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Carta de amor de una emigrante

Primer premio Cartas de Amor "Itimidad" (Sevilla)



Mi queridísimo Ayartí: ¿Cómo están nuestros hijos? ¿Recuerdan a su mamá? Tengo tantos deseos de abrazaros que, a veces, mis manos y mis brazos, sin que yo pueda retenerlos, forman un arco en el aire y entonces os llamo por vuestro nombre y pido a Dios que vengáis pronto a mi lado. Ayartí, vida mía, ¿Cuándo podremos reunirnos? Sé que tomamos la mejor decisión: si tú cuidabas de los hijos, yo, en este país, podría ahorrar deprisa y la separación sería más corta. Sigo limpiando en las tres casas. Al llegar la noche mi cuerpo parece una máquina cansada, y me duele. Tarda en llegar el sueño. Pero no es solo el cansancio lo que me impide dormir. Es algo más profundo. Es mi necesidad de ti. Te añoro, amor mío, me encuentro sola y te necesito. Ayartí, esposo amado, ¿la pequeña Ainoa me recuerda?  ¿Le has enseñado a pronunciar mi nombre?

     Cuando lo oía de tus labios sonaba a música que me acariciaba. Decías que mi nombre te llevaba  hasta un lugar en la selva cuajado de misterio donde yo era tu reina. ¡Qué hermoso me parecía entonces tu rostro lleno de dulzura! Hoy es domingo y ha llegado la primavera. Tomé el autobús en la plaza de María Pita, ya te conté que es la más hermosa de La Coruña, y llegué hasta la playa de San Amaro, pequeña y recogida. Las olas golpeaban las rocas y cientos de gaviotas buscaban su alimento. En ese momento las envidié. Deseaba tener sus alas, su fuerza para volar. ¡Ay, cariño mío! ¡Quién fuera gaviota para atravesar el mar que nos separa, abrazarte y recorrer tu cuerpo para llenarme de tu tibieza aunque fuera  por un instante! Luego, antes de que la aurora llenase tu almohada, yo estaría de vuelta en la calle del Torreiro 4-3º-1ª. Al hacer la limpieza del piso, mi cuerpo, liviano por el milagro de tus caricias, no se sentiría cansado. En mis sueños todo es posible: veo los ojos de mis pequeños, la sonrisa de mi hombre bueno y la esperanza envuelve cada amanecer.

     Aquí llueve mucho. A veces me lleno de melancolía e imagino a nuestros hijos con las manos extendidas queriendo beberse las gotitas de agua mientras ríen y se empujan alegres. Pero no quiero que te preocupe mi tristeza. Al poco rato pasa y me lleno de calma porque te quiero y el amor me da la fuerza que necesito. Hoy nos reuniremos muchos emigrantes en la plaza de Las Bárbaras. Es chiquita y fresca con sus camelios que me recuerdan las flores de nuestra tierra.  Hablamos de cómo fue la semana o la llegada de un familiar o del cambio de trabajo. También nos ayudamos a superar la pena de la separación. En tu última carta me dijiste: “ya tenemos otra mujer en la familia”. ¿Sabes, Ayartí? Ese día lloré mucho. Nuestra hijita mayor se había convertido en mujer y su mamá no estaba a su lado para decirle cuánto la amaba y hacerle un regalo. Ese es un día muy importante y, a la vez, triste para las mujeres, casi como cerrar las páginas de un libro infantil, lleno de imágenes hermosas, y abrir otro en el que únicamente hay palabras. Hemos de leerlo con seriedad. Es así como los mayores esperan que nos comportemos. Yo aún recuerdo la dulzura de mi madre al hablar conmigo aquella noche. Nuestra hija Carmelina ¡es tan bonita! Cuídala mucho. Dale tu ternura de padre. Dile que pronto volveremos a reunirnos. Si todo va bien, ésta será la última primavera que pasemos separados.  Rezo a la Virgen para que ocurra ese milagro. La señora para la que trabajo en Villa Negreira me ha explicado que ella y su marido se irán a vivir en un chalet que han comprado en San Salvador de Bergondo a unos 15 de aquí. Posiblemente al final de este verano, y que necesitan un matrimonio para el mantenimiento del jardín y la limpieza de la casa. Luego añadió: “Puedes decírselo a tu marido y, si a él le parece bien, te ayudaremos a preparar los papeles para que pueda venir con tus hijos”.

      Me quedé muda por la sorpresa. ¿No estaría soñando? Pero entonces ella me hizo volver a la realidad con su sonrisa clara y luminosa mientras me decía:
      -“¡Pero mujer, qué cara se te ha puesto! No vayas a desmayarte, anda, vamos a la cocina y nos tomamos un cafetito juntas; verás cómo te reúnes con tu familia...que ya es un poco la mía porque con las cosas que me cuentas  me parece que les he tomado cariño.

      ¿Será posible tanta felicidad? Sentí un repicar de campanas en los oídos y mi alma se llenó de una paz tan dulce que me hizo recordar nuestros paseos, con los hijos, disfrutando la belleza de la tarde. La suerte existe y seres generosos dispuestos a compartirla. Contéstame al vuelo queridísimo esposo.

     El próximo domingo hablaré de nuevo con vosotros. Esa llamada es el único lujo que me permito cada quince días: oír vuestras voces me llena de fuerza y aumenta mi seguridad de que Dios no se olvida de los pobres y nos ama. Hasta entonces, tenme en tu corazón. Anídame en tu pensamiento, así, nos encontraremos en el silencio de la noche.  Mil besos para los hijos. Abrázame, amor mío, ahora que llega la calma y su manto protege mis sueños que se llenan  de blancas esperanzas y anhelan tu presencia. No me olvides. Siempre tuya.
                                                                                     Naamí




SENTIR DE LA PALABRA
Sección para "Curiosón" de Carmen Arroyo.


3 comentarios:

Froilán De Lózar dijo...

Carmen Arroyo se incorporó recientemente a nuestras firmas. Conoce nuestra geografía norteña, pues se desempeño como maestra en La Ojeda y escribe sin cesar, en la quinta de Diario Palentino. Premiada en numerosos concursos, hoy nos trae una carta de amor. Basta ponerse un poco en el lugar de aquellos para comprenderlo.

Itzi dijo...

Me ha encantado como lo narra..es muy facil ponerse en la situación de tanta gente

Carmen Arroyo dijo...

Gracias Froilán por tanto trabajo y bien realizado, que ayuda a pasar el tiempo entretenidos durante esta larga "estancia" en casa. Como niña obediente respeto las normas y no me aburro. Me impuse un montón de "obligaciones" que decidí tomar con ilusión. Entre ellas hablar con personas que lo están pasando fatal porque viven solas. Y, además, enlazo a algunas con mi amigo José Luis Fraile, de Cubillo, quien me dijo que él quería colaborar... Es una gran persona. Nos envía unos paisajes hermosos y su magnífico rebaño. Es un hombre que puede disfrutar,por su trabajo, de la Naturaleza que, ahora luce en todo su esplendor. Pienso, que debemos ser responsables si queremos salir pronto y, con garantías, del gran problema que afecta a todo el planeta. Me molesta que la gente se lo tome a guasa y haga crítica destructiva sobre todo. El paseo de 7 a 8 parece que alegra a las personas mayores porque es como un caramelito muy dulce; aunque al encontrarnos con los amigos saludamos con la mano y nos decimos adiós, al menos, nos vemos... Gracias a la amable persona que leyó mi cuento. Un abrazo, Carmen

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