
Lo primero a tener en cuenta es que una investigación predica su eficacia en la fuerza narrativa y la claridad con la que emergen los contrastes morales, las iniquidades, abusos y vicios, sobre todo los que hacían daño permaneciendo ocultos hasta ser descubiertos.
Lo segundo es que esa narrativa debe llegar, con la mayor coherencia posible, al mayor número de gente dispuesta a escucharla, verla, leerla y comprenderla. Eso, junto con una disposición que no siempre existe, requiere medios de comunicación, sobre todo si los que investigan son pequeños y los que son grandes no lo hacen. Si esos medios son manejados por lobístas de confianza y orientados por personas o grupos vinculados a, o que forman parte de los que se investiga, entonces la noticia de la investigación simplemente no saldrá o se tratará en forma tal como para provocar rubor hasta en un veterano de Pravda o Izvestia.
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