100 estampas de Salamanca

En pleno centro histórico de Salamanca, rodeada de casas nobiliarias y calles antiguas, se encuentra la iglesia de San Benito, en la Plaza del mismo nombre. Es una Iglesia sencilla, no tan importante como otras, pero tiene una historia significativa para la ciudad.

Portada de la Iglesia de San Benito | Acuarela | Paqui González del Castillo

La iglesia de San Benito, tiene su origen a principios del siglo XII, año 1104, en el contexto de la repoblación, pero fue reconstruida en el siglo XV gracias al arzobispo Don Alfonso de Fonseca, y a la familia de los Maldonado, que sustituyeron la primitiva iglesia románica por otra de estilo gótico. En1867 pasó a depender de la parroquia de la Purísima.

Esta iglesia es conocida por haber dado nombre a uno de los dos bandos nobiliarios rivales salmantinos que dividieron la ciudad durante el siglo XV, bandos que rivalizaban por el control del gobierno de la capital y por el territorio: el bando de San Benito, los benitinos, enfrentado al de Santo Tomé.

Al exterior, los muros del templo son fuertes y pesados, destacando los potentes contrafuertes decorados en la parte alta con los escudos de las familias Fonseca, Maldonado, Acevedo y Ulloa. Estos soportan el empuje de la bóveda de crucería estrellada de la única nave interior, cuyos nervios no descansan sobre pilares, sino sobre ménsulas, el ábside es poligonal.

Toda la ornamentación se concentra en la puerta sur, de transición del gótico al renacimiento. Está cobijada por un sencillo tejado de madera apoyado en una columna añadida a finales del XVI. La puerta está bellamente decorada con motivos vegetales y pináculos góticos. Sobre el arco carpanel de la puerta se abren dos arquillos conopiales que muestran en relieve escenas de la Anunciación, enmarcados por otros dos arcos de medio punto, y coronando la portada los escudos de los Fonseca y los Acevedo.

En el interior sobresale el retablo mayor, uno de los mejores retablos neoclásicos de Salamanca de Juan de Sagarvinaga, que sustituye a otro del siglo XVI para evitar un desplome. Está construido en piedra y pintado imitando mármol. Consta de dos cuerpos, divididos en tres calles. La separación de calles se hace por medio de columnas clásicas, de basa y capitel jónico en las cuatro inferiores y corintio en las cuatro superiores.

Destaca también un Calvario del siglo XVI, (1540), atribuido a Diego Siloé con las tres figuras de Jesús de gran tamaño, la Virgen y San Juan sobre tarimas separadas.

Esta iglesia se convirtió en panteón de los Maldonado que la proveyeron de 17 artísticos sepulcros con sus escudos familiares, de estilo gótico y renacentista. Como curiosidad, hay que decir que en la portada se encuentra labrado un tuno, señal de una restauración, tallada por el mismo cantero que creó el famoso astronauta en la Catedral Nueva de Salamanca, otro motivo para visitar esta bonita iglesia e intentar localizarlo.
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Sobradillo es un pequeño pueblo situado en el límite occidental de la provincia de Salamanca que pertenece a la comarca El Abadengo, al partido judicial de Vitigudino y al Parque Natural de Arribes del Duero, El río Águeda a su paso por Sobradillo hace de frontera natural y geográfica con Portugal.

Torre del homenaje del Castillo de Sobradillo | Acuarela | Paqui González del Castillo

Tiene una gran riqueza artística y natural, en la que destaca su arquitectura, presente en muchos rincones típicos que nos hablan de su rica historia, sus tradiciones y su entorno natural.

La localidad conserva vestigios de antiguos pobladores. De los vetones las estelas funerarias de la Colmenera, también vestigios romanos, con una fuente conocida como la Fuente del Lugar, y un puente romano por el que pasaba una calzada, de la que quedan algunas partes. También conserva huellas de un barrio judío, con varias inscripciones en fachadas, vestigios de una comunidad sefardita. Estos restos de pobladores pasados, se suman al patrimonio artístico de los siglos XV al XVII: tres ermitas, (Ermita de Jesús Nazareno, Ermita del Cristo de la Cuesta, y Ermita de San Sebastián), la iglesia parroquial renacentista de Santiago Apóstol y las ruinas del Convento de Santa Marina la Seca de 1502, que fue reformado con elementos barrocos en el siglo XVII.

Además, Sobradillo atesora lugares tan pintorescos como una almazara, un antiguo molino rehabilitado, en un paraje conocido como La Vega, o un Crucero Mayor, una joya del románico tardío cercano a la fuente, además de edificios históricos como el del Ayuntamiento con soportales del siglo XVII y sobre todo el Castillo, fechado en la segunda mitad del siglo XV del que solo conserva la impresionante Torre del Homenaje, que domina la silueta del pueblo, estratégicamente ubicada en la línea defensiva frente a Portugal. La torre está rematada por garitas redondas en los ángulos y matacanes rectos en los frentes. Tras su restauración, acoge una de las casas del Parque Natural de Arribes del Duero, un centro de interpretación.

Sobradillo destaca también por la belleza y atractivo de su entorno natural, lo que permite disfrutar de un buen número de rutas de senderismo. Ofrece parajes de gran belleza, como las riberas encajonadas del río Águeda y el curso del río Morgáez, este último discurre hacia su encuentro con el río Águeda por un terreno abrupto que el río resuelve formando cascadas y saltos de agua como La Diabla y El Berrido, un paisaje con grandes formaciones graníticas que favorece una fauna y flora especial. Destacan varios lugares interesantes para disfrutar de magníficas vistas, sobre el río Águeda como “Los infiernos del Águeda”, el “Pozo de los Enamoraos” y “El Otero de la Colmenera”, o con vistas del pueblo en el “Mirador del Cristo de la Cuesta”.

Sobradillo, por tanto, un lugar cautivador que merece la pena conocer, por su oferta artística y su entorno natural privilegiado.
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La Armuña es una rica comarca situada al noreste de la provincia de Salamanca cuyo paisaje se caracteriza por interminables campos de labranza y limpios horizontes sin apenas elementos orográficos. La mayoría de los pueblos actuales son consecuencia del proceso de repoblación iniciado por los reyes leoneses sobre el año 1100.

Portada de la iglesia de San Román en Torresmenudas | Acuarela | Paqui González del Castillo

Se construyeron iglesias entre los siglos XII y XIII que, llegado el tiempo de más prosperidad, sufrieron renovaciones, y sustituciones por otras que destacan por la espectacularidad de sus retablos y tesoros artísticos, dando lugar en unos casos a las llamadas catedrales armuñesas, quedando solo algunos vestigios del románico. En la parte más al oeste de La Armuña, está la iglesia de San Román en Torresmenudas que fue reconstruida en el siglo XVI y solo conserva parte de un muro y la bella portada meridional que consta de tres arquivoltas sobre jambas y columnas bajo un pequeño tejaroz del que solo quedan cuatro modillones. Una de las arquivoltas con una decoración bien exótica de origen árabe.

Forfoleda es una iglesia también renovada en el XVI y lo mejor conservado del románico es la portada meridional de tres arquivoltas de medio punto.

La de Calzada de Valdunciel era una iglesia del s. XII que también fue rehecha en el XVI, de la cual, desgraciadamente, solo conserva un muro y algunos fragmentos decorativos.

En La Vellés, la antigua iglesia, ahora capilla del cementerio, se conserva un crucifijo románico de gran tamaño del siglo XII.

La iglesia de Palencia de Negrilla es un bello ejemplo del gótico, una de las llamadas catedrales armuñesas, pero que antes fue una iglesia románica de finales del XII, de la que conserva el muro norte y su portada que consta de tres arquivoltas planas sobre jambas, de las cuales la central está decorada con motivos vegetales.

En Pajares de la Laguna se combina el románico de piedra (en la portada) con el de ladrillo (en el ábside), el mismo caso que en el pueblo de La Orbada.

En el último pueblo, Espino de la Orbada, destaca su iglesia de estilo gótico tardío, pero que inicialmente fue una iglesia de tres naves del siglo XII. Del antiguo románico solo conserva parte del muro norte, el hastial y la parte inferior de la torre, una portada, cegada hoy día, y varios motivos decorativos.

En resumen, los restos románicos de la zona son muy modestos, debido al empeño en renovar todo lo antiguo y buscar nuevas tendencias que dieran esplendor a las construcciones primitivas.

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En un bellísimo rincón del casco antiguo de la ciudad salmantina, en la calle Bordadores, donde se localiza la casa en la que vivió  D. Miguel de Unamuno y también el Palacio Monterrey, se halla un edificio que alberga un rico patrimonio: el Convento de la Anunciación, más conocido por  Las Úrsulas, un convento  franciscano femenino, con un pequeño pero interesante museo.

Ábside de la iglesia del convento de las Úrsulas | Acuarela | Paqui González del Castillo

El Convento fue fundado a finales del siglo XV por Sancha Maldonado, pero años después, en 1512, el Arzobispo Alonso de Fonseca II inicia una ampliación con el fin de que este lugar fuera su capilla funeraria, y lo consiguió, pues su sepulcro de mármol está situado en el centro de la iglesia, junto a la capilla mayor.

El convento de las Úrsulas es un edificio en el que se mezclan el estilo gótico y el renacentista. Tiene tres puertas, todas ellas en la fachada sur, dos de ellas de estilo barroco y con acceso a la Iglesia, son obra de Jerónimo García de Quiñones y la tercera puerta, más sobria, corresponde al acceso al propio convento. El claustro pertenece al siglo XVIII, también obra de García de Quiñones.

La iglesia es de estilo gótico con una sola nave cubierta con tres bóvedas de crucería estrellada y un imponente y esbelto ábside poligonal, un torreón rematado en el exterior por una crestería calada y reforzado por contrafuertes, que terminaban en pináculos que fueron desmochados en el siglo XVII y cubiertos con un tejado. En el interior de la iglesia es donde se encuentra el magnífico sepulcro de mármol de Don Alonso de Fonseca, de Diego de Siloé, de1529, uno de los grupos escultóricos más bellos y lujosos del Renacimiento.

En el Coro Bajo hay instalado un pequeño museo que cuenta con dos bellos artesonados mudéjares de madera policromada de los siglos XV y XVI. Este museo es pequeño, pero con piezas de gran valor artístico, con tablas de Juan de Borgoña, cuadros procedentes del retablo gótico que tuvo la iglesia originalmente, pues el actual es un espectacular altar churrigueresco. Otras piezas del museo son una colección de pinturas hispanoflamencas, cantorales y órganos barrocos, obras de Juan de Juni, Salzillo, y de pintores como Zurbarán o Angelo Nardi.

El Convento, después de cinco siglos, cerró en 2018 y actualmente está deshabitado, pero desde 2020 la Fundación de Las Edades del Hombre, que es quien gestiona los conventos que quedan deshabitados, se encarga de mostrar las obras de arte que tiene el convento, así como tratar de sacar adelante algún proyecto y hacerlo viable económicamente, como es el caso de su conversión en hotel. Habrá que esperar a ver si ese proyecto es respetuoso con la iglesia y su museo.
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El Colegio de Santiago, más popularmente conocido como Colegio de Fonseca  es un Colegio Mayor y Residencia de la Universidad de Salamanca, al que también se le conoce como Colegio de los Irlandeses, Es uno de los cuatro Colegios Mayores de la ciudad y el único que aún conserva su antiguo edificio histórico. Como el resto de los Colegios Mayores universitarios, se trataba de una institución docente para favorecer a estudiantes pobres, pero pronto perdió esa finalidad. 

Fachada del Colegio de Fonseca | Acuarela | Paqui González del Castillo

El Colegio de Santiago, más popularmente conocido como Colegio de Fonseca es un Colegio Mayor y Residencia de la Universidad de Salamanca, al que también se le conoce como Colegio de los Irlandeses, Es uno de los cuatro Colegios Mayores de la ciudad y el único que aún conserva su antiguo edificio histórico. Como el resto de los Colegios Mayores universitarios, se trataba de una institución docente para favorecer a estudiantes pobres, pero pronto perdió esa finalidad.

Fue fundado por Alonso de Fonseca III, arzobispo de Santiago de Compostela, quien fue un gran mecenas del arte. El imponente edificio plateresco comenzó su construcción en 1521 y terminó en 1578, según proyecto del arquitecto Juan de Álava, aunque también participaron Diego de Siloé y Rodrigo Gil de Hontañón. Está organizado alrededor de un claustro a cuyo alrededor se distribuyen habitaciones para huéspedes, cafetería, y varios espacios para reuniones como la Sala de las Pinturas o la antigua Capilla.

El edificio está considerado una joya del Renacimiento español, en el que destaca en primer lugar la portada de 1529, obra de Diego de Siloé. Se trata de una fachada sencilla y clásica, con una puerta adintelada hecha en granito, flanqueada por pares de columnas, según la antigüedad clásica y un segundo cuerpo que es una repetición del primero. Encima de su puerta hay una imagen del apóstol Santiago y a los lados de la ventana destaca el escudo de los Fonseca.

Al atravesar el zaguán, nos encontramos con un claustro de dos plantas, comunicadas por dos escaleras, de gran armonía en sus proporciones, obra igualmente de Diego de Siloé, de gran belleza. En la planta baja los arcos son de medio punto y en la segunda son arcos rebajados. Acompañan a los escudos de Fonseca más de un centenar de medallones.

En la antigua Capilla podemos ver elementos del gótico tardío como una bóveda de planta cuadrada sobre el crucero y el impresionante retablo de Alonso Berruguete en madera policromada, encargado en 1527 y compuesto por pinturas y esculturas.

Junto al Colegio se encuentra el edificio de la antigua Hospedería, de estilo barroco, originalmente destinado a alojar a los alumnos que ya habían terminado sus estudios y esperaban un cargo. Fonseca también acoge de manera permanente la curiosa Colección de Relojes Andrés Santiago Zarzuelo.

El colegio fue cerrado en 1780, y, después de varias vicisitudes, hoy día ofrece alojamiento para profesores, alumnos, e invitados de la Universidad y es el lugar para multitud de actos culturales. Son famosas "Las Noches del Fonseca", conciertos y representaciones teatrales que se celebran en verano, en el marco incomparable de su magnífico patio.

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Pereña de la Ribera es un pequeño municipio situado en los Arribes del Duero que hace frontera con Portugal y está considerado como “el balcón de los arribes” por su agreste y espectacular paisaje que se puede disfrutar a través de varios miradores.

Ermita de la Virgen del Castillo en Pereña de la Ribera | Acuarela | Paqui González del Castillo

La mejor forma de recrearse con este paisaje es recorrerlo desde sus muchas rutas de senderismo que posee y llegar hasta los diversos miradores para poder observar unas magníficas vistas panorámicas y darse cuenta de la gran riqueza de fauna y flora que ofrece Pereña, con presencia predominante de robles, quejigos y encinas, y una fauna salvaje de gran diversidad, especialmente aves. Sus laderas se aprovechan para cultivar frutales, como el almendro, el cerezo, el olivo y la vid, es muy apreciado su vino tinto con Denominación de Origen Arribes, así como la miel y el queso.

Pero también podemos disfrutar del patrimonio cultural que nos ofrece Pereña y su casco antiguo, de gran interés porque conserva parte de su arquitectura popular, influenciada por el estilo isabelino portugués. Destaca el arco de entrada a la plaza, la iglesia de Santa María, en la que sobresale la torre de espadaña, la ermita de Nuestra Señora del Castillo, varias bodegas y construcciones agrarias como los chozos.

Desde el pueblo y en cualquier dirección, hay varias rutas senderistas destacables, las más espectaculares nos llevan hacia las cascadas, como el Pozo de los Humos, la Cascada del Pozo Airón, de gran interés porque desde una cueva que hay detrás de la cascada se aprecia la fuerza de la caída del agua. Otras rutas interesantes son la de los molinos, la de las pinturas rupestres o el Picón de La Tabla, donde admirar el gran meandro o curva que realiza el Duero alrededor de la Tabla y la desembocadura del río Uces.

En Pereña hay varios miradores importantes y de gran belleza. El Mirador del cerro de la Fuente Santa es un cerro alto con una fuente, leyenda incluida, que ofrece una vista del Duero, El Mirador de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo es otro cerro, El Berrocal, sobre el que se sitúa la ermita del mismo nombre, en el que antaño hubo un antiguo castro Vetón, posteriormente romanizado. Desde aquí hay una vista privilegiada del río Duero encajonado que forma un espectacular y profundo cañón. En el Mirador del Pozo de los Humos se puede observar frontalmente la cascada, la vista más espectacular y famosa del río Uces camino del Duero. El río Uces con sus numerosas caídas de agua, las Cachoneras del Uces, para salvar el desnivel, se encajona entre las rocas y ofrece unos paisajes increíbles que merece la pena visitar.
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Seguimos con algunos templos del románico en piedra esta vez en la zona de Ledesma, con varios ejemplos muy destacados. Muy pocas son las iglesias que conservan sus plantas románicas originales que están fechadas en los siglos XII y XIII, otras solo conservan alguna portada, pero cada una tiene su personalidad y belleza.

Portada norte de la iglesia de Almenara de Tormes | Lápices de colores | Francisca González del Castillo

Inicia esta ruta en Santibáñez del Río, un municipio cuya iglesia data de la segunda mitad del siglo XII. Destaca especialmente la portada sur en la que se concentran elementos decorativos muy interesantes, como un elefante o unas aves bebiendo de la fuente de la vida, y dos frisos decorativos con figuras zoomorfas y motivos vegetales.

Villamayor, fue primero una ermita del siglo XII para posteriormente ser reformada y convertirse en la parroquial actual. Lo único que conserva románico es una portada que consta de un arco de medio punto y parte de la nave primitiva, todo ello construido con la famosa piedra que debe su nombre a esta localidad.

En Almenara de Tormes encontramos una de las iglesias más importantes de estilo románico en la provincia, la Iglesia de la Asunción, datada del año 1164. Destaca por sus abundantes motivos ornamentales en el ábside y las portadas norte y sur que son casi idénticas. La portada septentrional, recientemente ha sido liberada de un muro que la ocultaba.

En medio de un paisaje de encinas, se encuentra la sorprendente iglesia de San Pelayo de Guareña, de una sola nave y un ábside semicircular con un hermoso rosetón del siglo XII, que junto al tramo presbiteral es lo que se conserva del original románico El interior está escalonado hacia el altar formando un verdadero anfiteatro romano debido al aprovechamiento de una roca.

En Ledesma, la iglesia de Santa María La Mayor, es de origen románico, pero es la iglesia de Santa Elena la que destaca, sobre todo por sus canecillos en la cornisa. La ermita de Cuadrilleros de Dieces o Gavilanes, una pedanía de Ledesma, del siglo XII está incluida en la Lista Roja del Patrimonio, pues ha sufrido mucho abandono y olvido.

En Palacios del Arzobispo destaca su iglesia de San Juan Bautista que fue un templo románico del siglo XII de tres naves y que solo conserva el muro occidental donde se abre una portada de dos arquivoltas.

Finalmente termina el recorrido por los pequeños pueblos de Zamayón con su ermita de San Miguel de una sola nave con cabecera recta, con algunos canecillos y la portada sur, y Santiz, con una portada como único vestigio románico que estuvo muchos años enfoscada y repintada sin que se pudiera apreciar su verdadera belleza. Recientemente ha sido restaurada.
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Enclavada en la plaza de Colón, la torre del Clavero atrae por su aspecto desconcertante, ¿una fortaleza militar en pleno centro de la ciudad? ¿O es la torre de un castillo? En realidad formó parte de una casa civil. La casa desapareció y el torreón quedó como testigo de la arquitectura urbana salmantina de fines del siglo XV, muy vinculada con los enfrentamientos bélicos medievales que se dieron en la época en la ciudad.

Torre del Clavero | Carboncillo | Francisca González del Castillo

La Torre del Clavero es uno de los monumentos salmantinos más conocidos, por su sorprendente belleza y por su imponente aspecto defensivo. De estilo gótico, fue construida entre los años 1480 y 1490, no se sabe con certeza si por Francisco de Sotomayor (clavero de la orden militar de Alcántara), o por don Diego de Anaya (Comendador de la misma orden), ya que los escudos de ambos figuran en su exterior. De cualquier forma, la Torre es el único resto que quedó de la casa señorial de su propietario, Don Francisco de Sotomayor, que fue Clavero Mayor de la Orden de Alcántara, gracias al cual debe su misterioso y enigmático nombre. El clavero era el encargado de la custodia de las llaves del castillo, el convento mayor y del archivo de la orden, entre otros cosas.

Esta torre tiene una base cuadrada de sillería que luego se transforma en un torreón octogonal a medida que va ascendiendo, con un total de ocho garitas o torrecillas cilíndricas en su parte alta que arrancan de una base con labores de cestería y rematan en la cornisa arquillos y modillones. Una de las curiosidades que ofrece esta torre es que, a vista de pájaro, tiene una forma similar a la de un botón charro, uno de los símbolos salmantinos. El interior consta de cinco plantas que se comunican entre sí por una escalera de caracol.

Existen diversas leyendas que hablan sobre la torre, las más conocidas se relacionan con la Guerra de los Bandos entre familias que tuvieron lugar en la Salamanca medieval, donde se relata la trágica historia de dos enamorados que pertenecían a bandos opuestos de la ciudad. San Juan de Sahagún, como es bien conocido, reconcilia a ambos bandos y pone fin a décadas de luchas internas.

La Torre del Clavero de Salamanca ha tenido múltiples usos, en 1771 fue rehabilitada y más tarde cedida gratuitamente al Ayuntamiento por don Alfonso Pérez de Guzmán. Hoy día alberga el Centro de Estudios Salmantinos, CES, está abierta al público y se llevan a cabo exposiciones y acontecimientos culturales. Merece la pena las vistas de la ciudad que desde allí se contemplan.

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El Palacio de los Fermoselle, más conocido como Torre del Aire, es uno de los edificios emblemáticos de Salamanca, está situado en pleno centro del casco urbano y pertenece al resto de una casa fortificada del siglo XV, el antiguo palacio de Fermoselle, con la torre más esbelta de Salamanca, que también fue llamada Casa o Palacio de las Cuatro Torres, debido a que el palacio tuvo otros tres torreones que fueron derribados a finales del siglo XVII debido a su mal estado.

Torre del Aire | Acuarela | Francisca González del Castillo

El palacio fue construido hacia 1440 por los señores de Fermoselle, pasando a ser posteriormente propiedad del Barón de las Cuatro Torres que es quien la bautizó con el nombre de Palacio de las Cuatro Torres. El hecho de ser una casa fortificada con torres se debe, no solo a la intención defensiva, sino como muestra de poderío social y económico.

El palacio tiene planta rectangular, en él predomina el estilo gótico y tiene dos fachadas, y un lado se orienta a la calle del Aire, quizás ese sea el origen de su nombre, Torre del Aire. Es la fachada orientada hacia la Gran Vía es la que atrae más interés, está realizada en sillarejo, y es de gran solidez. Pero lo que más llama la atención son sus ventanas, porque todas son diferentes, las hay cuadradas, semicirculares con arcos, trilobulados o apuntados, ventanas adinteladas, con arquillos conopiales, aljimezadas con tracería gótica, en herradura, de factura mozárabe, las hay con balcón, grandes y pequeñas, pero todas resueltas de forma diferente, sin embargo, se aprecia una conjunción del gótico con el arte mozárabe.

La Torre del Aire junto con la Torre del Clavero son dos de las casas-fortificaciones urbanas construidas por la nobleza salmantina, y, de alguna manera, están unidas por el pasado de la ciudad, pues hay que contextualizarlo en la época de las luchas de la nobleza durante toda la época del siglo XV, cuando Salamanca estaba dividida en dos bandos opuestos. La Torre del Aire tiene su propia leyenda, relacionada con tales contiendas. Una historia de amor imposible con final sangriento, al estilo de Romeo y Julieta, en medio de una cruenta rivalidad, la de la hija del Clavero, del bando de San Benito, y el hijo del Barón de las Cuatro Torres, del bando de Santo Tomé, con San Juan de Sahagún, patrón de Salamanca, finalmente como pacificador.

El edificio ha tenido diferentes usos a lo largo de su historia, desde una fábrica de paños y asilo de ancianos hasta ser residencia estudiantil en la actualidad. Un imprescindible para ver y admirar sus originales ventanas desde la Gran Vía.

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Aldeadávila es un pueblo salmantino que pertenece a la comarca de Vitigudino, situado en pleno Parque Natural de los Arribes del Duero con un importante patrimonio monumental y sobre todo natural, pues posee espectaculares parajes que atraen al turismo. Es la población más importante de La Ribera, de la que se considera su capital. 

Vista panorámica de Aldeadávila de la Ribera | Acuarela | Francisca González del Castillo

Aldeadávila es muy conocida y famosa incluso fuera de España debido a la construcción de la presa del mismo nombre, posiblemente el lugar más visitado del municipio, que supuso un importante aumento demográfico y también un cambio para la economía del pueblo, basada principalmente en la agricultura, con cultivos tradicionales como los viñedos y olivos, que se transforman luego en un buen vino y aceite de gran calidad, así como la ganadería, pero, gracias a la belleza de sus paisajes, el turismo rural proporciona a la localidad otra fuente de ingresos.

Aldeadávila conserva una arquitectura tradicional popular arribeña, donde tiene gran protagonismo la piedra de granito, es un laberinto de callejuelas, casas típicas blasonadas, bellos rincones y patios de piedra. Tiene la particularidad de que su casco urbano, desde la Edad Media, está dividido en dos barrios históricos con su propia personalidad cada uno: el de Abajo y el de Arriba.

Lo que más llama la atención cuando se divisa el pueblo es la torre de la iglesia, por su gran altura, llamada Torre de Aldeadávila, del siglo XIII, un torreón defensivo que desde el siglo XVI está unido a la Iglesia de San Salvador y pasó a ser su campanario. Conserva una puerta románica en la cara norte. Son de interés las Ermitas de San Sebastián, Santo Cristo y La Santa, el Convento de La Verde, construcción del siglo XII al XVIII. Entre las edificaciones civiles destacan el Palacio del Marqués del Caballero, del siglo XVIII, O la Plaza Mayor, donde podemos encontrar estelas funerarias medievales; merece mucho la pena visitar la iglesia románica de Corporario, una pedanía de Aldeadávila, de los siglos XIII y XIV que conserva una estela tardorromana y vestigios visigodos y prerrománicos. También son muy característicos los cruceros de Vía Crucis, de los siglos XVI y XVIII así como los chozos y las cortinas del campo. Bien merece una visita el museo etnográfico de Las Majadas Arribeñas para conocer la formas de vida tradicional arribeña.

Pero lo que más atrae al turismo son sus increíbles paisajes naturales, como el Llano de la Bodega, La Playa del Rostro (una zona muy visitada donde practicar piragüismo o dar paseos en barco por el Duero), y los diferentes miradores, el más famoso el Picón de Felipe, y otros tantos, que permiten apreciar los impresionantes desniveles y profundidad del cañón del Duero y disfrutar de unas vistas espectaculares.

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La comarca de Vitigudino, situada al noroeste de la provincia de Salamanca, es una de las más extensas de la provincia con nada menos que 56 pueblos, engloba a varias subcomarcas (La Ramajería, El Abadengo, La Ribera y la Tierra de Vitigudino), porque todas ellas corresponden a una zona con idénticas características agrarias.

Casas de Robledo Hermoso, en La Ramajería, comarca de Vitigudino. | Acuarela. Francisca González del Castillo.

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CURIOSEANDO POR SALAMANCA (y X)

Salamanca tiene otros monumentos de importancia para visitar, como La Casa de las Conchas y su biblioteca, y diversos palacios entre los que destacan el Palacio de la Salina y el Palacio de San Boal.

Ha sido un placer pasear con mis amigos por una ciudad que no solo es Patrimonio de Castilla y León, sino también es Patrimonio de la Humanidad, y descubrir la belleza que atesora esta ciudad. Visitar Salamanca es encontrarse con una capital única, con un centro urbano semejante en su colorido, debido a la piedra de Villamayor de Armuña, que se adapta a la perfección al estilo plateresco, refleja en sus edificios una tonalidad similar, y convierte a la capital charra en “Ciudad Dorada”. No hay más que acercarse a la Plaza Mayor, la Clerecía, las dos Catedrales, la Universidad, el Palacio de Monterrey, el convento de San Esteban y cruzar el río por su puente romano para quedar impresionado por la belleza y singularidad de estos edificios.

Volveremos cuando podamos.

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El románico al sureste de la provincia prácticamente se concentra en Béjar, ciudad amurallada en el siglo X por los musulmanes y reconstruida en tiempos de repoblación en mampostería de granito. Hoy podemos ver algunos tramos de la muralla original que conserva dos de sus puertas, la del Pico y la de San Pedro.

Iglesia de El Salvador en Béjar. Lápices de colores. | Francisca González del Castillo.

La característica del románico Bejarano es que se trata de un románico tardío, del siglo XIII, a consecuencia de la repoblación, y los arcos de sus portadas son apuntados. El material es granito, razón por la cual tiene tan poca decoración y es tan austero, apenas existe la decoración escultórica, los ábsides son de sillería, mampostería y ladrillo, de muros lisos y carentes de columnas, ventanales o canecillos esculpidos. En general el románico en Béjar es sencillo y sobrio y ha sufrido bastantes alteraciones, sobreviviendo los ábsides y alguna portada. Las construcciones medievales, aparte de la muralla, son cuatro.

La iglesia de Santa María la Mayor, que fue una construcción románico-mudéjar en época de repoblación y solo conserva la cabecera, un ábside donde se alinean tres arquerías ciegas típicas del mudéjar, con bóveda de cañón apuntado en el interior.

La iglesia de Santiago Apóstol es una sencilla y pequeña iglesia construida a principios del siglo XIII en plena repoblación, pero que conserva su aire románico original, hay que tener en cuenta que Béjar está muy al sur. Consta de una única nave rectangular de muros de granito, ábside semicircular de ladrillo, hoy enfoscado, y torre adosada al presbiterio. La puerta meridional tiene dovelas y jambas reutilizadas de la época románica.

La iglesia de "El Salvador" es la iglesia más importante de Béjar, de finales del siglo XII y principios del XIII. Cumple con las típicas características del románico bejarano, tiene un gran ábside con sillería de granito y dos portadas de arcos apuntados, la del sur tiene cuatro arquivoltas enmarcadas por un alfiz, canecillos lisos en el tejaroz y dos contrafuertes que flanquean la puerta. En el interior se aprecia la bóveda de medio cañón apuntado.

Por último la iglesia de San Juan Bautista del siglo XIII. Tiene un ábside de gran tamaño totalmente liso, que es de buena sillería, pero los canecillos son lisos y rectos también. Las dos puertas norte y sur tienen arquivoltas apuntadas y tiene una torre exenta a los pies de gran sencillez. La bóveda del interior es de medio cañón y de horno en el ábside.

Como se ve, el románico de Béjar es muy sencillo, pero merece la pena viajar a esta ciudad con un casco antiguo envidiable que se asienta sobre la cresta alargada de una montaña, sin duda para disfrutar de unas inmejorables vistas de la sierra.

CURIOSEANDO POR SALAMANCA (IX)

Salamanca goza de bellos monumentos en los que el plateresco labrado en la piedra de Villamayor de Armuña deslumbra en toda la ciudad, una de estas fachadas es la del Convento de San Esteban, que impresiona por su abundante decoración y belleza singular, bien puede parecer la cuarta catedral de Salamanca, tras la nueva, la Vieja y la Clerecía. De hecho, los salmantinos lo consideran como otra catedral.

Es la iglesia del Convento de San Esteban uno de los edificios religiosos más importantes de Salamanca y, por tanto, visita obligada por ser su fachada una de las más bellas del plateresco, auténtico retablo al aire libre.

Si la Clerecía es propiedad de los jesuitas, San Esteban es de los dominicos, órdenes con mucha rivalidad, incluso en la actualidad. Es sede de la Pontificia Facultad de Teología.


San Esteban de día es como ver un lienzo labrado en piedra, con filigranas, luces y sombras que por la noche impresiona la luminosidad del edificio, impresionante por fuera y por dentro. Sorprende su única nave y más aún el incomparable Retablo Mayor, obra de Churriguera y sus tres claustros.

Por este convento pasaron grandes personajes de la historia de España: Colón, Santa Teresa, San Ignacio de Loyola, Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria y el Gran Duque de Alba, a quien se dio sepultura en un sepulcro.

Calle Palominos. Al fondo, San Esteban.

El convento me trae recuerdos de la boda de mis amigos salmantinos, hace 40 años, cuando mi mujer y yo nos sorprendimos de ese colosal monumento elegido para la ceremonia, un edificio emblemático de Salamanca que quedó para siempre en nuestra memoria.