( IV.3). SIMBOLOGÍA ZOOMÓRFICA.
En la mitología, a los lobos se los define como encarnaciones de las mandíbulas abiertas de la muerte y del apetito insaciable. En la iconografía cristiana, son los abusadores rapaces de la inocencia parecida a la de los corderos. Pero si los peligros telúricos son reales, es también en lo telúrico en donde se inserta la inmediatez vital, por lo que devorando al hombre, apareciendo sobre la cabeza del animal una cabecita infantil o una ave, no es otra cosa que la regeneración del espíritu (CATEDRAL DE JACA, interior), la muerte iniciática del devorado y su espíritu renovado que vuela por sus propios medios en su camino espiritual (IGLESIA DEL CRUCIFIJO, PUENTE LA REINA, Navarra). El lobo durmiendo indica que el momento de la muerte iniciática que hace resucitar a la nueva vida está lejos, ya que el lobo andrófago duerme aún (CATEDRAL DE JACA, ábsides). Otras veces, connotan la habilidad de expresar con vigor y eficacia los indicios instintivos y la astucia diferenciada.
A veces, se le representa junto a un perro (IGLESIA DE SAN JUSTO, SEGOVIA). Cuando así aparece, siguiendo a San Isidoro (Etimologías XIII, 2,24,26) se asocia a los dos hermanos Caín y Abel. El lobo “ bestia rapaz sedienta de sangre” destroza con su rabia todo lo que encuentra, por lo que sería símbolo de Caín. El perro, fiel, que muere incluso por defender a su amo, sería Abel, ya que los perros “ aman a sus dueños, cuyas casas defienden; por sus amos se exponen a la muerte e incluso no abandonan el cuerpo muerto de su dueño; rasgos de carácter que no pueden encontrarse fuera de los hombres”.
En la iconografía medieval y en el simbolismo universal el "ser tragado por un lobo" es una clara referencia a traspasar el umbral hacia el más allá, del descenso al otro mundo. "Ser devorado" es simplemente una imagen del tránsito de la muerte.
Está documentada la existencia de un templo de Júpiter en Blesle, sobre cuyas ruinas los primeros cristianos levantaron el templo de Saint-Pierre, uno de los más bellos y antiguos monumentos de Auvernia y, en cuyo entorno, se han excavado figurillas de lobos. Nuestros antepasados, en Auvernia, adoraron a Júpiter, el padre de los dioses paganos, bajo la forma de un lobo en la antigua "Blazilia", Blesle, la vecina ciudad religiosa de Masiac pues, no en vano, una de las formas dadas a Zeus era el Lykaios, con figura de lobo, al que se ofrecían sacrificios humanos como ofrenda en los tiempos en que reinaba la magia agrícola, para poner fin a sequías y plagas naturales.
De ahí que en la sincretización cristiana, por el apaciguamiento que San Blas operaba en el lobo se quisiera mostrar a los pecadores el poder de la virtud del nuevo dios que ordenaba hasta la naturaleza indomable de las fieras. O lo que es lo mismo, la creencia pagana sometida y superada por la nueva religión cristiana.
Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".
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