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Simbología ornamental vegetal

VIII.1- SIMBOLOGÍA ORNAMENTAL


Así como el sustento físico proviene fundamentalmente de los frutos de la tierra, el hombre medieval contempla árboles, flores y frutos intentando extraer de ellos un elemento espiritual. Su apego a la tierra es tan fuerte, tan directo, que su interés hacia ella es un fenómeno absolutamente natural.

El mundo vegetal, posee su propio lenguaje y traduce el escondido de la Creación. La naturaleza entera es un inmenso pozo cargado de fuerzas benéficas y perniciosas. Actúa como soporte del pensamiento contemplativo. La Sagrada Escritura está cuajada de referencias a la Naturaleza, plantas, flores y árboles que viven bajo la atenta mirada de Dios. El mismo Cristo, siguiendo la tradición oriental, transmitirá su mensaje a través de símiles o alegorías. El Reino de los cielos es comparado a una perla escondida en el campo; la despreocupación por el vestido, debe provenir de la observación de la belleza de las flores (los lirios del valle); la fecundidad cristiana, con la higuera; la unión del cristiano con Cristo, con la vid y los sarmientos; el Juicio Final con la separación de la paja del trigo... El mundo vegetal en el románico, es la representación de la Vida Total en el silencio.

EL ÁRBOL es uno de los símbolos esenciales. Representa, en su sentido más amplio, la Vida el Cosmos, su densidad, crecimiento proliferación. Como vida inagotable equivale a Inmortalidad. El arte románico le reconoce una significación esencial de eje entre dos mundos. Se compara con la Sabiduría del Árbol de la Vida (Proverbios, 3,8). El árbol frutal representa la unión de los creyentes con Cristo. En la ornamentación románica, el árbol de la vida aparece como entrelazados, frondas o laberintos, porque puede conferir la inmortalidad, pero es difícil llegar hasta él. Los autores románicos, aparte de los escritos de los Padres de la Iglesia, encontraban en la Biblia dos textos fundamentales: el primero, en Los Proverbios (3,8) que comparan la Sabiduría a un árbol de la vida y el que se acoge a ella es feliz; el segundo, un texto de Daniel (4,7) en el que narra el sueño de Nabucodonosor.

El árbol con dos frutos sugiere la unión hipostática de las dos naturalezas de Cristo en la Encarnación. El árbol con tres hojas inhiestas, representa a las tres Personas de la Santísima Trinidad. (Iglesia de SAN JUAN O SAN NICOLÁS, PORTOMARÍN, Lugo).

Los dos árboles sugieren los del Paraíso, el del bien y el del mal. (IGLESIA DE SAN SALVADOR, SARRIÁ, Lugo).

LOS ESPINOS en el Codex Calixtinus se lee “ los espinos que pinchan a quienes los tocan, representan los pecados del género humano, con los que punza uno al padecer en el infierno tormentos infernales”. En el mismo Códice se dice que Santiago cortó del campo de la iglesia “los espinos y zarzas de los vicios, sembrando las rosas y azucenas de las virtudes” (Liber, pág. 64).
En la Biblia siempre han tenido un sentido negativo.

LA FLOR DE LIS se considera emblema de Luminosidad y atributo a Dios.


LAS GUIRNALDAS simbolizan el encadenamiento de todo el universo, pero también pueden tener un sentido negativo: los vicios por un lado y los malos frutos que da la tierra como castigo por el pecado de Adán.


LAS PIÑAS representan la inmortalidad, la eternidad.


LA GRANADA simboliza la Caridad.

LAS HOJAS Y LOS FRUTOS trasmiten la idea de fertilidad, de renovación.


LOS TALLOS Y LAS HOJAS que todo lo envuelven, significan el mundo de selva amazónica que atosiga al hombre y lo enmarañan. Si trepan, se convierten en símbolo de esperanza, de aspiración a la Luz. (Iglesia de SAN JUAN BAUTISTA, REVILLA DE LA OREJANA, Segovia).

LAS HOJAS DE LA VID y EL VIÑEDO “ La Iglesia Católica es la plantación de Dios, y los que creen en su revelación verídica SON EL VIÑEDO" (Didascalia de los Apóstoles, siglo III, versión griega en el Libro I de las Constituciones Apostólicas). Isaías dice:" Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio un atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas y dió agrazones". Y continúa en el versículo Siete: " La viña del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel, son los hombres de Judá y su plantel preferido". El tema de la plantación - añado- para significar la iglesia, se relaciona con la catequesis judeo-cristiana, inspirada en la catequesis judía. Asímismo el de unión y la cepa y los sarmientos, o del tronco y sus ramas, como símbolo de la unión de Cristo y de la Iglesia, parece haber formado parte de la catequesis como el de la plantación. Símbolo eucarístico.
La uva, podría ponerse en relación con Isaías, 63 al referirse a “aquel que sólo pisa el lagar”, enlazando con la idea de la venida de un nuevo Adán. En este sentido, recordar que se comenzó por representar a Cristo viticultor, pisando las uvas en una cuba y luego, el cuerpo del Redentor se asimiló a un racimo de uvas, por lo que, ya activo, ya pasivo, pisando o pisado, asimilado al lagar o racimo: torcular o brotus.


LAS HOJAS DE ACANTO se utilizan como ornato (columna, capitel, etc). Simbolizan las espinas, el crecimiento y la vida. Para Melitón de Sardes, significa la Conciencia del Pecado. Es un elemento decorativo por excelencia sincretizado del clasicismo al mundo medieval donde se revistió de un preciso simbolismo: su desarrollo y sus espinas, símbolos de la solicitud por cosas inferiores que el arte islámico llegó a estilizarlo y convertirlo en entrecruces de filigrana. Como elemento decorativo que se presta a juego de formas, puede haber sido empleado desprovisto de carácter simbólico.


LAS HOJAS  DE ACEBO, simbolizan la Corona de espinas, pues la leyenda atribuye que la cruz de Cristo tenía madera de acebo, ya que los otros árboles, sabedores de lo que iba a ocurrir, se hicieron astillas antes que ser soporte y martirio del Salvador.

LA PALMA es un elemento dual que por un lado puede representar la Fertilidad casta (se pensaba que la palma se fecundaba sola) o el Triunfo y Victoria, tanto como la esperanza de Inmortalidad. (entrada de Jesús en Jerusalén). Tambien, la fiesta, resurrección o triunfo, igual que la Laúrea o corona de laurel.

LA HIEDRA, es Perpetuidad.


EL CARDO, significa la Penitencia.

LAS PALMETAS, representan la victoria final del espíritu.


LAS ROSÁCEAS son elementos eminentemente orientales que simbolizan, la perfección inmaculada y, especialmente, las formas eucarísticas. Uno de sus sentidos principales es el que se refiere a la Copa. Como ésta, la flor evoca por su forma misma la idea de un receptáculo, un Cáliz. Intercaladas en los radios de un crismón, indican que el modo de recorrer el camino de Cristo a Dios, es mediante la Eucaristía, por lo que se representan en número de 8, recalcando la idea de salvación o regeneración (CATEDRAL, JACA).  Por su forma, simboliza la música de las esferas, la perfección inmaculada y especialmente, las formas eucarísticas. (Iglesia de SAN JUAN DE LA RABANEDA, Soria).
Cuando aparece representada con doce pétalos en el centro del crismón, simboliza la quintaesencia de Cristo en su manifestación terrena como signo eucarístico típico (IGLESIA PARROQUIAL, PUILAMPA, Zaragoza).

EL HELECHO, Esta planta, englobada dentro de la gran familia de las herbáceas, de aspecto endeble y delicado, carente además de todo atributo de vistosidad y belleza, cualidades que unidas a su gran encanto no debieron pasar desapercibidas para los Padres de la Iglesia, ya que en sus diversas glosas citan al helecho como el representante simbólico de la humildad en toda su amplitud, es decir, asociándola a la humildad solitaria, franqueza y sinceridad. Virtud que durante los siglos medievales, sirvió como norma doctrinal apropiada para que la amplia gama social constituida por el campesinado, estuviese en todo momento sumisa a los estamentos que por aquel entonces eran los privilegiados, a saber, el rey y el señor feudal, tanto en su vertiente laica y religiosa, las cuales respondían a las exigencias dogmáticas formuladas por los cluniacienses, fundadores e irradiadores del arte románico.


Sin embargo, la gran estima que tuvo el helecho en el Medievo se debió sobre todo a las infinitas propiedades curativas que se pensaba tenía, las cuales se vieron notablemente incrementadas por las creencias populares, recopiladas en la obra de Santa Hildegarda, infiriéndole a dicha planta el falso atributo de ser la panacea de curar todo tipo de enfermedades, manifestaciones éstas consideradas como diabólicas, de ahí que se hiciera merecedora, tanto a nivel religioso como popular, de un cierto aspecto divino, apta para apartar al diablo de los lugares sagrados y recordar al cristiano la gran vulnerabilidad ante sus acechanzas.



Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".

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