Hoy quiero traer a esta sección la vida azarosa y sacrificada de una mujer que por una injusticia de la historia, ha sido relegada a ocupar un papel poco lucido, en beneficio de la amante de su marido, en la época que le tocó vivir, siendo ella, la legítima mujer del Pedro de Valdivia, conquistador de Chile, quien consiguió territorios para su rey Carlos V y fue nombrado por el virrey del Perú primer Gobernador de aquellas tierras.
MUJERES QUE HICIERON HISTORIA | CURIOSÓNLa esposa, Marina Ortiz de Gaete, nació en Zalamea de la Serena, Badajoz, en 1.509; su padre fue un hidalgo vizcaíno y la madre procedía de gente noble cordobesa. Estuvo casada con Pedro de Valdivia desde 1.527 hasta la muerte del esposo, a manos de los indios, en 1.553. Valdivia luchó a favor del rey en Flandes y en Italia. Más tarde, impulsado por su afán aventurero, se embarcó para las Indias mientras Marina quedaba con la familia en su tierra. Transcurridos 20 años, Pedro de Valdivia envió a España a su hermano Diego Nieto de Gaete acompañado por Jerónimo de Alderete. El objetivo del viaje era convencer a Marina para que fuera a reunirse con su esposo. Llevaban 7.000 pesos de oro para que cuantos parientes de Marina quisieran acompañarla pudiesen hacerlo. Valdivia aspiraba a que el rey le concediese, por sus servicios, el título de conde o marqués o el hábito de la Orden de Santiago. También, un sueldo de por vida. Deseaba formar una familia en aquellas tierras con el esplendor correspondiente a su cargo.
Los historiadores nos dicen que existían otros motivos menos nobles: El licenciado Pedro Lagasca, (quien en 1.550 sería obispo de Palencia), que representaba a la “Santa y Jeneral Inquisición” había procesado a Valdivia porque estaba amancebado con Inés Suárez, "duermen juntos en una cama y comen del mismo plato.” Y le imponía “que no converse deshonestamente con Inés Suárez, ni viva con ella en una casa, ni esté con ella en lugar sospechoso, de forma que cese toda sospecha de que entre ellos hay carnal participación, e que dentro de seis meses la case o envíe a estas provincias del Perú para que en ellas viva o se vaya a España o a otras partes, donde ella más quisiere”.
Marina se embarcó en Cádiz acompañada de muchos familiares. Desembarcó en el puerto Nombre de Dios, en Panamá, para más adelante seguir hacia el Sur precisamente. Se encontraron al capitán Gaspar de Orense quien se dirigía a España para informar que “Pedro de Valdavia estaba muerto pues los indios le tuvieron vivo tres días, comiéndoselo vivo a bocados”. Y que dejaba una gran deuda. La viuda no obtuvo el reconocimiento debido a los servicios prestados al rey por su esposo. En 1.564 “se le tomaron todos los bienes que tenía, así sus esclavos como ganados, casa, heredades, y se vendieron para cobrar lo adeudado a la Corona”. Solamente pudo conservar en Tucapel la encomienda de indios del marido. Pero la guerra se la arrebató. Y se ve obligada a suplicar al Rey que “a cambio de los indios le conceda una pensión conforme a la calidad de mi persona y casa para que yo me sustente en estos pocos días que me quedan y acabar con menos zozobra y cuidado que sustentando indios”.
Hasta 1.573 no responde el Consejo de Indias para comunicarle que “En España no hay disposición para darle la recompensa que pide, y que se le dé cédula para que el Gobernador de Chile otorgue recompensa en aquellas tierras”. En 1.578, el Gobernador Rodrigo de Quiroga escribe al Rey para decirle por qué no había cumplido lo ordenado en 1.573. Marina fallece de edad avanzada sin haberle sido reconocidos los servicios que su esposo prestó a la corona.
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