La quina o chinchona es una planta febrífuga. Fue introducida en Europa a bordo de los Galeones de la Flota de Indias en 1631 gracias al primer farmacéutico del hospital de San Pablo de Lima, el enfermero y hermano jesuíta Agostino Salumbrino. Había notado que los quechuas lo utilizaban en las comunes tembladeras, fiebres de la malaria, quizá la enfermedad más mortal en forma epidémica que ha padecido la humanidad a través de los tiempos. El observó que la quinaquina daba buenos resultados.
Agostino Salumbrino insistió en que el jesuita Alonso Messia Venegas,(Sevilla, 1557-Lima 1649), Procurador de la Congregación por Perú en Roma, llevara un buen cargamento de “Chinchona” a Roma, llegando primero a Sevilla y a la Corte española.
La quina, en sus diferentes composiciones, sigue considerándose uno de los mejores tratamientos de las fiebres, en especial la malaria que aún causa estragos en muchas zonas. Más de doscientos millones de enfermos por año de los que unos seiscientos mil mueren.
Se la llamó Chinchona por una leyenda que se atribuye a la condesa de Chinchón, doña Ana de Osorio, esposa del virrey de Perú don Gregorio Fernández de Cabrera. Esta dama curó de unas persistentes fiebres tercianas que sufría desde hacía mucho tiempo gracias a ser tratada con quina. Linneo la clasificó así, cinchona officionalis, probablemente en su honor. También fue conocida como “los polvos de los Jesuítas” y “los polvos de la Condesa”.
Posteriormente fue importada a gran escala por Francia y distribuida a otros países aunque su abusiva explotación la puso al borde de la extinción.
El rey Luis XIV y su hijo el Delfín también fueron tratados con la chinchona por sugerencia del cardenal Mazarino asesorado a su vez por su amigo, el cardenal de Lugo.
José Celestino Mutis, (1732-1808), a raíz de su expedición famosa, la “Mutisiana”, recomienda en infusión el polvo de corteza de quina como remedio de cualquier fiebre, “…que así era como lo ingerían los indígenas y dábales buen resultado”. (1772).
Actualmente, la quina también se utiliza para dar sabor a algunas bebidas gaseosas, principalmente el agua tónica.
HISTORIAS DE GALEONES
Elisa Gómez Pedraja para Curiosón, 2018