Va a ser difícil para los jóvenes de la era nucleo-electrónico-espacial imaginarse un carro mordiendo caminos, gastando llantas haciendo roderas y lenguas, tirado por una reata de mulas. ¿Sabrán lo que es una mula? Aparte de hija de yegua y burro, o viceversa, una mula es un lustroso animal, reconocible por la marca de esquilo sobre las ancas y por los dedos sobre la marca, del que ya no se acuerdan ni los ecólogos. Un poderoso animal acabado, muerto a ruedas de tractor porque no le gusta el petróleo, que dejó sin trabajo al mulero y se le dio al mecánico. Y como estos jóvenes no han visto ninguna mula en acción, no saben lo que quiere decir ni ¡arre!... ni ¡sooo!...
Imaginaos, mozos, que hubiera que traer vino de tierras de Zamora, o aceite de la de Jaén, y llevar legumbre de la Vega o paños de Astudillo. El sol, el mismo; la misma tierra, tierra, hecha camino. Polvo; ruedas y mulas se encargan de mandarle al viento para que el mulero guste arcilla y sude tierra. Y así días y días. Posadas en la noche para un respiro y sopanvino con torreznos en la oscuridad rota por las torcidas que queman sebo. Alboradas hermosas y frescas para espantar perezas y seguir camino mientras se borran las estrellas. La Rumbosa y la Pinta mandan; el mulero grita para que obedezcan. ¡Acarrea, majito! si tus mulas merecen de plata las herraduras, tú vales oro, mulero.
Imagen extraída del libro:
La vida de César González
Froilán de Lózar
Historias de la Montaña Palentina
Editorial Aruz, 2010
Felipe Calvo, humanista palentino.
Ensayos y escritos en "Curiosón".
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