Sentada en su silla de mimbre, justo al filo cortado de la puerta, la abuela dejaba que el humo de su pipa tejiera lentas espirales que subían al cielo nublado como pensamientos sin apuro.
LOS SÁBADOS AL SOL
Julio César Izquierdo
La calle de tierra, que una vez fue senda viva de bicicletas y carcajadas, se extendía quieta, como dormida en su propia memoria. Nada en ella parecía urgente. Ni el paso del tiempo, ni las hojas arrastradas por el viento tibio del verano, ni las campanas lejanas que apenas recordaban que aún existía el reloj. La mujer no esperaba a nadie. Había dejado de hacerlo el día en que entendió que esperar era otra forma de perder el presente. Miraba, simplemente, sin más. Y en ese otear cabía el mundo: el muro despintado del vecino, el árbol que no dio más frutos, el charco seco sin reflejos y los rotos que las nubes hacían a la tarde. Pensaba en todo lo que ya fue sin nostalgia. Las manos ocupadas, las risas detrás de contraventanas que ahora no se abrían, el peso dulce de un niño dormido sobre su pecho. Todo eso moraba aún en algún rincón de su espalda. Lo llevaba puesto como una manta liviana, no como carga. Y pensaba, también, en lo que no sería. En los libros no leídos, en los viajes no hechos, en los nombres que no serían pronunciados en voz alta. Pero no con tristeza. Más bien con una especie de gratitud curiosa: saber que no todo le pertenecía, que no todo debía ser vivido por ella para tener sentido. La pipa ardía con paciencia. Y el humo, igual que sus
corrientes vitales, se deshacía sin drama en el aire de otro estío. Así, en el
letargo de su trance cotidiano, quiso comprender que la vida no es poseerla toda, sino hacer las paces con lo que no fue y aprender a mirar con calma lo que aún queda. Por lo que sea. Que no es poco.
Actualización: Nov2025 | 150👀
Otra de esas crónicas rurales, tan apegadas a la tierra que nacen, crecen y se reproducen junto a ella, pero poniendo el dedo en la llaga de la pura desmembración de esa realidad rural, que hoy nos traslada con su magistral pluma nuestro amigo Julio. ¡Enhorabuena!. Saludos.
ResponderEliminarBuenos días ☀️ tengamos al sol y sombra de un sábado de otoño. Fdo. JC Izquierdo
ResponderEliminarBuenos dias Froilán
ResponderEliminarUno va leyendo con Curiosón tras Curiosón a Julio César Izquierdo. Y se le va conociendo de otra manera, como no llegas a conocerle a través de la radio aunque algo vislumbras. En los primeros artículos te va llamando la atención su poesía y el dominio de las letras. Pero poco a poco vas encontrando la otra realidad, la profundidad de su pensamiento y sentimiento.
Despacito intentaré revisar artículos de dias pasados, a los que no pude llegar. A una cierta edad, las cosas van despacio, el tiempo no llega y, sin embargo, la vida va tan deprisa que se te escapa de las manos.
Feliz sábado. Por aquí hace estupendo.