivaba con cualquier gesto duro de un interlocutor al que le debía casi todo– Cuéntame, ¿Qué ha pasado?
—Ayer, cuando estaba cerrando el almacén, recibí la visita de dos muchachos. Uno de ellos estaba con el “mono”. No sé qué me pasó… Me puse nervioso… Tuve miedo de su reacción al enterarse… y decidí que lo mejor era cargármelos y simular un accidente. Ha estado la policía y de momento nadie sospecha nada, pero lo cierto es que me siento acorralado…
—Quiero que te tomes unos días de descanso. Las cosas van a cambiar. Sólo necesitamos un poco más de tiempo. Yo tengo que salir de viaje. A mi regreso, hablaremos de nuevo. Eso sí, no quiero que vuelvas por este lugar bajo ningún pretexto, ¿estamos?
Una hora después, con sendas carpetas bajo el brazo, convencidos de que nadie los relacionaría con el oscuro mundo que llevaban a cuestas, Adolfo y Jaime salieron a la calle.
Unos ojos seguían atentos todos sus movimientos. Anduvieron cien metros, deteniéndose a la puerta de un lujoso restaurante.
Juárez parecía resistirse a entrar. El otro individuo, más alto y más mayor que él, le convencía y entraban.
“¿Estaría aquel viejo implicado en el asunto de la droga? ¿Le haría entrega de algún paquete misterioso en el transcurso de aquel día?”.
Mientras desandaba el camino hasta el punto donde había dejado su coche, pensaba que allí había gato encerrado. Lo descubriría.
El día del juicio estaba próximo. Que quienes rompían la vida de la gente se mirasen en el espejo. Puede que reventase su culo en el asiento de un automóvil viejo. Puede que reventase su casa con su familia dentro.
Alguien rebotaría muy pronto.
La venganza estaba ya tomando cuerpo.
© XABIER GEREÑO-FROILÁN DE LÓZAR
RUEDA DE TRAFICANTES
© PORTADA Y MAQUETACIÓN: Froilán De Lózar
ISBN: 9789464855098
Primera Edición, Julio de 2023
Impreso en España
Editado por Curiosón
https://www.curioson.es
publicado vía Mibestseller.es
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