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Javier Olivar | Curiosón

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Javier Olivar



Dirige y presenta esta selección: Alfonso Pascal Ros
Premio a la Creación Literaria del Gobierno de Navarra 2012.


  • Pago de deudas(*)

Le debía una a Javier. Bueno, más de una porque sólo puedo hablar de él cosas buenas, algo no muy común en este cainista oficio nuestro donde llega un momento, visto los visto, donde uno no sabe si cortarse las venas o dejárselas largas. Que Javier no necesita tener más dientes que los que tiene ni pone por poner cara de bueno cuando se pegan otros. Que visto lo visto, tiene bemoles, 3.500 libros de poesía publicados al año en España con una media, siendo condescendiente, de 3.495 prescindibles. 3.490 con prólogos intercambiables y lugares comunes, menos hechos, como el defensa malo, enmendándole la plana al periodista deportivo, para el surco que para la pasarela. Que bajando a esta vieja tierra nuestra, que supongo que como todas, a menudo para ser alguien hay que ser una mezcla difícilmente superable de muy jetas o muy malo.

Le debía una. Aún conservo su poema, lo clavó, donde estoy todavía jugando a polis y cacos (me imagino que entre los segundos) y no sé si serán estas líneas la correspondencia que merece Javier Olivar porque uno de los pocos sabores de la poesía nuestra (cuánta hiel) es conocer personas así.

El camino más corto entre dos versos es una greguería. Y lo que no es Javier lo son las greguerías por las que le conoceréis: camaleónicas, haciendo a la vez que una letra mayúscula o el pez más cotidiano se nos ofrezcan con volúmenes y formas diferentes. Si siempre he preferido el poeta al verso, en este caso me quedo con ambos.

Las greguerías de Javier, aunque no las presente sobre el trapecio, obligan a la atención total. Como al contador de chistes cortos (por aquello de metáfora + humorismo) al que prestar atención continua para no perdernos nada. No retomar la lectura después de un rato con la mente (el que la tenga) en blanco porque nos habremos perdido mucho. Pero Javier, como en su tiempo Ramón, el maestro de la vida, no es sólo un peregrino contador de chistes porque la ingeniosidad poco ingeniosa es como el soneto débil: pone al descubierto las carencias del poeta (y por enésima vez no identifiquemos el humorismo con el tono menor). Por eso el atrevimiento de Javier merece justo premio y mayor correspondencia. Que atreverse también es sufrir, y perdonen la tristeza, como casi todo lo que rodea y absorbe la creación literaria. Que el cinismo y la ironía, al menos para mí, no son autodefensa sino don. La estética greguerística se modela como roca metamórfica, de otras rocas, para absorber de todas ellas y hacer una roca nueva. La greguería, el haiku de Bashô, los ajustadísimos relatos de Juan Gracia al otro lado de la frontera, el poema del gitano y el viento de otro Javier, Asiáin: arte máximo desde lo mínimo. Metamorfosis de tantos géneros en un chispazo mágico. Las greguerías de Javier son la vuelta al mundo del revés, contemplarlo haciendo el pino y desordenar sus algarabías. Desorganizarlo. Son eso y lo indefinible además para que nos alborotemos mágicamente.

Si Ramón, que nació o le nacieron, que no sabe cómo hay que decirlo, para llamarse Ramón, rey de la última barricada del Pombo (aquí teníamos el Ginés y el Eslava de donde también en cualquier momento aparecerían tipos embozados desenvainando espadas), si el gran Ramón reinventó las greguerías un día en el balcón de la casa familiar de la calle de la Puebla de Madrid, Javier nació para llamarse Javier y volvió a reinventar las ocurrencias hace tiempo, y seguro que también rodeado de los suyos, en un momento que pensaría cómo ayudar a alguien. Porque no es la primera vez ni la segunda que el Javier que nació para llamarse Javier se mete en líos de estos, y ojalá no sea la última para que, amigos todos, las disfrutemos.

Seguro que hoy desde una tribuna más alta que la del Pombo se toma el maestro un vino a la salud de este libro.

Quizá compadeciendo al autor de este prólogo, por mi culpa, por mi gran culpa, que tenía que haber sido más breve aún.

Seguro que mejor también.

Alfonso Pascal Ros
Pamplona y 18 de octubre de 2003
(*)Prólogo del libro Letras de cambio, de Javier Olivar de Julián, Aoiz (Navarra): Bilaketa, 2003.


  • Letras De Cambio
—La tortuga fue recibida en la playa con una gran ovación.
—¿Para qué se marca con tiza la arena de las plazas de toros si no hay un juez de línea?
—El caballo del picador es un valiente y no lo sabe.
—El toro quiere saber qué hay detrás de las faldas del capote.
Al final lo sabe: la muerte.
—El coche que hace sonar su alarma cuando se lo lleva la grúa, es un pez que protesta con el anzuelo enganchado en el paladar.
—El cocodrilo debería visitar al ortodoncista.
—Las escamas del pez son las tejas que tiene, para que no le entre agua en su casa.
—El pan va dejando su caspa por ahí.
—A la barra de pan le salen hoyuelos en cada corrusco.
—El eco sabe jugar al frontón, pero no al tenis.
—Las gafas cabalgan sobre su montura.
—El verdadero premio del escalón más alto del podium, es que no se vea la calva del ganador.
—El éxito de estos zapatos hace que se vendan a pares.
—Los espejos se visten con la ropa de los demás.
—La plancha no la inventaron los romanos porque es gótica.
—Los zapatos, como guantes de boxeo que son, atan sus cordones para dar patadas.
—Lo primero que deshacemos en un caramelo son sus coletas.
—Los abrigos en el perchero hacen una melé.
—En los collares de perlas de las mujeres vemos los puntos suspensivos sobre su pecho, pero no la palabra oculta de su espalda.
—El estribillo es el escaparate del poema que lleva dentro la canción.
—A las velas les gustan las paredes de gotelé.
—Por el pasillo del tren caminan los borrachos.
—Las sillas no saben cruzar los brazos.
—El mar parpadea sobre la playa.
—Al coco lo bautizó un náufrago tartamudo que quiso decir: ¡comida!
—Me colocó la sombrilla y quedé asombrado.
—En el avión se me pasa el tiempo volando.
—El compás lleva pantalones almidonados.
—La luna es un fakir que camina sobre una alfombra de estrellas
—La luna se ha acostumbrado a rodar por la noche.
—La Tierra hace acrobacias con la luna sobre su hocico.
—El dedo gordo de la mano se enfadó con los demás y todavía hoy guardan las distancias.
—El cuerpo humano derrocha inteligencia; cuanto más comemos, más nos crece la tripa, para alejarnos de la mesa.
—Donde tenemos el ombligo, debería estar el rabito de la manzana.
—El aparato de ortodoncia lo inventó un artesano que hacía bicicletas de alambre.
—El cactus no tiene el pelo rizado ni siquiera en la axila.
—Panoli: pan con aceite.
—Divergente: gente divertida.
—Panelar es congelar el pan.
—Un habano es un abanico grande.
—En principio esto es el fin. En fin, esto es el principio.
—Ese lado del remo está remodelado.
—Los enamorados amortizan el teléfono.
—¡Qué diferencia las Adoratrices con las adora-bíceps!
—La línea divisoria es la que divide Soria.
—Un minero palindromista anima la mina.
—Finlandia debería estar en el fin de la India.
—Fui atolondrado al atolón dorado.
—El señor Pérez se cambió el apellido desperezándose.
—Una persona saludable es una persona a la que se puede saludar.
—¿Ve las velas? ¿Y los hilos?
—Estaba hilando y ahora está bailando.
—La cómoda era incómoda.
—No es de jardinero dejar dinero.
—El resto encontrado es humano; es su mano.
—Guzmán es un buen hombre.
—Las aspirinas las deberíamos tomar aspiradas.
—Aguja horaria: ¿Adonde vas, hija?
—Aguja del segundero: Voy a dar una vuelta.
—El piloto del avión confesó que había planeado todo el viaje.
—Murió por arma de fuego y le prepararon una capilla ardiente; sólo faltaba que fuera al infierno.
—Las autopistas de peaje, deberían ser de “G” a “P”, para seguir un orden alfabético.
—La Q dejó el cigarrillo por el chupa-chups.
—La R es una presumida que se mira sus zapatos nuevos.
—La J toca el saxo para dormir a la Z.
—La oreja en la mujer es una j, con su pendiente y todo.
—La N es la silla plegable del abecedario.
—La U es el imán del abecedario que atrae a la diéresis (Ü).
—La Ñ intenta batir el récord de inmersión en bañera.
—Agropecuario, una vez empezado podría acabar el abecedario: agropqrstuvwxyz.
—Todas las preposiciones son indecentes.
—Es curioso que “aparte” se escriba junto y que “junto a” se escriba separado.
—La i es un tee de salida.
—El 9 no se afeita el pelo de la barbilla.
—El 8 es el reloj de arena por el que pasan todos los números.
—El símbolo de la división I, lo inventaron dos jugadores de tenis.
—La T de Toro siembra el miedo en el abecedario.
—La H de Humildad, encima de muda, va la primera.
—Las letras y los números van al vestuario entre paréntesis ( ).
—Escalera debería escribirse con H.
—La D es luna decreciente.
—La tilde de estiércol, es la mosca que juega en él.
—¡Mira qué hora es! ¡Es más tarde que nunca!
—El cine es la embajada de los sueños aquí, en el país de la realidad.
—Si pudiéramos cortar por la mitad la luna con un cuchillo, veríamos que está rellena de greguerías.
—Soñando somos unos inconscientes.
—Le regaló cuanto él era y ella lo devolvió por una talla mayor.
—Cuando terminamos un sueño, deberían salir en los créditos los nombres de los personajes que han participado.
—Una persona que ama a sus enemigos, como predica el sacerdote, ¿qué enemigos puede tener?
—Cuando un sacerdote se corta las uñas, repasa los diez mandamientos.
—Morirse es una experiencia única.
—Con las mujeres nos pasa como con las revistas del kiosko, que queremos leerlas todas, menos la que vamos a comprar.
—Vemos películas porque necesitamos saber dónde estamos y quienes somos.
—Tenía un embrague en el corazón que le detenía la tracción de amar.
—Leer tiene algo de preso y a la vez de libertad.
—Sólo nos pone nerviosos lo que el subconsciente quiere que nos ponga nerviosos.
—El mérito del escritor es pensar y escribir al mismo tiempo.
—Hablamos a la velocidad del sonido, incluso al recitar poesía.
—Cuando el bolígrafo no pinta, damos rienda suelta a nuestra creación abstracta.


P O E S Í A
@Alfonso Pascal Ros, para la revista "Pernía", Barañaín, Agosto de 2006
@Revista Literaria Pernía, Nueva Época, 2006-2011.  
Edita y dirige: Froilán de Lózar

Cuaderno de Alfonso

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