Los que de ningún modo transijan con el ofensivo vocablo obispos, pueden, al compás de las volteretas revolucionarias, variar el refrán de mil maneras, v. g. :
—De los progresistas se hacen los realistas, que no de los federales.
—De los contrabandistas se hacen los estanqueros, que no de los carabineros.
—De los paisanos se hacen los coroneles, que no de los quintos.
—De los hombres de corazón se hacen los generales, que no de los militares, etc., etc.
Generalmente se suprime la segunda parte del adagio, como lo hace el mismo Cervantes en el Licenciado Vidriera, donde dice sencillamente:
—De los hombres se hacen los obispos.
En el Quijote de Avellaneda hallamos otro proverbio tan democrático como el anterior, que dice:
—Aunque negras, no tiznamos.
Y además, el siguiente que raya ya en demagógico:
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