Tristeza, amor acaso, primer libro de Marcelino García Velasco
El primer libro que el poeta publica es "Tristeza, amor acaso" en la Colección Rocamador revista de la que había sido cofundador junto a José María Fernández Nieto y Carlos Urueña. Obtuvo buenas críticas. Transcribo la de Juan Rúiz Peña, aparecida en Diario de Burgos con fecha 16-abril-1962.
“Estaba allí, frente a mí, con su breve estatura, su cuerpo enjuto, la cara pálida y los ojos negros, ardientes, como brillándole de fiebre. Un castellano neto, con acero interior y un poeta triste, sincero y amargo; yo amaba su poesía por su ardorosa sequedad de páramo verdecido en primavera y me gustaba como crítico de libros de aquella revista palentina “Rocamador”, por su justicia y dureza en manejar la tralla contra el poeta joven, potro orgulloso y sin desbravar, y a veces contra los pusilánimes, maduros ya. (Su intención era honrada y buena, siempre que en el poeta criticado existiera el necesario espíritu de humildad). Era el poeta García Velasco y era Marcelino que hablaba ahora con voz apagada, un poco sorda pero firme, exponiendo su justo parecer pues detrás de aquel semblante serio y espiritualizado, resonaba un corazón adusto en lucha con la vida. ¿Cuántos años han pasado después de esta entrevista? No sé, Marcelino y yo hemos seguido escribiéndonos sin cesar, y he ido sabiendo de su obra poética en marcha, de la alada aparición del primer amor, del ejercicio de la docencia practicado con devoción, de su lírico vibrar frente al paisaje castellano y de su abandono a la tristeza. La tristeza es compañera inseparable de la juventud de un poeta, como la melancolía suele ser el hada negra de la adolescencia: para un joven, la tristeza es lluvia y monotonía, cerrazón de horizonte y cargazón de agua en el corazón; es un sentimiento que al que se apega. Esto le ha sucedido al poeta palentino Marcelino García Velasco, del que acaba de aparecer en Palencia, editado por Rocamador “Rocamador”, su primer libro de versos: “Tristeza, amor acaso”. Este libro es como un arca de roble castellano, secreto y confidencial. Cuando se abre, dentro hallamos al corazón del poeta que nos dice: “Por esta tristeza me conoceréis, por otra cosa, no”. Detrás, resonando, una insistencia rítmica de lluvia, o vibración de nieve en el cristal. Es como una tristeza que humedece al alma, que ablanda al corazón. La tristeza va dentro del poeta, pero siguiéndole los pasos del amor verdadero. Este libro se ha escrito para denunciar a la tristeza, pero también para descubrir el amor. La necesidad de este libro la justifica esa doble vertiente en que se divide el corazón del poeta. Desplegada el ala de la tristeza, acude al amor a mitigar las lágrimas, y se inclina el poeta como un ángel al que tirarán de un ala, hacia el lado en sombra del amor, que sólo posee su dolida sonrisa. El ala del amor se lleva por la tierra. ¡Cómo le duele, cómo siente el poeta, a esta tierra palentina: Tanta tierra para llorar, y haberse visto encadenado a la más pobre, páramo de llanto y greda. Tierra enraizada en su corazón como el amor con cuya sombra se entrelaza. Dice: “Aquella tierra blanca cada tarde se viene -a mis latidos- y sube con mi sangre -hasta el borde mismo de la pena”. Son los poemas de este libro, largos, de musical ondulación, con un verso libre rítmicamente ajustado al latir del corazón del poeta. Poesía nueva, pero de raigambre romántica, tanto por la forma libérrima, como por el sentimiento. Hay en ellos, versos de maravilla, así cuando nos dice: “que la luz nos sorprende como el vuelo de un águila en el soto” o nos describe a su “madre, bella y pequeña, tú, como cañuela” o recordando a la mujer amada: “Estoy oyendo tu voz –mientras sujeto la tristeza con los dientes” Sí, una especie de desolación, de blanca tristeza de páramo, nubla el corazón del poeta: “Roca triste, rojo páramo, cuántos caminos me sé ya para sentirme solo” Paisaje palentino de Castilla, y hasta el final la tristeza como endulzando la amarga soledad herida del poeta, y el ala cálida del amor, en presencia o en ausencia, como un lenitivo. Con este libro de versos, “Tristeza, amor acaso”, el poeta palentino Marcelino García Velasco, se reafirma en su valía y se coloca en vanguardia, en primerísima línea, entre los mejores poetas jóvenes de Castilla.
Recojo otra opinión, es la de Joaquín Caro Romero, en Ágora, Madrid, número seis, 61/62 en el año 1961. Transcribo:
“El crítico palentino de poesía Marcelino García Velasco libro (Tristeza, amor acaso…Col. “Rocamador”, Palencia, 1961) una vez encallecido por las musas en periódicos y revistas. Su voz no vacila. Hay poemas, como el de la penúltima agrupación de “Muchacha en primavera” que, a partir de un determinado verso, presentimos un avance de calidades: “Esta noche pondré tu nombre junto al pan”. Tristeza, amor acaso… es como un largo peregrinaje dolorido plasmado en veinticinco confesiones. De súbito amanece Antonio Machado: “…no a la vida, al amor…” o se asoma a Aleixandre: “Niños como llanto, mujeres como maldiciones…
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Buenas críticas, sin duda, tuvo Marcelino en su primer libro de poemas. Y hoy, Carmen, nos muestras dos ejemplos de todo ello. Interesante aportación a unir a lo mucho que ya se ha dicho y escrito sobre la poesía de Marcelino. Saludos.
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