Lo suyo ha sido mimar, trabajar la madre madera, para sacarle sus secretos con el arte transferido por sus pacientes manos, hasta darle nueva vida. Genial autodidacta, modesto enamorado y apasionado de sus raíces y por su trabajo, los que conocemos la insólita grandeza de sus obras -labor de más de sesenta años- sabemos que contienen esencia de arte.
Por Julián González Prieto
Paco trabajando en su taller | @ Paul González |
Si nos produce asombro contemplar las casas de Dios prerrománicas, mudéjares, románicas, góticas y demás maravillas arquitectónicas, que jalonan los Viejos Reinos, y pensamos en el genio y cuidadoso trabajo de sus constructores, idéntica admiración sentimos al contemplarlas, renacidas por el arte apasionado de Paco, gracias a los miles de precisos y mimosos golpes de gubia, bramil y formón dados en el sancta santorum de su taller, inspirado siempre su trabajo por el preferido de sus lemas “el orden es lo primero”. Tras el previo y siempre necesario enamoramiento del monumento, los minuciosos trabajos de campo y la investigación del estilo arquitectónico al que pertenecen, se ponía a ello con evidente reconcomio y lo culminaba, valorando su trabajo por las horas empleadas en su realización.
Iglesia de San Tirso, de Sahagún | @ Paul González |
Si aprender arte en un libro es magnífico, descubrirlo a través de arbotantes, cúpulas, capiteles, bóvedas de cañón o arcos fajones y que Paco nos explicara su nacimiento, fue un privilegio impagable. Al verlas ya no es preciso viajar a su lugar, para admirarlas en sus más nimios detalles. Algunas, realizadas por fuera y por dentro, son un alarde de perfección. Con su entusiasmo contagioso, Paco disfrutaba detallando a niños y mayores los pormenores de sus obras, adobándolo todo con las anécdotas atesoradas y provocando nuestra sonrisa al concluir, siempre en su boca el “eso no tiene importancia”, fruto de su modestia, al elogiarle algo. Gocé mucho viéndole inclinado sobre su mesa de trabajo y, cual miniaturista medieval dar forma, por ejemplo, a una sencilla teja. Algo que, cuando lo presenció el gran maestro del periodismo Tico Medina, realizando un reportaje televisivo, hizo que reclamara silencio total a sus colaboradores para mejor contemplar el momento mágico, según él, de ver cómo nacía una catedral, puede que la de Santiago, quien sabe si la vieja de Salamanca o la de León.
Maqueta de la catedral de Santiago | @ Paul González |
Las cuarenta y tantas obras de su museo corresponden a grandes monumentos, como dichas catedrales, San Isidoro, San Marcos y a otros, pequeños pero inmensos en su valor artístico, como San Martín de Fromista, Santa María del Naranco, San Tirso de Sahagún o su última obra, la románica de San Clemente de Tahull -Lérida-, terminada en el 2011.
Un día me preguntó con cuál me quedaba y le dije que con “el cajón”, por la magia y arte que contiene el interior de la Pulchra Leonina, que él conocía tan profundamente. Podemos estar horas admirándola, hasta sentir su armonía y la atmósfera singular emanada del incomparable color, filtrado por sus vidrieras, que la distingue de otras catedrales y comprobar la verdad de los hermosos versos que le dedicara otro genio de la montaña oriental leonesa, don Antonio Valbuena:
Sublime, etérea, ideal
Doy muchas gracias a Dios por haber sido amigo de este aprendiz de filósofo, que tan buen uso hizo de los talentos recibidos con el arte innato de sus geniales manos. Y que tanta huella dejó en León. Hace unos años se nos fueron Paco y Pura. Por sus grandes pruebas de amor, seguro que estarán gozando de la paz del Señor. Sí que hay un pero. Es para las instituciones y quienes dicen defender la cultura. Que no quieran sumar sus fuerzas al empeño de quienes, tan bellamente, la interpretan con sus obras. Falta encontrar un lugar para contemplar, de forma permanente y digna, el gran legado de este humilde genio “Renacedor por amor al arte”, como se me ocurrió rebautizarle. Que todo no se reduzca al boca a boca y termine por decirse: ¿”Para qué ha servido tanto y tan hermoso trabajo?”.
Paco nunca se quedó en “algo habrá que hacer” o “lo dejamos para mañana”.
El Video
7 comentarios:
Qué bello e interesante relato, Julián, nos cuentas sobre ese amigo tuyo, un artista en toda su magnitud que sorprende por la belleza, exactitud, delicadeza y precisión con las que enmaquetó sus magistrales obras, dignas de admiración porque son verdaderas joyas en madera, pero hay que saber contar la historia como tu la cuentas de esa forma entrañable, perfecta que atrae y nos lleva a valorar a este hombre con esas facultades propias de un maestro de la madera. Ver los trabajos por dentro es admirar la belleza imposible que consigue con toda precisión el gran Paco "Maquetas". Enhorabuena Peregrino de Honor.
Es de admirar la gente tan extraordinaria que hay en el mundo, y tan sencilla que, tanto ellos como sus obras, pasan desapercibidas y se pierden en el tiempo.Otro museo como el de Herminio Revilla para vivir juntos en el futuro.
Que bonita historia, salvando las distancias, me ha recordado a nuestro querido Herminio.
Maravillada me ha dejado mi tocayo de nombre y apellido. Y más aún sabiendo que fue autodidacta ya desde pequeñito. Cuánta sabiduría en sus manos para crear obras tan bellas como las catedrales y sabiduría para entender su riqueza artística y saberla plasmar. Me parecería una aberración si no se habilitara un museo para contemplar dichas obras dignas de admiración salidas de tan sabias manos.
Queridos amigos por Curiosón: Alfonso, Antonio, Julius y FGC. Me agradan mucho y os agradezco de corazón vuestros cariñosos comentarios en homenaje a Paco y su grandiosa obra que, como bien decís, merece ser conocida y disfrutada por el gran público. Ojalá pueda ser una realidad algún día. Un abrazo
¡Qué maravilla! Me ha recordado a Madurodan, la ciudad más pequeña de Holanda. En su recorrido solo encontramos maquetas hechas perfectamente.Un saludo, Froi.
Impresionante! Vaya arte y que trabajo!! Lástima que no sea más conocido, en otros lugares sería lugar de visita.
Saludos!
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