Vestigios medievales
Una de las fórmulas para que no caiga en el olvido la historia y el devenir de muchos rincones de nuestra montaña, es la investigación. Vicente Basterra, amigo y colaborador, natural del Valle de los Redondos, es autor de interesantes artículos que la Institución Tello Téllez de Meneses ha ido publicando en los últimos años.
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Colegiata San Salvador de Cantamuda | Estalayo |
Asomado a este de los vestigios medievales, no puedo estar más de acuerdo con él, pues a pesar de la importancia que tuvieron en la comarca muchas de aquellas tradiciones y lugares, su existencia y emplazamiento fueron cayendo en el olvido. Espigando en muchos de aquellos documentos, hablando con las gentes, escudriñando los terrenos, va localizando vestigios de localidades como Mazurros; la existencia de Monasterios como San Tirso y Santa María en Tremaya o San Salvador del Monte y San Miguel de Infravillas en Polentinos; el emplazamiento del castro de San Juan de Santibáñez de Resoba.
Se fija Vicente para este rescate en el archivo de la Catedral de León donde se conservan documentos de singular importancia, como los testamentos de doña Elvira, hija del conde Favila y esposa de Munio Gómez; en concreto, una redacción inicial de marzo de 1037 y una modificación el 2 de septiembre de 1069. El autor entiende que este Monasterio que se cita en San Salvador se corresponde con la actual iglesia parroquial, una de las joyas del románico palentino. Pero lo que es significativo y conduce a dudas a quienes se adentran en el texto, es la desvinculación del monasterio a la localidad de San Salvador de Cantamuda. ¿Por qué se elude, sino, citar el nombre de esta localidad en ambos textos? Y estima tres posibles respuestas: Que la localidad no existiese en aquel momento, que San Salvador no fuese propiedad de la testadora, o que la localidad recibiera en aquel tiempo otro nombre distinto y se vinculara más adelante al pueblo por la importancia de tan soberbia construcción.
En la parte del testamento que el autor perniano rescata en este largo artículo, se concede en primer término la villa que llaman Mazurros con todas sus posesiones al completo y todos sus habitantes que están y los que vinieren; se añaden Lebanza hasta todos sus límites, el Campo con todos sus bienes y la villa que llaman Caminos, y el Monasterio de San Julián y la villa de Areños con su monasterio de la Santa Cruz; asimismo, la población que llaman Camasobres y todos sus confines y todos sus habitantes que han de someterse a vuestra autoridad... En el apéndice los lugares que se citan, e imágenes de la posible ubicación de los monasterios desaparecidos.
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Interesantes reflexiones, Froilán, en tu comentario de hoy en tu Madeja del periódico. Con esa mirada reflexiva hacia esa comarca palentina de nuestra Montaña Norte, bajo el cielo de la época medieval de la misma. Un montón de referencias de sitios y lugares, poblaciones desaparecidas incluidas, que nos muestras, con profusión sin duda de monasterios en aquel entonces, lo que nos indica la profunda religiosidad de aquella época. Saludos.
ResponderEliminarCuanto echo de menos esa cúpula. Hace poco para un trabajo de aplicación de la tecnología al turismo utilicé la visita inmersiva que hay de la colegiata y se me caían las lágrimas. He dejado un trocito de mí en media España, pero en la Pernía sin duda se quedó el pedazo más grande de mi corazón.
ResponderEliminarBuenos días Froilán, ya desde nuestra tierra.
ResponderEliminarHoy La Madeja trae historia de la de verdad, la que se busca y relata en los anales y en las testamentarías, en la que se cuenta no sólo la grandeza de Castilla y León, sino también como las vidas humanas pasaban de unos a otros, se legaban o se vendían como cualquier piedra o tierruca. Y sobre todo, un recuerdo de añoranza hacia el patrimonio perdido.