Por qué se escribe, de Fernando Martín Aduriz
Un nuevo libro de nuestro colaborador que se presenta estos días en diversas ciudades españolas con la presencia de escritores que aparecen mencionados en su columna de Diario Palentino y Curiosón.
Vecinos ilustrados, silencio
Fernando Martín Aduriz dejó la presidencia del Ateneo de Palencia en 2020 y dejó también, su colaboración semanal en Diario Palentino. Pero seguiremos disfrutando de los consejos de nuestro psicólogo subiendo periódicamente al blog artículos que no deben morir en las páginas de un periódico.
Tras 18 años, octubre de 2003, esta es mi última columna de ‘Vecinos ilustrados’. Me despido pues, de los lectores de ‘DIARIO PALENTINO’, con quienes he pasado muy buenos ratos imaginando que formaban parte de la opinión pública ilustrada.
Unir vecindad e ilustración ha sido un maridaje extraño, máxime en la época en que una columna periodística viaja por la Red y se torna difícil saber a qué lector se dirige el columnista de prensa. De entrada se supone que a quien lee.
Pero ¿qué es leer? Quizá leer sea leer entre líneas y avanzar una interpretación, pero también llegar inesperadamente a un lugar nuevo, como iluminó Gustavo Martín Garzo, y figura en exordio en el último gran libro de Irene Vallejo, Manifiesto por la lectura.Caligrafías del cuidado.
Al comienzo, algunos me preguntaron para qué escribía. También para quién. Era evidente que no para idiotas. Algunos efectos iniciales me hicieron comprender que aún cuando escribiera de manera altruista, participando como psicoanalista en los asuntos de la ciudad, siguiendo así la orientación de Jacques-Alain Miller, no era amor precisamente lo que iba a obtener.
Sin embargo me equivocaba de plano. Pasado el tiempo, iba a recoger columna a columna fugaces muestras de cariño, de ternura, de agradecimiento. Me ha sido suficiente. Escribir es también pedir. Y lo pedido, en el fondo, siempre es amor. Además, de la disciplina semanal, de esas cinco horas que me ha llevado escribir cada ‘Vecinos Ilustrados’, he salido capturado para la escritura, lo que me absorbe más cada día. Por qué se escribe. Cincuenta escritores es precisamente el título del próximo libro basado en columnas del ‘Palentino’, ya en el regazo de los amigos de mi admirada Revista Litoral. Sin el inteligente maestro Cancho y el respeto del director Santoyo no hubiera resistido tantas semanas, tantos años. Mi homenaje con ellos, a los que se agotan a diario por sacar un periódico bajo el aforismo alemán periodístico de La eternidad de un día. Al decir adiós, querido lector de prensa, evoco la defensa de la prensa escrita, a la vez que la sabática necesidad de guardar silencio.
—Analizantes experimentados
Actualización Agosto2025 | 685👀
Amor
El aforismo de Lacan, «sólo el amor permite al goce condescender al deseo», es un enunciado que orienta muy bien en el campo de las dificultades psicológicas que presenta el desamor, el amor tóxico, el amor no correspondido, el amor nunca encontrado, el amor fugaz.
Puede perderme
La pregunta acerca del deseo del Otro se declina de muchos modos, camuflada en la verdad incontestable de la angustia, y también en forma de otra pregunta, qué soy para el Otro, de verdad ¿puede perderme?
Esta estrategia suele corresponder al adolescente en fuga, quien con su maniobra concita el interés de todos por unas horas, muy especialmente de quienes menos interés parece despertar. A la hora de la verdad, los padres más ocupados del poder y la gloria que de su hija adolescente suelen dejarlo todo y ocuparse de mostrar que no pueden perderla.
También es estrategia del sujeto suicida, que puede ejecutar de ese modo el único acto logrado que es un suicidio, y satisfacer así la fantasía del pueden perderme. Incluso de espolvorear en su entorno la sombra de la culpabilidad, pero se equivoca, puesto que nunca nadie podrá robarle ese su acto, del que es único responsable. Salvo, eso sí, cuando se trata de sujetos vulnerables conminados por un sujeto criminal.
La posición del sujeto obsesivo, conocedor de los entresijos del funcionamiento total de una empresa, puede juguetear con abandonarla, yéndose a otra, y certificar así su absoluto ser imprescindible, su particular no pueden perderme.
De todos las posibilidades, ninguna como la táctica histérica (masculina o femenina, hetero u homo) en el amor, que se goza de abandonar al enamorado, en ocasiones justo en el momento en que menos puede convertirlo en objeto desechable. Saborear el vacío que deja atrás es un goce infinito. Además, puede con esa estrategía, ser una y otra vez la persona desconocida del siguiente. Lo verdadero es que no hay nadie que no pueda perderse. Dado que tempus fugit y el olvido que seremos, todos podemos ser perdidos.Tengo recientes unos versos del poema ‘La vendimia’, dentro de Cingla, último poemario de Constantino Molina:
Yo vine, por amor, a la vendimia
Deseo
Si sólo el amor permite al goce condescender al deseo es porque se acepta esperar
Goce
Usamos en castellano la noción de goce igualándola a la de placer
Tristeza
De todas las malas artes que solemos desplegar con los niños, pocas como las de sustraerles el encuentro con la tristeza para llevarlos de viaje una y otra vez exclusivamente a los barrios de la alegría, tanto que produce vergüenza esta exaltación al disfrute permanente, a la fiesta perpetua, a la ausencia de la verdad completa de la vida, sin calcular el daño que, a la larga, así infligimos.
Las personas tristes a su pesar lo tienen crudo cuando quieren explicarse. Pues no siempre se ve claro el motivo, e incluso, la causa aparece como inexistente, no se encuentra con facilidad la razón de atravesar un período de tristeza en su vida, especialmente si la fortuna sonríe en todos los campos, como si la tristeza razonable sólo pudiera hacer acto de presencia cuando la vida golpea.
Tal y como mostrara Freud con el ejemplo de aquellos que “fracasan al triunfar”, la tristeza aparece en ocasiones tras demasiados logros, al finalizar un proyecto, o simplemente al llegar a la meta, haciendo buena así la tesis de Kavafis de que el camino es lo más importante del viaje a Ítaca, y nada de prisas: “Llegar allí es tu destino. Pero no tengas la menor prisa en tu viaje”. De otro modo se termina, tristemente, amando la tristeza. Lo que al niño le enseña el encuentro con la tristeza es humildad, y fortaleza psicológica para el futuro.