Recibo un promedio de entre 20 y 30 mails por semana informándome que por diferentes motivos he sido beneficiado con sumas que oscilan entre los 1.500 y varios millones de diferentes monedas (dólares estadounidenses, euros, libras esterlinas, etc.) debido a que la fuente de estos correos proviene supuestamente de importantes bancos internacionales o empresas multinacionales.
Entiéndase bien, me encantaría convertirme en un súper millonario de la mañana a la noche pero no estoy dispuesto a ser más tonto de lo que soy y que haya gente dispuesta a acumular riquezas en base a la ingenuidad de otros. En un principio pensé que las fuentes delictivas de las que provienen dichos mensajes cesarían en sus envíos luego de comprobar que a pesar de su insistencia no me encuentro interesado. Pero no, a veces incluso aumentan en cantidad y frecuencia. Todo esto me llevó a reflexionar sobre el asunto. Es obvio que yo no debo ser el único agraciado (o desgraciado) que recibe estos textos. Muchos otros internautas deben estar recibiéndolos también. Si esta maquinaria continúa, y aún crece, esto es señal de que la gente ingenua también sigue estando allí y siendo cada vez más. El negocio es evidentemente rentable para los delincuentes. Entonces me pregunto: “Los organismos y autoridades encargados de velar por la seguridad y legalidad en las redes virtuales, ¿qué hacen al respecto?”. Y decepcionado me respondo: “Quizás ellos también acumulen todos esos e-mails del fraude y luego no hagan más que enviarlos al spam, como hago yo, mientras crece la cantidad de gente que continúa siendo violada en su buena fe”.
La única intención del presente artículo es alertar a la gente que no muestre tanta desconfianza como quien suscribe y dado que los organismos encargados de proteger a los más débiles “brillan por su ausencia”.
* Miembro de Escritores Club (Agrupación de Escritores Independientes de Habla Hispana).
* Asesor de la Academia Filosófica Hebrea "Sinaí".
Reflexiones para Curiosón de Rudy Spillman
No hay comentarios:
Publicar un comentario