A mi tanto vaivén me tiene desconcertado. Es sabido que a medida que vas cumpliendo años, el tiempo pasa más deprisa. El tiempo cura más que el sol y el tiempo lo cura todo, dicen. Aprovecha el tiempo que vale el cielo, afirma otro refrán, pero lo cierto es que, mientras todo eso sucede, el tiempo pasa y, pasa rápido y, por más que estés documentado, te descoloca la velocidad a la que pasa todo.
Vives en un momento donde todo se hace deprisa, donde a casi todo se le pone cortapisas, donde todo el mundo piensa que su razón es la que vale. Llega un momento en la vida de todos, en el que piensas que estás de más, que sobras, y por si me faltaban respuestas, hace unos meses me quedé de piedra cuando, hablando de la vida con una mujer muy puesta en ella, que apenas ha estrenado la jubilación, me soltó de repente: Yo quiero morirme. “Aquí ya hice mi papel y el mundo está muy mal, hay mucho odio acumulado, mucha injusticia, demasiada tensión.” Y se conoce que, al ver mi cara de sorpresa, insistió, “te estoy hablando en serio, yo no quiero ver más calamidades”.
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