Tremaya en el corazón
Me encuentro en un lugar muy bonito, rodeado de gente espléndida, de esas que te hacen sentir en casa aunque estés lejos. Aquí disfruto de paisajes maravillosos que me llenan el alma, pero, aun así, hay algo dentro de mí que me recuerda constantemente a Tremaya, el pequeño pueblo de la Montaña Palentina donde nací. No sé qué tiene la tierra donde uno ve la luz por primera vez, pero se queda grabada en el subconsciente como una semilla que nunca deja de brotar, por más lejos que uno viva.
Volver a ver lo que nuestros ojos, los de nuestros abuelos y padres, contemplaron alguna vez, tiene un encanto difícil de explicar. El amanecer dorando las montañas, los cielos profundamente azules, las hojas de robles y hayas tiñéndose de fuego en el otoño, las nubes blancas contrastando con el azul limpio del cielo… Todo eso se convierte en una especie de diálogo silencioso con el pasado.
Oler lo que de pequeños olimos —la hierba recién cortada, las flores del campo, el cocido en el hogar, con la lumbre alimentada por maderas de roble— despierta recuerdos que no sabía que seguían vivos. Y probar los frutos silvestres, aquellos que recogíamos con manos manchadas de mora, tiene hoy un atractivo especial, como si cada sabor trajera de vuelta una tarde de infancia.
También los sonidos tienen su propia nostalgia: el canto de los pájaros al amanecer, el ladrido de los perros, el balar de las ovejas, el mugido de las vacas, el cacareo de las gallinas… incluso el maullido del gato que solía haber en cada casa. Todos esos ecos parecen aún flotar en el aire de Tremaya, esperándome.
Y cuando cierro los ojos, puedo sentir otra vez la caricia del aire fresco en las mejillas y el agua del Pisuerga corriendo limpia entre las piedras. Ya murieron los abuelos y los padres, pero todavía resuena en mí el consuelo de su voz, el brillo de sus miradas, la ternura de sus gestos.
Quizás por eso, aunque esté lejos y la vida me haya llevado por otros caminos, cada vez que pienso en Tremaya siento que una parte de mí sigue allí, enredada entre los montes, respirando el mismo aire que ellos respiraron, mirando el mismo cielo que alguna vez los miró.
El Vídeo
Nota sobre al autor del Video
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Emoción, Sentimiento, Paisaje, todo se junta y se mezcla para que nos llegue al alma. Tremaya es uno de los más bonitos rincones de Pernía y espero que esto llegue al corazón de todos los hijos de esta tierra. Gracias, socio. El vídeo es un regalo para siempre.
ResponderEliminarOtro reportaje repleto de belleza sin igual, y no digamos el vídeo, gracias por compartir algo único y real.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
ResponderEliminarEmocionado Canto a Tremaya, lleno de sentimiento y nostalgia de un hijo suyo que lo recuerda cada día, con su permanente recorrido por sus vivencias y la cariñosa evocación a los suyos y a todo lo que rodea y acompaña a este idílico lugar sumergido en plena Pernía, en la Montaña Palentina, que se complementa con bellas fotografías y el maravilloso vídeo de Asier, el sobrino bilbaíno de Estalayo que también ama Tremaya, un regalo que Asier hace a su tío, pero que nos llega a todos para admirar al gran José Luis Estalayo y a su bello pueblo, con imágenes maravillosas, de sus vivencias y del espectacular paisaje en todas las estaciones, que invitan a admirar al personaje y a visitar este pequeño pero bello rincón de nuestra provincia.
ResponderEliminarSoy pili la madre de Asier, magnifico video y estupendos los comentarios y el relato de mi hermano Jose luis, un homenaje precioso a Tremaya el pueblo que nos vio nacer y crecer, muchas gracias Froilan por mantener viva la memoria de nuestra tierra
ResponderEliminarMuy emotivo, Estalayo, tu canto a Tremaya, tu pueblo, que un día te viera nacer y crecer; enmarcado en una espectacular paisaje de nuestra Pernía; con esas extraordinarias fotografías que acompañas en el reportaje. Y sobre todo, con el vídeo que te dedica tu sobrino, donde el nombre de Tremaya no deja de sonar en la composición musical que le acompaña. Saludos.
ResponderEliminarSoy Asier, me encantó ver mi canción publicada. Se la hice a mi tío con todo cariño. Siempre me ha alegrado regresar a los lugares que tanto disfruté de niño.
ResponderEliminarGracias a todos los que han comentado. Para mí es un privilegio poder animar a otros a que disfruten lo que yo disfruté.
Un abrazo.