¿Nos hemos preguntado alguna vez, por qué teniendo tanto amor para brindar entre nosotros, nos odiamos a veces tanto?
Sí, comprendo, más de un lector a esta altura, ya habrá reaccionado atacándome por semejante exabrupto, trayendo en forma inconciente, aquí y ahora, un claro ejemplo de lo que intento decir.
Sí, toda pequeña reacción como ésta, aunque la guardemos muy dentro de nosotros, no hace más que minar nuestros espíritus. Y lo más triste es, que lo hace sin obtener ningún resultado. Es lógico que si este impulsivo sentimiento que nos arrebata de un plumazo nuestra calma y paz espiritual se presenta, deberemos dejarnos sentirlo y en lo posible, expresarlo, puesto que si queda dentro se multiplicará y el daño que nos provocaremos a nosotros mismos será mayor. Y quien se daña a sí mismo no puede hacer otra cosa que dañar a los demás.
Lo que intento explicar imaginando la posible reacción de algún que otro lector, es mostrar de que manera algo tan pequeño e inofensivo como un pequeño copo de nieve del tamaño de una uva, pudiera deslizarse rodando sin detenerse, acumulando más y más cantidad de nieve (odio o enojo) de la que no se ha podido liberar, para finalmente verse convertido en una inmensa y peligrosa mole que arrasará a quien se ponga en su camino.
Si en el preciso momento en que concientizamos la aparición de este pequeño e inofensivo copo, nos ocupamos de disolverlo, estaremos evitando crear este monstruo que nunca resolverá ningún problema, pero sí amenazará con destruirnos (de alguna manera) y dañar a los demás.
Seamos pacientes, mostremos tolerancia con el prójimo, intentemos lentamente ir comprendiendo que cada persona se reserva el derecho a pensar y a hacer de acuerdo a sus propios criterios, al igual que nosotros mismos. Finalmente, lograremos comprender con naturalidad que existen más de siete mil millones de cabezas pensando de diferente manera a la nuestra. Y a todos nos asiste el mismo derecho a acertar como a equivocarnos.
El zorro de nuestra fotografía decide jugar saltando al rango con las ovejas en vez de comérselas. Esto es humor a través del ridículo. Nosotros, los humanos, no hagamos el ridículo a través del odio. Porque pueda ser que esto, nos quite el humor para siempre.
Feliz lectura, feliz vida!
Imagen: @De Pumar59
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