Toponimia

Los filólogos no se ponen de acuerdo sobre el origen del topónimo. Antonino la cita como “Ocellum Duri”, “Los ojos del Duero” saliendo del acrónimo ce-mu-ri su nombre actual. En 569, en época visigoda se habla de Semure y pasa a denominarse Zamora tras ser reconstruida y repoblada por Fernando I de León.

La estrella del románico

Zamora cuenta con 23 templos en su término municipal y 14 iglesias en su casco histórico, lo que la sitúan como la ciudad española con mayor número y calidad de templos románicos de Europa.
Entre ellas la iglesia de San Juan Bautista, la más oriental del primer recinto amurallado; la iglesia de San Vicente Mártir, según el poeta Antonio Gamoneda, “la más noble torre románica de Zamora”; iglesia de Santo Tomé, una de las más antiguas.

La catedral

La catedral de Zamora, dentro del románico del Duero fue declarada Monumento Nacional en 1889. Su cúpula de escamas es el elemento más destacado. El historiador José Ángel Rivera habló de ella como “obra genial sin paralelo en la arquitectura medieval”. El claustro alberga el Museo Catedralicio con una magnífica colección de tapices flamencos.

Arquitectura Civil

El Castillo, Las Murallas, Palacio de Doña Urraca.

Puente nuevo o de piedra construido entre los siglos XII y XIII.

Palacio de los Momos, gótico; la Alhóndiga del pan, de origen árabe en los que se almacenaba cereales para garantizar el abastecimiento.

Palacio de los Condes de Alba y Aliste, hoy Parador, construido en 1459 por el primer Conde de alba y Aliste

Y una larga lista de construcciones históricas desaparecidas en la actualidad.

La Semana Santa

Declarada de Interés Turístico desde el año 1986, donde destacan algunas de sus tallas, como el Cristo del Santísimo Espíritu Santo del siglo XV. Cuenta con cofradías varias veces centenarias y los cronistas hablan de momentos memorables como el canto del “Oh Jerusalén” en la Plaza de Santa Lucía. Son típicas de esos días las almendras garrapiñadas y las sopas de ajo que se toman en la madrugada del viernes Santo en las Tres Cruces.

Gastronomía

Zamora cuenta con nueve productos con denominación de origen: El vino de Toro, del que hablamos en esta misma serie; el queso zamorano de ganado ovino, mezcla de churra y castellana; Vinos de los Arribes, Garbanzos de Fuentesaúco, Ternera de Aliste.

Otro de los alicientes para visitar Zamora es su gastronomía, pero consejos vendo y para mi no tengo, porque confiados en encontrar un hueco en alguno de esos lugares que aconsejo, no reservamos y tuvimos que conformarnos con lo que encontramos al final, que no era lo que buscábamos.

Entre las tapas más características se encuentra el pincho moruno, callos, cachuelas o mollejas.

Entre los restaurantes que más se nombran se encuentran:

💭 Portillo de la traición (2012) Calle Cervantes 

Donde exponen una curiosa mezcla de productos locales con ingredientes de fuera de nuestras fronteras, especialmente de la cocina asiática.

💭 Bayadoliz

Situado junto a la Plaza Mayor, local típico castellano con buenas tapas y raciones.
Montaditos variados, alitas fritas...

💭 El Portón (Pablo Morillo, 4) 

Tiene una calificación de 4.3 que es una nota alta, con un parking cercano y muy cerca de la Estación de Autobuses. Citado en la guía Repsol por su "materia prima de calidad suprema para los amantes de la cocina española. Tradicional restaurante de ambiente familiar y trato profesional con decoración clásica.

💭 El Mesón del Zorro (Calle Brahones, 4) 

En el barrio de Pantoja, lindando con el barrio de las Viñas y el de las Tres Cruces. Especialidad, cocido castellano.

💭 Lasal (Calle de los Herreros, 29) 

Le acompañan buenos testimonios de personas que ya se han visto agraciadas con sus platos: arroz, garbanzos con setas, alcachofas...

Cuaderno de anotaciones:

Ciudad: Zamora
Com.Autónoma: Castilla-León
Comarca: Tierra del Pan.
Altitud: 649 msnm
Población: 60.297 h (2021)
Gentilicio: zamorano/a

Hermanada con
—Oviedo
—Braganza (Portugal)
—Altagracia de Orituco (Venezuela)
—Yaritagua (Venezuela)

Tips para no perderse

—El castillo, del siglo XI. Visita que se complementa con el museo del autor zamorano Baltasar Lobo.
—La catedral y su cimborrio, uno de los iconos de la ciudad.
—Desde el Mirador del Troncoso, sobre las murallas, te asomarás al Duero.
—Iglesias de San Ildefonso y María, dos iglesias románicas.
—Al lado de la iglesia de San Juan Bautista, en la plaza mayor, se encuentra el monumento al Merlú, figura típica de la Semana Santa.
—La visita puede terminar en el Parque de la Marina Española.
—Recomiendan pasar el Puente de Piedra, para ver la ciudad desde otra perspectiva.
—Si te queda tiempo, puedes asomarte a las Aceñas de Olivares, donde verás unos antiguos molinos junto al río que datan del siglo X.

 

Tips para un almuerzo

—Tomar un pincho en Los Lobos, lugar muy concurrido.
—La Fundación Baltasar Lobo que se localiza en la misma Plaza de la Catedral, donde expone sus obras este escultor zamorano, uno de los más destacados del siglo XX.
—Plaza de Viriato, donde podrás ver el Palacio de los Condes de Alba y Aliste y el Hospital de la Encarnación. En esta plaza dicen que impresiona el "canto del miserere" en la noche del Jueves Santo.
—Calle de Balborraz. Antes de abandonar el casco histórico, procura bajar por la calle de Balborraz, antiguamente la calle principal de la ciudad, donde se asentaban los artesanos.

¬ Volver a Zamora

¬ Viajando por Sanabria

¬ Toro en su Colegiata

¬ El Toro de Fariña

Ceñida por el Duero en su parte sur, Zamora es otra de esas pequeñas ciudades que comienza a despertar. Si nos hemos referido con frecuencia a la riqueza y abundancia del románico palentino, no podemos olvidarnos de Zamora, que con 14 iglesias en el Casco Histórico la sitúan como la ciudad de mayor número y calidad de templos románicos de Europa.

Zamora fue una de las plazas más importantes del Reino de León, del que formó parte y el experimentado guía ya nos hizo saber ante la imagen de Viriato que la mayor parte de los ciudadanos se sienten vinculados a esa historia que nos transmite el Romancero Viejo:

Allá en Castilla la Vieja, 

LA MADEJA

El casco histórico de Toro es de los que dejan huella en tu retina. No es un viaje más. No es una ciudad cualquiera. Aquello necesitas contarlo. Cuando te asomas al Duero desde el mirador del espolón que aguarda detrás de su espléndida colegiata, ya te asomas a esa Castilla infinita que narran los poetas.

Claro que, aquel sábado de enero, cuando lo visitamos, no estaba el tiempo como para muchos paseos, pero hay que experimentarlo también con aquel cielo que amenaza tormenta. Un paseo por su casco histórico, te lleva con la imaginación a momentos de los siglos pasados donde esta ciudad ejerce un papel clave. Pero es curioso y en esta ocasión me he dado cuenta, aunque no he comentado esta impresión a quienes me acompañaban en este viaje. Uno de lo últimos cronistas de la ciudad ya hace referencia a esa indiferencia que muestran los turistas y los propios toresanos a su rico patrimonio. No es que tengamos que marearnos al mirar su colegiata, ni caer rendidos a los pies de nadie, asomados a la ciudad desde lo más alto de la torre campanario, una nueva atracción que permite contemplar la villa y el puente sobre el Duero, después de salvar, ayudados por semáforos, los 138 desiguales escalones que nos llevan a ella, con un Centro de Interpretación en la primera planta o la Sala donde se expone la maquinaria del Reloj del siglo XVIII en la segunda. Abajo nos espera un espectáculo, “el Pórtico de la Majestad”, la puerta del mediodía del edificio, antigua puerta principal de la Colegiata y cuya limpieza ha requerido 14 años.

Entre sus leyendas, la torre, construida con argamasa hecha con zumo de uva, lo que viene a hilar con la poderosa imagen de aquel vino, luego Denominación de Origen de esta villa zamorana encantada. No, ciertamente, no es para marearse, ni para forjar ripios sumarísimos, pero sí lo es para volver una y cien veces a llenarse de la magia que lleva en su piel esta ciudad de Toro.