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Herminio Revilla, el imaginero (III)

Herminio Revilla

El imaginero forjado a sí mismo


En varios capítulos, dedicados al artista palentino Herminio Revilla, pretendo dar a conocer la vida y valores de este creador, un anticipo de lo que con el tiempo será un libro dedicado a este genial imaginero, hombre sencillo que goza de una actividad creativa con visión pedagógica.

Herminio Revilla

||||||💨CAPÍTULO III:
Colegio de los Maristas de Barruelo.
Fábrica de galletas Fontaneda.


"

Lo pasaba mal cuando volvía del Colegio de Artes y Oficios
de Barruelo, al tener que venir de noche por un camino
y recorrer los tres kilómetros entre bosques de robles
y praderas con una linterna, y tenía miedo.


Colegio Maristas y Escuela de Artes y Oficios.-

Herminio ayudaba a su padre en las labores agrícolas y ganaderas, y estudió hasta los 14 años en el colegio de los Maristas de Barruelo de Santullán. Su interés e ilusión por aprender un oficio, fue a base de sacrificio. Al salir de clase de los Maristas, completaba sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios en horario nocturno. Recuerda Revilla que a la vuelta de Barruelo a Villabellaco “lo pasaba mal al tener que venir de noche por un camino y recorrer los tres kilómetros entre bosques de robles y praderas con una linterna, y tenía miedo”, no se olvida de aquella noche cuando salió a su encuentro un lobo, pero sus temores y miedos les vencía su ilusión por aprender un oficio.

Herminio fotografiado en la furgoneta de Fontaneda

Trabajador de Galletas Fontaneda.-

A los 15 años, Herminio, comenzó a trabajar en la fábrica de Galletas Fontaneda. El joven Herminio comprendió que su familia necesitaba de su ayuda, y el mayor de los hermanos tenía que echar una mano para el sustento familiar. En Fontaneda descubrió el mundo laboral y mantuvo una buena relación con sus compañeros. Recuerda Herminio que Fontaneda no era la única galletera en Aguilar de Campoo, porque “en aquella época había nada menos que cinco fábricas de galletas, la primera Fontaneda, que llegó a tener más de 1.000 trabajadores, Galletas Gullón, Galletas Ruvil, Galletas Fontibre, y Galletas Tefe”, que proporcionaron mucha riqueza a la villa y a la comarca.

Mítico aparato de radio que Herminio tiene en su casa.

Pasión por la electricidad y la electrónica.-

Herminio Revilla dada su pasión por la electricidad, y las facultades demostradas en el Colegio de Artes y Oficios de Barruelo, se permitió desarrollar con facilidad su puesto de trabajo en la fábrica de galletas, donde trabajaba de ocho a doce horas, y disfrutaba de las reparaciones en directo, del mantenimiento eléctrico y bobinado de motores.

Era un enamorado de la electricidad y electrónica, un trabajo que le apasionaba. Dedicó sus primeros sueldos a realizar cursos por correspondencia sobre aparatos de radio y electrónica. En sus ratos libres se aficionó a la reparación de radios, que por aquel entonces daban mucho trabajo al no haber competencia, ni especialistas en este tipo de reparaciones. Herminio reparó infinidad de aparatos en Aguilar, algunos clientes se deshacían de sus radios, no querían repararlos y se lo entregaban a Herminio. De este modo el de Villabellaco se convirtió en un experto reparador de radios y en coleccionista. Disfrutaba desmontando los aparatos y sentía un inmenso placer al montar pieza a pieza cada radio, y más aún al lograr que funcionara. Esos antiguos aparatos se pueden admirar en su museo, además de bombillas centenarias y válvulas en perfecto uso y funcionamiento, tanto radios como bombillas.


Próximo Capítulo:
En continua formación.
Servicio Militar.

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7 comentarios:

Javier Terán dijo...

Grandes fueron las vicisitudes por las que tuvo que pasar Herminio a esa tan corta edad, por lo que nos cuentas hoy, Alfonso, en este tercer capítulo de la vida de nuestro amigo. Muy interesante ver la evolución en el saber y el crear de este imaginero de la madera, que nos vas contando capítulo a capítulo, Alfonso. Dejándonos al final con la intriga para la siguiente entrega. Saludos.

FGC dijo...

Poco a poco se va desgranando su vida, sus estudios, trabajo, aficiones...y todo ello van formando su personalidad. La afición por reparar y coleccionar aparatos de radio es bien interesante,se requiere habilidad y al mismo tiempo curiosidad para aprender algo tan complejo por correspondencia. Una bonita y valiosa colección de radios digna de admirar tendrá ahora.

Julius Revolution dijo...

Gracias a esta excelente iniciativa de Alfonso, vamos conociendo poco a poco a Herminio Revilla. Las vicisitudes y grandes desafíos que desde niño tuvo que pasar Herminio, sin duda han forjado un carácter resilente, optimista ante la vida y que sabe valorar lo bueno que ésta nos ofrece, no los lujos, pero si las pequeñas cosas y las buenas amistades que sin duda cultiva y riega convenientemente. Herminio se da al cien por cien, es generoso y la vida se lo devuelve. Espero que tenga suerte con la continuidad de su MUSEO. La siguiente generación, lo hemos tenido más fácil, pero lo triste es ver a muchos de los jóvenes actuales, que lo han tenido absolutamente todo desde que nacen, por lo que tienen un nivel de frustración bajísimo, se les estropea el móvil y es un drama nacional.
Gracias Alfonso, gracias Herminio.

Alfonso Santamaría Diez (Autor) dijo...

No me resisto amigos a responder a vuestros comentarios, ensalzando la figura del gran Herminio, que hoy se levantó emocionado al ver su tercer capítulo, creo que el Museo va a despegar políticamente hablando, después de la tabarra que estamos dando. Gracias Javier, gracias FGC , gracias Julios por molestaros en comentar este capítulo con tanta pasión por Herminio que se merece todo. Lo que no le han dado los políticos, se lo ha dado su público. Tenemos un gran artista, una gran persona, que gracias a Curiosón su obra viaja por España.

Alfonso Santamaría Diez (Autor) dijo...

Se me olvidaba la foto de Herminio me recuerda al gran actor Burlancaster, que guapo era el jodido (con perdón)

Herminio Revilla Fernández. Museo dijo...

Poco puedo agregar a lo que ha escrito Alfonso Santamaría, que tiene el don de saber dominar y colocar muy bien las palabras, y el suficiente oficio para contar de forma brillante mi vida y milagros. En referencia al capítulo tercero que se ha publicado hoy, deciros que pasé muy malos ratos al recorrer a pie de noche y en pleno invierno los 3 kms. que separan Barruelo de mi casa, una vez que terminaban las clases de la Escuela de Artes y Oficios. Eran tantas las ansias que tenía de aprender todo lo relacionado con la electricidad que no me importaba pasarlo mal.
Mientras trabajaba en Fontaneda, en mis ratos libres, estudié por correspondencia, y a los tres años saqué el título de técnico en radio, para continuar después los estudios hasta obtener el técnico de TV en blanco y negro, electrónica industrial y algunos más.
Tengo que decir que desde muy joven empecé a sentir esa gran satisfacción que se siente al poner en funcionamiento cualquier aparato inservible. Para mí era como coger algo que ya no respira y darle vida.

Alfonso Santamaría Diez (Autor) dijo...

Querido Bur Lancaster, te imagino trotando de Barruelo a tu casa, temeroso de que saliera el lobo. Te imagino aplicándote al máximo para sacar los cursos por correspondencia y orgulloso después de obtener los títulos, un humilde obrero se hizo técnico a base de estudiar, nadie te regaló nada, cuando lo normal era trabajar y trabajar, pero sacar tiempo y ganas para estudiar, eso no existía, solo en casos únicos como el tuyo.
Me gustaría verte coger un aparato inservible y ver como lo haces funcionar. cómo lo vas dando vida, me lo imagino también, tiene que ser fantástico, como lo res tu.

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