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Concerniente a los oficios

En lo concerniente a los oficios que el vecindario tenía que sustentar, se citan el cirujano, el herrero, el castrador, el campanero, el saludador y el torero.




La de cirujano era una profesión común, también denominado cirujano-barbero, y podía ser contratado por varios pueblos. Utilizaban métodos dolorosos, llegando a realizar amputaciones de extremidades y extracciones dentarias. Solía ser algún vecino con ciertas habilidades curativas y su aprendizaje se debía a la observación directa de otros cirujanos.

El herrero era toda una institución y hacía una labor muy necesaria, tanto para la actividad agrícola como para la ganadera. La fragua podía ser de propiedad comunal o privada. En el caso de Triollo, deducimos que debía ser comunal ya que aparecen gastos para su mantenimiento. En cualquier caso, aquel vecino que necesitase de sus servicios debía aportar el carbón o la leña y también ayudaba en la manipulación del fuelle. La aportación que hacía cada vecino era en especies.

El trabajo del castrador consistía en capar o castrar a los cerdos pequeños que iban a criar en el año. Debemos pensar que sería un oficio ambulante, como ha sido hasta hace poco tiempo, y que recorrería distintos pueblos del contorno.

El campanero, por su parte, desempeñaba un oficio importante, teniendo atribuciones y rango de lo que hoy llamaríamos plantilla municipal, con deberes y funciones bien delimitados. Los toques de las campanas eran el medio de comunicación más directo para informar sobre los hechos y actividades más importantes para los vecinos. Entre los toques más conocidos y utilizados en nuestros pueblos tenemos los siguientes:
Toque de difuntos: un toque de gran duración, con cambio lento y paulatino. Servía para anunciar la muerte de algún vecino y acompañado durante el entierro. Si el fallecido era un niño se tocaba a gloria o a ritmo rápido. 
 
  • Toque a fuego: un toque insistente que convocaba a todo el vecindario para acudir a apagar el fuego.
  • Toque de rogativas: el repiqueteo duraba mientras se hacía la procesión y se bendecían los campos. Toque de fiesta: era un repiqueteo nervioso.
  • Toque de Angelus: se hacía a las doce del mediodía y "cuando estábamos arando y oíamos a lo lejos las campanas, parábamos y rezábamos".
  • Toque de huebra, hacendera o concejo: convocaba a los vecinos para reparar caminos, recoger hierba del toro, arreglar torcas de los prados ...
  • Toque a nube: cuando una nube amenazaba tormenta se tocaba con el fin de ahuyentada para otro lugar.
  • Toque de vecerías: indicaba la salida al pasto de las diferentes especies de ganados.

El saludador era una persona investida con ciertos poderes sobrenaturales y, a veces, recitaba conjuros y oraciones para expulsar enfermedades y desgracias. En Triollo debió ser aceptado por la Iglesia, pues para tener este cargo debía ser aprobado por el obispo y, a menudo, ejercía su cargo junto a los médicos.

El torero era la persona que atendía al toro semental. La cuadra o toril y el propio toro eran de propiedad vecinal. La compra del toro la realizaba una comisión en la feria de Cervera. 

La cuna del Carrión: una aportación histórica y costumbrista de La Lastra, Triollo y Vidrieros
José Carlos Martínez Mancebo
Editorial Aruz, Julio 2010

1 comentario:

Bego dijo...

Automáticamente me lleva la imaginación al cuadro del ángelus de Millet, una auténtica preciosidad, casi me parece estar viendo a mis abuelos...
La primera vez que oigo acerca del toque de nube, cuánto nos enseñas, Froi! Precioso y evocador artículo

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