La leyenda del río Carrión y el Guardián de Velilla
Cuenta la tradición que hace muchos siglos, cuando las montañas de la Montaña Palentina aún eran inexploradas y los hombres convivían con las fuerzas de la naturaleza, el valle donde hoy se asienta Velilla del Río Carrión era un lugar sagrado. Allí, los primeros pobladores rendían culto al río Carrión, que consideraban un regalo de los dioses.
Se decía que el río no era solo agua que daba vida, sino un ser vivo que respiraba y escuchaba las plegarias de quienes vivían a sus orillas. Según la leyenda, en las noches de luna llena, el río se transformaba en un ser etéreo conocido como el Guardián del Carrión: un hombre alto, con cabellos de plata que caían como cascadas, y ojos tan profundos y cambiantes como las aguas del río.
El Guardián velaba por el equilibrio entre los hombres y la naturaleza. Ayudaba a los pescadores a encontrar sustento, regaba los campos con lluvias suaves y protegía los rebaños de las tormentas. Sin embargo, también era implacable con quienes abusaban de su bondad. Una vez, un comerciante codicioso intentó represar el río para acumular riqueza, desviando el agua hacia su molino. Esa noche, el Guardián apareció frente a él, con su mirada severa y su voz como un trueno. “Quien rompe el equilibrio del río rompe su propia vida”, le advirtió. El comerciante no escuchó, y al amanecer, una gran riada destruyó su molino y todo lo que poseía.
Con el paso del tiempo, el pueblo de Velilla floreció gracias a su respeto por el río. Las aguas del Carrión les dieron abundancia, pero también sabiduría: comprendieron que debían convivir en armonía con la tierra. A modo de agradecimiento, los habitantes erigieron un altar en honor al Guardián, en un lugar donde el río formaba remolinos serenos. Este altar se convirtió en el germen del pueblo.
Se dice que, en noches tranquilas, todavía se puede escuchar al Guardián cantando en el murmullo del río, recordando a los habitantes de Velilla que su destino está entrelazado con el del Carrión. Aquellos que respetan su cauce son bendecidos con prosperidad, pero quienes olvidan la lección se exponen a su ira, como el comerciante de la leyenda.
Así, la voz del río sigue viva, y el Guardián del Carrión continúa vigilando, invisible pero siempre presente, en las aguas que dan nombre y vida a Velilla del Río Carrión.
Actualización Sept2025 | +603👀
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Una leyenda interesante, José Luis, esta del nacimiento de la localidad de Velilla del Río Carrión, con el río del mismo nombre como eje principal de su historia en plena Montaña Palentina. Siempre el río como su gran benefactor que riega sus tierras de cultivo. Pero, eso sí, sin que nadie se aproveche de él, sino compartiendo sus aguas todos los habitantes por igual. Y, si no, recordemos al gran Guardián del río y su poder de convicción para quien rompa las reglas. Interesante leyenda, en fin. Saludos.
ResponderEliminarJosé Luis Estalayo nos cuenta la leyenda del río Carrión, un río íntegramente palentino, al que Velilla venera y lleva su apellido. Muchas lecciones se extraen de esta interesante leyenda, contada por un hombre de la Montaña Palentina, autor también de esas bellas fotografías que invitan a conocer Velilla.
ResponderEliminarEste escrito es un susurro mítico que entrelaza la tradición oral de la Montaña Palentina con la reverencia por la naturaleza, pintando al río Carrión como un ser vivo custodiado por el etéreo Guardián, cuya presencia plateada y justiciera evoca un equilibrio ancestral; Son palabras que tejen una fábula ecológica donde la codicia es castigada y la armonía premiada, resonando con ecos de leyendas celtas y la sabiduría de los pueblos que veneran sus ríos, mientras el altar y el murmullo del agua anclan la identidad de Velilla, dejando un regusto de respeto atemporal y un canto sereno a la conexión entre hombre y tierra.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta descripción tan atinada de una bonita leyenda.