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Las leyendas de Guardo
Guardo conserva alguna de sus leyendas centenarias, cuyos orígenes se pierden en los tiempos.
El himno de Guardo
💬 El 14 de junio de 1947, se celebró en el cine Corcos una velada cultural, como festejo principal de las fiestas patronales de San Antonio. El Orfeón de Guardo ofreció un recital con un éxito sin precedentes. En la segunda parte del concierto de canciones castellano-leonesas, estrenaron el Himno a Guardo, obra de Esteban de Cegoñal, capuchino (música) y de Sebastián María Virgen (letra).
💬 Esta obra musical hablaba del Cristo del Amparo y de la Virgen del Carmen principalmente. Tiene una parte para ser cantada por un coro popular, otra por un coro de niños, otra parte musical para la Banda de Música y finaliza con un estribillo para ser entonado por todo el pueblo. Este himno no tuvo mucha aceptación posterior, porque pronto fue olvidado.
SIGLO XX: GUARDO TRAS LA GUERRA CIVIL
El 12 de julio de 1956, el Ayuntamiento acordó sacar a concurso el Himno a Guardo. Establecieron un premio de 1000 pesetas para aquella composición que resultase galardonada y sería declarada oficial. El himno elegido fue el compuesto, tanto la letra como la música, por el guardense Sindimio Allende. La obra tiene tres estribillos y cuatro estrofas. Tampoco tuvo mucho éxito y aceptación.
En plano auge musical de Guardo, con su Coral Mixta y su Banda Municipal de Música en plena actividad y con un compositor de reconocida fama y prestigio internacional, como Claudio Prieto, el Ayuntamiento se planteó encargarle la creación de un himno. La letra fue obra del guardense Javier Castrillo Salvador. El estreno ha sido uno de los acontecimientos culturales de mayor esplendor vivido en esta villa. Tuvo lugar el 30 de diciembre de 2001 en la iglesia de Santa Bárbara, que se quedó pequeña para tanto público como acudió. Para su interpretación se contrató la mejor orquesta sinfónica posible, como fue la Clásica Estatal de Moscú, dirigida por el prestigioso director español Ramón Torrelledó. Junto a los profesores rusos estuvieron las corales de Guardo y la Vaccea de Palencia. Actuó de solista la soprano Zinaida Karandakova y su recitador fue el propio autor de la letra, Javier Castrillo. Fue el estreno absoluto del himno de Guardo, una gran composición musico vocal. La letra tiene dos partes, una recitada y otra cantada. Dice así:
Guardo, el orgullo vibra en mi garganta
cuando entono este himno en tu memoria.
Es mi alma y no mi boca quien te canta,
Guardo, en tu honor y por tu gloria.
Entrada del puerto, Boca de los arduo...
Al darte nombre hicieron poesía
los romanos. Bucardum, Boardo, Guardo...
tu semblante es un poema todavía.
Guardo, donde se rinde la llanura,
donde Palencia inicia su montura,
donde la vega encuentra la espesura...
Tu paisaje resume toda España.
Asentado en un cruce de caminos
hiciste de mil sangres sangre propia;
de ser paso llegaste a ser destino,
empezando a escribir tu ilustre historia.
Naciste agricultor y ganadero,
creciendo en los oficios artesanos
te convertiste en patria de mineros...
Buenas gentes que viven de sus manos.
La industria en tu solar encontró un hueco,
el progreso hizo acto de presencia;
quien escuchó tu voz retuvo el eco:
noble villa del norte de Palencia.
Un castillo campea el noble escudo
recordando tu raza combativa;
porque con Guarda nadie jamás pudo:
ha sido siempre el dueño de su vida.
¿Cómo no voy a quererte, Guardo mío,
si de tus fuentes bebo cada día,
si me baño en las aguas de tu río,
si eres mi pan, mi casa y mi valía?
Cuando no esté, da igual, porque tú quedas
custodiando el futuro de los hijos,
Guardo, mi paz, mi aroma, mi cobijo...
No sabe cuánto gana quien te hereda.
¡Que siga el roble encima de tus montes
y el Carrión verdeciendo tu ribera;
el sol enrojeciendo su horizonte
y tu estampa saltando las fronteras!
Sobrado de abolengo y señorío,
al amparo de la naturaleza,
vive Guardo su propio desafío
mientras labora, crece, canta y reza.
Actualización Agosto2025 | 773👀
Los niños de la Revolución
Como he apuntado antes, la situación de los hijos de los mineros revolucionarios de Guardo, Velilla, Santibáñez y Barruelo fue angustiosa. Muchas madres carecían de dinero para alimentar a una prole abundante. Los vecinos y familiares acogieron como pudieron a estas pobres criaturas. Tan desesperada era la situación que tuvieron que intervenir las autoridades provinciales. El diputado a Cortes, don Abilio Calderón, tomó cartas en el asunto y, como hemos visto antes, pidió ayuda al ministro de trabajo. Estos niños fueron las verdaderas víctimas de la Revolución del 34.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
91 niños quedaron desamparados totalmente, según la lista que elaboró el Ayuntamiento. El día 25 de octubre fueron recogidos por las autoridades provinciales, que subieron hasta Guardo acompañados de periodistas para dar solemnidad y propaganda a este hecho. De ese casi centenar de niños, solamente 38 tuvieron la suerte de bajar a Palencia para ingresar en el centro de la beneficencia pública, regentado por monjas y subvencionado por la Diputación. La lista de esos 38 guardenses es sobrecogedora. Había un niño de 14 años, tres de 13, nueve de 12, ocho de 10, tres de 8, cinco de 7, dos de 6, cuatro de 5, dos de 4 y uno de 3. Primero estuvieron en Palencia. Después fueron trasladados a Lebanza, a la Abadía propiedad del obispado. ¿Por qué solamente recibieron esta ayuda 38 de los 91? Como la cantidad era muy elevada, no había sitio para todos. Por eso, se optó por dejar a los más pequeños con sus madres. Se prometió que esas madres recibirían ayuda para mantenerlos.
Como había problemas para alojar una cifra tan alta, los Hermanos de San Juan de Dios de Palencia cedieron el edificio del antiguo manicomio para ubicar allí a los niños desamparados de Barruelo, Guardo y Velilla. El inmueble no debía estar en muy buenas condiciones, pues tuvo que ser inspeccionado por el maestro de obras de la Diputación, para que indicara qué obras era más urgente realizar, para adaptarlo a la recogida de los niños. A primeros de noviembre todavía no se habían instalado allí. Entonces, estaban recogidos 40 niños de Santibáñez, 26 de Velilla y 37 de Guardo. Uno de los niños guardenses había muerto. El obispo de Palencia escribió al presidente de la Diputación para ofrecerle la Abadía. Los menores fueron repartidos entre éste y otros locales.
Los desdichados niños no tuvieron tanta suerte en manos de la beneficencia pública. Sufrieron algunas vejaciones, calamidades y, especialmente, carencia de alimentos básicos. Les tenían con el pelo rapado y con una bata de rayas que les hacía parecer diminutos presidiarios. Tanto fue así que aparecieron denuncias en la prensa de otras localidades, como en los periódicos "Crónica" y "El Cantábrico". Ante estas denuncias, los responsables de su cuidado publicaron una carta firmada por tres de esos niños, llamados Luis, Faustino y Agustín. En ella decían que estaban muy bien y que no sufrían malos tratos. La carta terminaba dando las gracias a la Diputación y a las monjas que los habían recogido. Fue una carta lastimosa que daba la impresión de estar forzada y redactada por personas mayores. El 8 de enero del año siguiente, los niños fueron devueltos a sus casas, después de pasar dos meses alejados de sus padres. ¿Se había resuelto la situación de sus familias? Ni mucho menos. El presidente de la Diputación, don Luis Nájera, dijo que no podía mantener a los niños más tiempo, ya que carecían de recursos para su manutención. Aseguró que enviarían alimentos al Ayuntamiento de Guardo para socorrerles. Caso curioso, ¿tenían o no tenían fondos para mantenerlos? (74)
Situación crítica
La situación política en España se iba deteriorando a marchas forzadas. Y Guardo no era una excepción. En 1934, el depositario del Ayuntamiento, que llevaba en el puesto diez años, fue separado del cargo y expedientado. Recurrió y el Ayuntamiento tuvo que readmitirle por disposición del Gobierno de la II República, pero el tiempo que estuvo separado no se le abonó el sueldo, lo que causó malestar en la administración local.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
El tres de junio de ese año presentaron la dimisión tres concejales: Francisco del Blanco Luis, Vicente Gutiérrez Treceño y Bonifacio Gutiérrez Peláez. Las voces que se dieron en aquel pleno se oyeron en toda la calle Mayor. Los dimisionarios decían que se iban y que no aguantaban más. El alcalde, José Rueda Santos, argumentó que no eran razones para dimitir y que así paralizaban el Ayuntamiento. El presidente del Concejo había intentado por todos los medios que todos los concejales asistieran a los plenos, incluso multando a los que no justificaban las ausencias. Los multados respondieron con la dimisión. Los dos primeros argumentaron mala administración del Ayuntamiento, alteraciones del orden público y que el alcalde había prometido arreglar la Casa del Concejo y no lo había hecho. El alcalde pidió que aclarasen aquellas acusaciones.
El comunista libertario Bonifacio Gutiérrez, alegó padecer un defecto físico que le impedía oír bien lo que se trataba en los plenos. Había tenido un accidente de trabajo y se había quedado sordo. A los dos primeros se les admitió la dimisión hasta que dictaminara el Gobierno Civil, aunque José Rueda consideraba inadmisibles las causas que alegaron. En cuanto al tercero, le pidieron un certificado médico que demostrara su defecto físico. Días después comunicaron a los tres concejales dimisionarios que no aceptaban la renuncia y que tenían que volver a los plenos. Esto se consiguió a duras penas. Agustín Blanco siguió ausentándose. Lo mismo ocurrió con Vicente Gutiérrez Treceño. En cuanto a Bonifacio, terminó amargado y hastiado de la política, en la que se había volcado en cuerpo y alma en defensa de los obreros. Más tarde recibiría el apodo de "el sordillo", por su acusada sordera, que le llevaría a una muerte trágica, atropellado por un tren.
El enfrentamiento con la Agrupación de Ganaderos de Guardo tomó dimensiones gigantescas. El problema venia desde hacía dos años. ¿Causa? Los pastos. Como el pago de licencias por pastar en Corcos y Valdecastro siempre se demoraba más de la cuenta, decidieron acabar con el antiguo sistema, recurriendo a la subasta de los mismos. Incluso sacaron a subasta los prados comunales que tenían con Mantinos, Velilla y Villalba. El Ayuntamiento propuso también acabar con esa mancomunidad de pastos y pedir a los pueblos vecinos que dieran a Guardo la parte que le correspondía. Las subastas se llevaron a cabo, menos las del monte Valdecastro, que quedó en suspenso, por lo que no pudieron pastar allí. Las protestas fueron generales y enérgicas por parte de los ganaderos. El enfrentamiento fue duro. Acabó en el Juzgado de Primera Instancia de Cervera. El 11 de julio de 1933, la justicia falló favorablemente para los ganaderos guardenses.
Había tres ganaderos, de los que componían la Agrupación de Guardo, que estaban de parte del alcalde José Rueda. A esos tres, los demás les negaron los toros sementales, como represalia por no estar con ellos. El Ayuntamiento en compensación les subvencionó con 150 pesetas para el fomento de la cabaña ganadera. Las disputas continuaron. El Ayuntamiento se hizo el sordo y no ejecutó la sentencia. El concejal Francisco del Blanco, que actuaba en los plenos como representante de los ganaderos, pidió que se cumpliera lo dictaminado por los jueces y se dejara pastar en Valdecastro. Incluso presentó varios escritos en este sentido. El Ayuntamiento dilató todo lo que pudo el cumplimiento de la sentencia, porque ya no podía recurrir y se ejecutaría finalmente el 31 de marzo de 1935, cuando la Corporación presidida por José Rueda había sido disuelta y Guardo estaba regido por una gestora municipal provisional.
A mediados de julio de 1934, el alcalde José Rueda dio un bando, en el que pedía a todos los guardenses que colaborasen en los proyectos de urbanización del pueblo. Entonces no había ni una sola calle pavimentada, se pudrían las basuras en la vía pública y las condiciones de salubridad e higiene brillaban por su ausencia. El alcalde decía que si se urbanizaban las calles el pueblo daría un gran paso hacia el progreso. Había pedido un crédito extraordinario para conseguir esas pavimentaciones, que esperaba llevar a cabo sin tener que aumentar los tributos al vecindario. Este bando fue muy bien recibido por el pueblo y le llovieron los elogios Además, con esta obra lograría dar trabajo a numerosos vecinos que estaban en paro.
El día de San Froilán estalló la revolución de octubre de 1934. Entonces, se levantaron en armas contra la II República las cuencas mineras de Asturias, León, Barruelo, Santibáñez, Velilla, Villaverde y Guardo. La intervención del ejército acabaría en dos días con los rebeldes y restablecería la normalidad, a excepción de Asturias. La II República, aparte de la quema de iglesias y conventos, se enfrentó con muchas tradiciones y costumbres como la autorización de los matrimonios, entierros civiles y divorcios, lo que hizo que se soliviantarán más los ánimos. (61)
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(61) El Diario Palentino, 19 de julio de 1934. Y AMG: actas del Ayuntamiento de octubre y noviembre de 1934.
El fielato, arbitrios y consumos
El fielato, consumos, arbitrios o como se les quiera llamar, eran unos impuestos que se cobraban en una caseta colocada a la entrada de las poblaciones para tasar el consumo de determinados alimentos controlados por el gobierno. Se pagaba por las mercancías que entraban en un pueblo para su venta.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVILEl 1752 el Concejo de Guardo controlaba un arbitrio de cuatro reales por cada cántaro de vino que se vendía en su taberna. Los gobernantes locales adjudicaban su explotación a una persona de confianza. Además, había que dar a la iglesia tres azumbres por cada 30 cántaros vendidos, según el impuesto religioso de los diezmos. El impuesto de arbitrio sobre el vino y la explotación de la taberna del Concejo daba al año unos beneficios de 5.670 reales en el siglo XVIII.
La venta de tabacos siempre fue controlada por el Estado. Su venta en exclusiva se adjudicaba a una persona determinada, llamada Administrador de tabacos, que solía ser alguien influyente nombrado por el rey. En 1816 el administrador de tabacos en Guardo fue el vasco don Francisco María de Astigarraga.
Este control de los alimentos básicos no era bien visto por los habitantes de los pueblos. En octubre de 1893 hubo en Guardo una gran protesta, con manifestación incluída. Los vecinos protestaron por las calles y llegaron hasta la Casa del Concejo. Allí elevaron su disconformidad con el concesionario de consumos nombrado por la Delegación de Hacienda. No fue necesario que interviniera la Guardia Civil.
La caseta de consumos estaba situada en la entrada de Guardo, en la Puerta Grande, justo en el cruce de la carretera a Saldaña y el camino de la Estación. Desde ella se controlaba toda mercancía que entraba en Guardo. Al encargado le adjudicaban el fielato en subasta pública. Se solía pagar bastante dinero, lo cual quiere decir que controlar este impuesto era rentable. En los primeros años del siglo XX los alimentos intervenidos fueron aceite, tabaco, vino, cerveza, chacolí, jabón, alcoholes, aguardientes, granos, pescado del río y mar escabechados, carbón vegetal y de cok, conservas, frutas, hortalizas, verduras y sal común. Por lo tanto, la venta de esos productos no era libre. En 1900, Guardo ya contaba con un matadero público. También se controlaba la venta de carnes. A primeros de siglo, las carnes de vacuno encarecieron de tan manera que el Estado recomendó a la población comer carne de caballo, lo que nunca se había hecho en España pero sí en otros países. A la población le costó mucho pero no hubo otro remedio, pues la carne de vaca tenía precios prohibitivos.
En 1914, el encargado de consumos entregó la liquidación de esa año: 20,889 pesetas de ingresos y 16,742 de gastos. La diferencia era el beneficio que el Concejo tenía que enviar al gobierno. El Ayuntamiento era un simple recaudador de ese impuesto. Pero no siempre las cuentas se presentaban puntualmente. Ese año de 1914, el Ayuntamiento de Guardo tenía que pagar 5326 pesetas del año anterior. El gobernador de Palencia instó a la Corporación municipal para que abonara esa cantidad, pero la tesorería municipal estaba sin un duro. Al Ayuntamiento le debían los vecinos morosos 12.663 pesetas de impuestos. El mismo cobrador de consumos, José Hoya Aguirre, huyo con 3.419 pesetas, siendo después procesado por estafa y reclamado por los tribunales. Entonces, el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo del control de consumos y abrir nuevos libros de control. Ocho meses después, ante la imposibilidad de llevar este servicio, optó por adjudicárselo a Santiago Merino Blanco por 9.005 pesetas.
En 1934, el pleno municipal acordó que el control y cobro de impustos sobre vinos, bebidas espirituosas, alcoholes y carnes fuera realizado por el propio Ayuntamiento. Para realizar esta labor nombraron a empleado municipal José Villarroel Alvarez, abonándole la gratificación de 150 pesetas, más el tres por ciento de la cobranza que realizara. Dos años más tarde, en febrero, varios vecinos denunciaron a este empleado municipal, alegando que era incompatible su cargo de empleado de consumos con el de Guardia Civil retirado. El Ayuntamiento no tuvo más remedio que cesarlo.
En 1940, se desplazó la caseta de consumos al construir un edificio de viviendas en aquel lugar. La colocaron en la parte contraria de la Puerta Grande, es decir, frente a donde había estado. Esta nueva caseta de madera una noche se la llevó un fuerte viento. Fue muy popular como encargado del fielato el tío Pancho, siempre con su cachaba de hierro y su gran y espesa barba. Tenía fama de predecir el tiempo, especialmente las tormentas y temporales.
Los años siguientes a la Guerra Civil, practicamente todos los alimentos estuvieron intervenidos o racionados debido a su escasez. La gente tenía que acudir a comprar con las famosas cartillas del racionamiento, pues sólo daban cierta cantidad por familia o persona. Estas restracciones hicieron mella en la población. La mayoría de las familias pasaron verdadera hambre. Por fin, el 1 de abril de 1952 se acabó con el racionamiento del pan y el aceite, los últimos alimentos confiscados, con lo que desaparecieron las citadas cartillas. (35)
Imagen: Fielato de Camasobres, por José Luis Estalayo.
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(35) AHPP: Censo del Marqúes de la Ensenada, 1752. AMG: actas de las sesiones del Ayuntamiento, 1910-1945. Y testimonios de diversos guardenses.
Actualización Agosto2025 |💥+1315👀
Guardo, sus gentes y su historia
Un ferrocarril de Palencia a Guardo
En vista del éxito del ferrocarril de vía estrecha La Robla-Bilbao, surgió la necesidad de otro camino de hierro. Este contaría en una primera fase con un trazado entre Palencia-Guardo, para después continuar por Riaño hasta Asturias. Los primeros pasos se dieron en 1901.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
La Sociedad de Amigos del País de Palencia fue la que movió los primeros hilos. Contactó con el Ayuntamiento de Guardo para realizar el estudio previo. El Ayuntamiento, presidido por don Emeterio González, acordó destinar 500 pesetas para pagar esos estudios iniciales y comisionó al secretario don Heraclio Macho, para que asistiera en Palencia a las reuniones sobre este ferrocarril y representara a la Corporación municipal ante la Sociedad de Amigos del País. Guardo entero saltaba de entusiasmo con esta iniciativa. Las autoridades guardenses estaban dispuestas a poner de su parte lo humanamente posible. El Ayuntamiento ofreció toda la piedra y madera necesarias para las vías que surcaran su término. Este tren no se podía perder, era vital para todo el Alto del Carrión.
En 1914 pusieron dos telegramas desde la estación de ferrocarril de Guardo. Uno, para felicitar al director general de Obras Públicas por haber anunciado la subasta de las obras del tren Palencia-Guardo. El otro, en el mismo sentido, al alcalde de Palencia. Sin embargo, los años pasaron y la subasta no se llevó a cabo (28).
En 1927, el Gobierno aprobó un Real Decreto para subvencionar la construcción tan esperada. Dos años más tarde, los pueblos por donde pasaba este ferrocarril crearon una mancomunidad: Palencia, Villoldo, Carrión, Saldaña y Guardo. Las empresas guardenses Antracitas de Velilla y Sociedad minera San Luis, que se jugaban mucho en ese tren, aportaron medio millón de pesetas a proyecto. -todo el mundo creyó que el ferrocarril era ya una realidad. Al fin, el proyecto se redactó en 1929. Daba la sensación de que pronto comenzarían las obras, pero por desgracia, estalló la crisis mundial, con la caída y ruina de la bolsa. Todos los proyectos murieron en el olvido.
Este ferrocarril hubiera sido el salto definitivo para acabar con la falta de comunicación de nuestra comarca con la capital. A pesar de las buenas intenciones de los políticos de entonces, la mala situación económica, junto con la inestabilidad de los gobiernos españoles, hizo que todo terminase en fracaso. El proyecto cifraba el coste de esta línea de vía estrecha en 14 millones de pesetas y Palencia no tenía o no quería aportar esa cantidad.
En 1930 el proyecto quedó definitivamente anulado por falta de medios económicos. Una pena, ya que ese ferrocarril habría supuesto el despegue que Guardo esperaba (29).
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(28) El Diario Palentino, varios artículos de 1900 a 1935
(29) AMG Libro de actas del Ayuntamiento, 1900-1936.
Actualización Agosto2025 |💥💥💥+2640👀
Guardo, sus gentes y su historia
La alfarería en Guardo
La alfarería es una actividad artesanal milenaria que en Guardo tuvo mucho arraigo y gran importancia económica en los siglos pasados. ¿por qué tantos alfareros en Guardo? Porque hay arcilla de calidad. En el páramo del Cristo del Amparo, el paraje denominado Las Barreras, suministró la materia prima para la fabricación de utensilios domésticos. Muchas familias vivieron de esa actividad.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
La mayoría sólo se dedicaba a estos menesteres durante los cuatro meses invernales, mientras se paralizaban las actividades agrícolas y pastoriles. En las ferias y mercados de Guardo y la comarca siempre estaban presentes los cacharros de barro, especialmente la jarra de trampa, que era el objeto más curioso.
En 1772 ya aparecen noticias escritas de la alfarería guardense. Según los Archivos Parroquiales, este año había en Guardo doce vecinos que se dedicaban al modelado de la arcilla para la obtención de escudillas, pucheros, cántaros, botillos, jarras, tazas y ollas. Normalmente, no todos tenían horno propio, sino que varios alfareros tenían uno en común.
En 1826, Guardo contaba con 22 alfares. Y en 1850, habían subido a 50. Ya en el siglo XX, en 1940, recién terminada la Guerra Civil, solamente quedaban tres familias que poseían alfar. Al año siguiente, en una de las visitas que el gobernador de Palencia, señor Sentís Simeón, hizo a esta villa en octubre, visitó la antiquísima industria alfarera.
En el barrio La Fuente existió una calle donde se agruparon los alfareros. Siempre fue conocida con el nombre de Las Ollas, hoy denominada Los Alfareros. Por cuestiones gremiales se juntaban los de una misma profesión en una misma calle, para ayudarse mutuamente y así defender mejor sus derechos, usando maquinarias y utensilios comunes, en este caso, los hornos árabes y a arcilla. En los años veinte fueron muy conocidos los alfareros Valentín, Romualdo, Félix, la Señora Redonda y Casiano.
La llegada de la industria metálica a los útiles de cocina fue orillando paulatinamente los cacharros de barro. En los años 70 solamente quedaban uno o dos alfareros, que trabajaban en ratos libres manteniendo la actividad que aprendieron y heredaron de sus padres y abuelos. En 1977, el Centro de Iniciativas Turísticas creó, en la calle de Valdecastro, una escuela de alfarería de escasa vida (funcionó dos años), pero suficiente para que jóvenes del pueblo aprendieran este arte y se dedicaran después en cuerpo y alma a su elaboración.
Actualización Agosto2025 | 💥1011👀
Guardo, sus gentes y su historia
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