Ahora que estamos en tiempo de recolección de la cosecha en nuestros campos, que ya comienzan a verse por nuestras carreteras esas grandes máquinas que todos conocemos como cosechadoras –cual signo de modernidad-, me viene a la memoria la primera vez que llegó una cosechadora a Velillas del Duque, mi pueblo. Fue todo un espectáculo para todos nosotros en aquellos años.
Así que, rápidos y veloces –a la carrera en esencia-, los chavales nos dirigimos como una exhalación hasta la tierra donde se encontraba esta gran máquina. Y tras acercarnos, la impresión que recibimos de pronto en aquellos años fue de impacto total; acostumbrados como estábamos a la forma tradicional de recoger la cosecha y a los diferentes tipos de máquinas o útiles de trabajo que intervenían en el proceso: máquina segadora tirada por mulas, carro para acarrear la mies a la era tirado por los mismos animales, trillo enganchado también a las mismas mulas para moler la mies y separar el trigo de las espigas –aunque había ya alguna máquina, llamada trilladora, que este proceso lo hacía ella sola-. Y máquina beldadora, luego, para separar el grano de la paja y sacar el grano limpio para su recogida en sacos cara a su entrega en el silo de Saldaña. Encontrarnos de pronto con aquella gran máquina que realizaba todo ese largo proceso anterior, que duraba meses, de una sola “tacada” y en apenas unos pocos días, recogiéndose el grano ya limpio en el remolque de un tractor que la acompañaba, fue un impacto tan grande que no parábamos de hablar de ella en casa y en las charlas de amigos. Nos parecía increíble el invento, y así había que ponerlo en común entre nosotros y en nuestras casas, con comentarios alusivos a la modernidad que recién acabábamos de descubrir en nuestro pueblo y en nuestros campos de labor. Y a continuación nos surgía la gran pregunta: ¿Cuál sería el precio en pesetas de aquel extraordinario invento?. ¿Podrían todos los agricultores hacerse con una máquina así?, o ¿tendrían que adquirirla entre varios de ellos?.
Todo un mar de dudas se nos presentaba frente a nosotros en aquellos momentos…; y que luego, el paso del tiempo iría solucionando poco a poco.
7 comentarios:
La cosechadora, en efecto supuso una revolución en la labranza por hacer todas aquellas labores para las que se necesitaban animales, otros medios y muchas horas, y no me extraña que fuera una atracción en los pueblos, acostumbrados a las tareas agrícolas antiguas, que Javier explica con detalle, un invento que no tenía precio. Estupendo que recuerdes la primera cosechadora de tu pueblo.
El impacto de aquel cambio en loos niños y los no tan niños tuvo que ser mayúsculo, desde luego. Yo he visto trillar el trigal con el burro tirando del trillo, después vino la trilladora como bien apuntas y al cabo de mucho, la cosechadora. El tamaño de las de hoy en día ya es gigantesco y además se programan para que trillen en columnas de 6 o más ¡y sin más que una persona que las controla a todas!.
Me ha encantado el recuerdo que transmites en este artículo.
Felicitaciones.
Como muy bien nos explica J. Javier Terán en su brillante comentario, para los que hemos nacido y pasado nuestra niñez en estos pequeños pueblos de nuestra provincia, todos estos artilugios que empezamos a ver en los años 50 y 60 nos impactaron, y más en la parte norte porque los animales de tiro eran vacas, no mulas que son más rápidas. Fue un cambio brutal, en mi pueblo Villabellaco, aún no había carretera, agua en las casas, luz eléctrica en fin... Hemos pasado del candil al milagroso móvil. Creo que hemos tenido más avance tecnológico en nuestra generación que en el resto de todas generaciones pasadas. Bien día.
Hoy Curiosón nos da los buenos días con los albores de la introducción de la técnica y las grandes máquinas en la agricultura. Termina con una pregunta importante, una para todos o cada uno con la suya. La respuesta vino con las ayudas para adquirirlas, la soberbia de poseer la mejor, tener que devolver el préstamo, y la ruina para más de uno.
Aunque por el tema abordado, llegamos un poco tarde por razones de programación, ya ves, Javier, que te estaban esperando. Nos llevas a momentos de nuestra niñez que parecían dormidos en nuestros recuerdos. Buena semana a todos.
Tengo el honor de tener en mi casa el tractor más antiguo de mi pueblo, un Fordson Major Diesel que mis hermanos cuidan con mimo cual si se tratara de una joya, y es que lo es, después de tantos años. Mi padre era agricultor y por entonces se formaban "grupos" agrícolas de agricultores que tenían cosechadora, tractor, remolque y limpiadora, eran los 70, ya casi no sé trillana con trillo, me pilló un poco tarde, pero recuerdo haber oido hablar de todo el esfuerzo que suponía dedicar todo el verano a segar, qué tiempos aquellos y cuánto trabajo y esfuerzo ha quitado la moderna tecnología. Hoy día mis hermanos tienen un ordenador andante por tractor, una maravilla de la tecnología y la informática, lo mismo pasa con los sistemas de riego, claro que, los precios son elevados, pero es imprescindible tenerlo si quieres tener una agricultura adecuada a los tiempos.
Estoy encantado de leer vuestros comentarios al respecto (Alfonso, Marcos, Herminio, Antonio, Froilán y FGC), sobre mi último relato en el Blog, donde abordo los pormenores de la sorpresa que supuso para mi pueblo en aquel entonces la llegada de la primera cosechadora al mismo para recoger la cosecha de aquel año.
Y, en efecto, fue una revolución en toda regla la visión de aquel artilugio tan extraordinario, que realizaba todas las labores de la recolección habidas hasta el momento a lo largo de dos penosos meses –julio y agosto- en un solo acto, tras engullir el cereal de la tierra y expulsar a continuación el grano, limpio de polvo y paja, y listo para su entrega en el silo de Saldaña.
Aquel era un gran invento que venía a revolucionar las labores agrícolas, que sin duda nos impactó a todos en aquel entonces. Saludos.
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