Carta en primavera a mi amiga Carmen Quintanilla
Hoy he vuelto a pasear por la Isla dos Aguas, este lugar palentino está más hermoso que nunca.

El agua que cayó en tromba, hace ya un tiempo, llevándose por delante vidas y haciendas, sembró de tristeza a los habitantes de nuestra España. Sin embargo, nos dejó una primavera limpia, alta y brillante, querida amiga, limpia como tu corazón y alta como tu hermosa palabra, ese don divino que nos distingue de los animales si la usamos con respeto y la cuidamos para que no sirva como motivo de discusión y enfado o, lo que es peor, de crítica destructiva.
Todo esto lo sabes Carmen “la mi amiga”. ¿Recuerdas? Eran mis primeras palabras cuando descolgabas el teléfono y, sí, te reías con ganas porque eso, precisamente, era lo que yo buscaba: Pasar unos breves minutos en la tarea de compartir cosas insignificantes del día a día. Poca cosa pero que, a veces, cuando la melancolía, nos rondaba: tú eres mucho de Rosalía y su saudade y yo, tampoco, lo reconozco, me quedo muy atrás.
Hoy, te cuento, que la tarde está espléndida, que el agua del Carrión, que nace en la Laguna de Fuentes Carrionas, en su loca carrera de suicidio premeditado para fundir sus aguas, en Dueñas, con el Pisuerga, baja más contento que unas pascuas y su canción anima a los pajarillos de San Antonio que hacen coro y cada uno con sus trinos trata y, casi lo consigue, de obligar al río a ser más comedido y menos alborotador pues ellos, dueños de la Isla, llegaron antes y tienen derecho a voz y voto y no porque el río Carrión baje luciendo brío y palmito se van a callar. Estoy segura de que si esta tarde me hubieras acompañado me habrías dado la razón.
Quiero Carmen, que te animes porque tu voz permanece dentro de ti y debes lanzarla al aire. Piensa, escribe un poema, anímanos con tu palabra llena de ternura y lucha para que, este momento presente y que pronto pasará, no nos quite tu palabra. Sonríe. Y hazme caso. Te quiere, Carmen Arroyo.
Hoy, te cuento, que la tarde está espléndida, que el agua del Carrión, que nace en la Laguna de Fuentes Carrionas, en su loca carrera de suicidio premeditado para fundir sus aguas, en Dueñas, con el Pisuerga, baja más contento que unas pascuas y su canción anima a los pajarillos de San Antonio que hacen coro y cada uno con sus trinos trata y, casi lo consigue, de obligar al río a ser más comedido y menos alborotador pues ellos, dueños de la Isla, llegaron antes y tienen derecho a voz y voto y no porque el río Carrión baje luciendo brío y palmito se van a callar. Estoy segura de que si esta tarde me hubieras acompañado me habrías dado la razón.
Quiero Carmen, que te animes porque tu voz permanece dentro de ti y debes lanzarla al aire. Piensa, escribe un poema, anímanos con tu palabra llena de ternura y lucha para que, este momento presente y que pronto pasará, no nos quite tu palabra. Sonríe. Y hazme caso. Te quiere, Carmen Arroyo.
Actualización May2025 | 222👀
Sentir de la palabra