Salmo, 109
Horas en que la lluvia sana
la herida inextinguible.
Ellos te engendran,
libándome como rocío diverso
entre sombras que vuelven al jardín,
que sueñan jardín antes de irse.
La redención cuida sus vientos de orfandad
y todavía escuchas el rumor
escondido de la tierra.
Quédate, luciente.
¿Y cuántas veces supimos restañar
el ojo en la tormenta
hasta exhumar las jerarquías,
los ritos, los linajes perplejos?
El cardo se desmembra
aun sin verlo.
Prestidigitador.
Sucede siempre en la aurora.
©Manuel Lozano
Victoria, Abadía del Niño Dios, 15-18/VI/2001
* Prohibida la reproducción sin autorización previa del autor. Derechos reservados.
@Revista Pernía, nueva época, Octubre 2015. Edita y Dirige, Froilán de Lózar
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Mansión Artaud | Melquisedec | Sopla el desterrado | Dudante o el jardín
Jam session | Canta, lastimada mía | Orígenes de Alejandría | Tatuaje en fuga de los cuerpos
Cuando a la deriva | Tres elementos del mundo | Pálido cerco de la sombra
Canción de cuna en la superficie de los cuerpos | Juan José Aurreola | De los varios modelos de un frío inicial | La transfiguración de Lovecraft

Cuaderno de Manuel Lozano en nuestra revista Pernía
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